Ahora Xosé Lois acaba de publicar un libro, Talasonimia da costa sur de Galicia, que amplía su anterior estudio disponible en línea Toponimia marítima e fluvial dende o Miño a Panxón, publicado en Ardentía, nº 3.
Además de la recopilación y estudio de los nombres resulta muy interesante el apartado sobre las "libretas de marcas" donde los marineros anotaban sus caladeros. En alta mar y sin GPS, los puntos de pesca se localizaban tomando como referencia hitos de la costa (sea marks) desde los cuales se trazaban líneas imaginarias que al converger en alta mar ubicaban el lugar exacto donde se encontraba el caladero.
Los nombres que reciben estas porciones individualizadas de masa marítima están motivados por varios factores, uno de ellos es, por supuesto, el producto que se obtiene en ellos. Por ejemplo, podemos encontrarnos con un caladero denominado O Robaliceiro, donde se podrán pescar robalizas.
En documentos gallegos muy antiguos ya se registra esta tendencia a denominar los caladeros (mares) por el tipo de pesca que abundaba en ellos. El talasónimo Mar de Langosteira, en Finisterre, figura en un texto de 1135 como "mare de arena de Locustaria"*, siendo "locusta" la forma antigua de denominar a la langosta, como se ve en este otro caso:
-"non comparent piscatum nec carnem nec mariscum neque pulpos neque locustas neque lampredas" (año 1133. Fuente: CODOLGA).
El siguiente grabado tomado de la Historia de gentibus septentrionalibus (1555), de Olaus Magnus, ilustra el uso de las marcas de navegación en las costas europeas, concretamente suecas. En él se ven dos kummeli o marcas de navegación que se han dibujado con forma humana, entre ellos y en el mar figura lo que podría ser un caladero, ese pequeño islote rodeado de cabezas de peces que emergen del mar:

*Arenal de Lagosteira, en el mapa de Fontán de 1845.
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