sábado, 30 de noviembre de 2013

Forno, forca et fita

La tríada galaica forno, forca y fita recoge los nombres tradicionales de tres tipos de megalitos existentes en nuestra geografía, el dolmen bajo túmulo, el dolmen sin túmulo y el menhir. La tipología al completo aparece en un documento de delimitación que atestigua, como tantos, la funcionalidad de mojones de los megalitos (Monasterio de Celanova, año 1032): "dividet cum Sabuzeto et de alia parte per forno, forca et fita".

De los fornos y las fitas ya hemos tratado en el blog. Nos quedan las forcas y su posible relación con el nombre de orcas u horcas (tal vez con h- antietimológica, tal vez no) que reciben en Portugal, León y Extremadura los dólmenes exentos o con túmulo muy rebajado.

Normalmente se considera el portugués orca como variante del gallego arca, construcción utilizada como mojón; la mayor parte de las veces los mojones son monumentos megalíticos que por su visibilidad y situación limitánea servían como marcadores territoriales. Sin embargo, se observa que en la Romania los derivados del latín furca fueron habitualmente empleados para designar a estos monumentos, como ya pensaba Villa-Amil en su Antigüedades prehistóricas y célticas de Galicia, aunque en muchos de estos lugares ya se ha olvidado el verdadero referente y la opinión general es hoy la de que en ellos se ubicaba un patíbulo para los delincuentes.
  1. "de ipsa petra forcata ad arcam que dicitur de Sobereira" (Oia, 1135. Fuente: CODOLGA)
  2. En Extremadura: dolmen del Cerro de la Horca o del Garrote (Garrovillas de Alconétar), dolmen del Guadalperal junto al Cerro de los Horcos (Peraleda de la Mata).
  3. En Zamora: dolmen de San Adrián en el Pago de la Horca (Granucillo).
  4. En Portugal: dolmen del Cabeço da Forca (Rosmaninhal), dolmen da Orca dos Juncais.
  5. En Francia: dolmen de Puy de Fourche.
Les Fourches, según Lucien Gautier (Biblioteca Nacional de Francia).

Es curioso que en la versión aragonesa de la Historia adversus paganus las famosas Horcas Caudinas, Furcas Caudinas, se traduzcan como alindamientos caudinos. El editor comenta que "el traductor parece haber tenido dificultades para entender la expresión latina", y yo creo, en cambio, que la ha entendido perfectamente.

Es posible que coexistan dos nombres, uno derivado de furca > forca / horca / jorca, y otro derivado de archa --> orca. Sin embargo, dado que entiendo que la antigua denominación de archas aplicada a los dólmenes se basaba en su parecido con huchas o celeiros, "hórreos", me inclino a pensar que el portugués orca deriva de furca, con pérdida de f- inicial por influencia de las lenguas vecinas. Así, en documento leonés: "murocos lapídeos de Furca Vetula" (año 1243) = amontonamientos de piedras de la Horca Vieja. En la toponimia francesa: Fourchevieille. En Galicia la historia de la Orcavella u Orca Vella de Fisterra nos viene de la mano de un escritor español que bien podría haber castellanizado un original Forca Vella.

En el ámbito galaico-portugués podemos presumir una antigua utilización de furca con el sentido de "rueca". Aunque no está atestiguada en el léxico, nos viene dada por una evidencia del folklore. Es la historia de la vieja moura constructora de megalitos, que transportaba estas grandes piedras siempre "fiando na roca". Un tópico estudiado por Fernando Alonso Romero (Las mouras constructoras de megalitos) y que puede redondearse recordando que los megalitos franceses a menudo se imaginan como el fuseau, "huso", y la quenouille, "rueca", de una giganta. La antigua furca, "rueca", se sustituyó por el término de origen germano roca / rueca < RUKKA, pero permaneció en los nombres de los megalitos del tipo Forca / Horca / Orca y en el folklore, donde se relacionan estos monumentos o furcas con las ruecas de las mouras.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Nuestra Señora de los Ángeles de La Moheda

Este convento franciscano abandonado durante la desamortización, y en estado ruinoso, está situado entre los pueblos de Grimaldo y Mirabel, en las inmediaciones de un ramal de la calzada romana que discurría desde el vado de Alconétar, continuaba por Cañaveral hasta Casas de Millán (probablemente por donde discurre la vía del tren entre ambos pueblos), y de ahí por el viejo camino empedrado que iba de Las Casas a La Moheda.

Mi hermana y yo en el convento de San Francisco de la Moheda, o de Nuestra Señora de los Ángeles, fotografiado en 1975 por Domingo González.

Mapa de la Provincia de Estremadura, por Tomás López, 1766.

A pesar de la etimología árabe que explica el topónimo Moheda / Moeda como procedente de este idioma, tanto su significado como su aspecto fónico pueden explicarse a partir del galaico-portugués Moita (también Mouta), que significa elevación, prominencia del terreno cubierta de matorral espeso. Una temprana documentación del topónimo Moita viene asociada con la presencia de un túmulo: "pela moita da mamua" (año 1106, Oliveirinha). En el caso de los nombres de lugar extremeños del tipo Moeda se habría producido apertura del segundo formante del diptongo oi de Moita, así como lenición o suavización de la -t- intervocálica. Por ello serían homólogos los topónimos peninsulares Moita, Moheda y Mota, o Moutela, Mohedilla y Motilla.

sábado, 23 de noviembre de 2013

La boca del infierno de Santa María de Cambre

Boca del infierno, Santa María de Cambre. (C) Ángel Facio.

De la boca del infierno, representado en forma de bestia con el cabello llameante, intentan escapar los condenados, asomando sus diminutas extremidades. Se ha repetido hasta la saciedad que la iconografía de las iglesias es una Biblia en imágenes, y es tan cierto, que el códice de La Biblia en Imágenes (Pamplona, año 1197) contiene una ilustración similar del infierno.

Bible de Pampelune, Amiens. (C) Institut de recherche et d'histoire des textes - CNRS

Boca del infierno, iglesia de Dauntsey (Inglaterra). (C) Ángel Facio.

viernes, 22 de noviembre de 2013

¿Baño o ducha?

Alonso Romero, siempre tan al detalle, se pregunta si las abluciones que realizaban los antiguos al pie de los megalitos serían en forma de ducha o de baño. Y la pregunta tiene su aquel de curiosidad etnográfica, y megalítica.

Nos llega de las manos de Geoffrey de Monmouth y de Roger de Wendover esa historia de que en un megalito de Hibernia, cuyas enormes piedras habían sido transportadas por gigantes desde los confines de África, se habían hecho unos baños, que eran utilizados de la siguiente forma: tras lavar las piedras con varias confecciones de hierbas, se sumergían en el baño, y allí se curaban de sus enfermedades, pues no había piedra que careciese de propiedades medicinales.

Pues bien, ¿baño o ducha? Baño. Sin duda baño, de asiento. El interior de las cámaras megalíticas irlandesas estaba repleto de stone basins o pilas aptas para tomar estas aguas medicinales, que adquirían sus propiedades cuasi milagrosas tras su contacto con la piedra.

Una de las cámaras de Loughcrew dibujada como estaba antes, con su balneo, por Conwell en 1873 (Discovery of the tomb Ollamh Fodhla).

El baño en las lágrimas del ojo de la roca que llora (Pèlerinage de vie humaine, G. de Digulleville, s. XV). (C) Institut de recherche et d'histoire des textes - CNRS. 

Pila o baño de la cámara del dolmen de Dowth, Irlanda. (C) World Heritage Ireland

Círculos concéntricos en el stone basin del dolmen de Knowth, Irlanda. (C) World Heritage Ireland.

 
Espirales en la pila conocida como Hidria de Caná o de Jerusalén, Santa María de Cambre. (C) Wikipedia.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Las piedras que fingen

El folklore popular nos ha transmitido la creencia de que algunas piedras, principalmente los menhires, están habitadas por un espíritu. En consonancia con esto, la documentación medieval ya recogía, para prohibirla, la costumbre pagana de rendir culto a determinadas piedras, consideradas ídolos o simulacros ficticios de algo, puede que de antiguos dioses, puede que de nosotros mismos. En numerosos textos medievales se describe la pervivencia del culto pagano a falsos ídolos de piedra, siendo particularmente interesante el documento que relata la cristianización que realizó, en la Bretaña francesa, San Sansón, grabando una cruz sobre un idolum o simulacrum, que era, finalmente, un menhir: "signum crucis, quod sanctus Samson sua manu cum quodam ferro in lapide stante sculpsit" (véase para la equivalencia simulacrum = lapide stante / menhir: d'Arbois de Jubainville: Le culte des menhir dans le monde celtique, 1906).

Se sabe que el dios más importante de los galos, Mercurio, era venerado en forma de menhir o marco: "Deum maxime Mercurium colunt, hujus sunt plurima simulacra" (Cesar, De Bello Gallico). Así, el testimonio de Cesar nos acerca al carácter simulácrico de los menhires. Un subtipo de menhir era el denominado herma, de ahí la interpretatio romana de considerar Mercurios (Hermes) a los simulacros galos.


Pilar cuadrangular o herma galo-romano del museo de Quimper.

Creo que por todo ello resulta relevante y revelante desarrollar un pequeño detalle etimológico que encaja con esta cualidad idoliforme y simulácrica de los menhires: teóricamente, el latín fictum, el nombre con el que se conocía a los hitos o mojones, a las pedrafitas o menhires, tanto puede provenir de figere, "fijar", como de fingere, "fingir, simular, figurar, tallar, esculpir". En el segundo caso, fictum es sinónimo de ídolo, simulacro, imago, escultura, talla. Por otra parte, intuyo que ese fingimiento o capacidad de simbolizar y representar del ídolo o ficto, puede acabar deviniendo falsedad.

En el ámbito lingüístico itálico encuentro varios casos, aunque no son mayoría, en que la secuencia petram fictam se interpreta o es traducida como "piedra tallada" (de fingere): uno es el actual topónimo Pietratagliata, denominado antiguamente Petram Fictam; otro, la traducción que realiza un estudioso italiano de la frase Petram fictam = rupe scolpita; otro autor defiende que el nombre de lugar Pietrafitta "sta per petra ficta (per manu hominis), cio è un menhir", recalcando el hecho de que son piedras talladas por la mano del hombre. Aunque a veces no lo parezca, por su tosquedad, todos los menhires están tallados.

¿Qué fingen las piedras? Antiguamente se distinguía, si se quería ser preciso, entre simulacro e ídolo (ficto): simulacro era una imagen semejante, que imitaba algo existente en la naturaleza, e ídolo, un soporte en blanco que podía ser utilizado por la gente para albergar cualquier contenido que el observador o el grupo pudiese desear. Por eso, para la teoría semiótica de Ockham el ídolo (ficto) era una imagen mental, la cara significado del signo lingüístico Es la misma distinción lingüística que Peirce establece entre los tipos de signos denominados iconos y símbolos, los iconos se parecen a lo que representan, los símbolos no; en ellos hay una convención arbitraria, una especie de acuerdo previo que determina su significado. Los símbolos y los ídolos son, por lo tanto, convencionales, resultado de un pacto social que es necesario respetar para mantener su validez. Los símbolos / ídolos son la esencia del lenguaje humano; en este caso, con la particularidad añadida de que el código es de piedra.

 Marco do Salto, Irís, Cabanas. (C) Ángel Facio, 2013.

Es difícil tratar de dilucidar si la toponimia del tipo Pedrafita proviene del participio fictum, "ídolo, efigie, piedra tallada, símbolo", tal y como indican el folklore, las tradiciones conservadas hasta la actualidad, y el carácter de signo territorial de los marcos o si, como se cree, proviene del latín fixam --> fictam, "fija, clavada".
  1. "Et inde ad Petra Ficta et inde ad Montem Miserum" (año 572, Braga)
  2. "Et inde per Petras fixas que ab antiquo fuerunt constructe" (año 877, Mondoñedo) 
  3. "Per petras fictas qui ab antiquo pro termino fuerunt constitutas" (año 911, Braga)
  4. "Invenimus petra alviata ficta pro terminum" (año 950, Celanova)
  5. "Venimus per signas et patronos fictos" (año 950, Celanova) 
  6. "Et muliones fictiles per summo autario" (año 950, Celanova)
  7. "Per forno, forca et fita" (año 1032, Celanova)
  8. "Petras mobiles uel fictas" (año 1089, Lourenzá); "Petras mobiles uel fictiles" (año 1077, Lourenzá)

Ficto de Trobajo del Camino, Museo de León. Inscripción: PRIVATU.

Del examen de la selección anterior se desprende la preferencia por el término fictum (de fingere), el hecho de que estos fictos eran artificiales, construidos por la mano del hombre (de fingere), y que servían como símbolos de demarcación territorial (de fingere). Todo lo cual avala la propuesta que estamos defendiendo. A pesar de ello, no cabe negar que se produjo un cruce o influencia del participio fixum (de figere), que no acabó de cuajar, pues toda la toponimia románica tiende a reflejar la forma primitiva: Pedrafita, Piedrahita, Pierrefitte.

Chamorro

Tal y como había señalado el Padre Sarmiento ("de clamore?") y apunta Cabeza Quiles para el monte Chamor de Silleda, el Chamorro de Ferrol podría provenir del latín clamor, "rogativa, petición, impetración", más exactamente, como señala el diccionario de Figueirido: "Procissão, por votos antigos, quasi sempre de freguesia para freguesia".


Muy pocos ferrolanos saben que en la ermita de Nuestra Señora de Chamorro se oculta esta maravillosa piedra abaladoira cristianizada. Exactamente las piedras abaladoiras son piedras oraculares danzantes (cfr. el topónimo próximo A Bailadora), utilizadas en primitivos rituales de impetración. "Cando a abaladoira sona, ou chove ou trona" (refrán de Laxe).

La piedra de Chamorro fue considerada una manifestación de la divinidad, y lo sigue siendo, aunque transmutado su carácter pagano en cristiano: se dice que en su superficie la Virgen dejó impresas o en relieve las huellas de casi todas las partes de su cuerpo, sus ojos, su barbilla, sus rodillas, un hombro..., y sobre ella se han grabado varias cruces. En esta piedra que finge ser piedra se esconde la imagen de la primitiva deidad del santuario.

Sobre los antiquísimos rituales que tenían lugar junto a esta tipología de piedras móviles, Fernando Alonso Romero es del parecer de que "no es difícil ver en estos testimonios [del folklore] la posibilidad de que en el Promontorio Sagrado los navegantes propiciaran a los espíritus que se albergaban en las piedras de ese lugar para que se manifestaran de forma positiva y los elementos atmosféricos les fueran favorables" (Cultos y creencias en torno a los megalitos del área atlántica europea, pg. 217). De acuerdo con lo expuesto por el profesor, recordemos que la Patrona de la ermita de Chamorro es Nuestra Señora del Nordés de los Navegantes, la Madre del Viento. Favorable al viento náutico propicio para el retorno de las rutas celtoatlánticas.

En este sentido, dice Paul Sébillot en su impagable Le folklore de France (Le ciel et la terre, 1904, pg. 407), que "golpeando una de las siete cazoletas o coviñas grabadas en el dolmen de Roch enn-Aud (Quiberon) se puede obtener un viento favorable para el regreso al país natal de un marino embarcado en un navío".

sábado, 9 de noviembre de 2013

Rochel, Rochela, Arrochela

Rochel es el nombre de una calle de Ferrol que en la actualidad está completamente urbanizada. Hasta hace unos 20 años todavía se conservaba una antigua huerta, aunque creo que ya había desaparecido el lavadero que menciona este documento rescatado por Montero Aróstegui: "el propio año [de 1736 se construyó] otro lavadero á las inmediaciones de la Puerta Nueva y contiguo á la muralla de la huerta que llaman de Rochel". Este lavadero todavía estaba en uso hace 40 años, aunque, que yo recuerde, solo era utilizado por una señora muy mayor que se llamaba Juanita, que todavía prefería hacer la colada al modo antiguo, poniendo la ropa enjabonada a clarear al sol unas horas, antes de enjuagarla con agua.

La etimología del topónimo, así como la de la mayoría de Rochelas y Arrochelas esparcidas por la geografía gallega, me parece relacionada con el latín ruptella > rochela, en consonancia con la condición de ser terrenos dedicados al cultivo, tierras ruptas. En otros ámbitos del romance peninsular este étimo latino origina toponimia como Rodilla o Rodiella, y en el nuestro, siguiendo su evolución natural, Arrotea / Rotea.

"usque in aqua que discurrit per caput de ruptelas Argirizi" (año 906: Coimbra. Fuente: CODOLGA).

En el caso de los Arrochela galaico-portugueses, habrá que partir de arruptella, cuyo prefijo sentido como artículo femenino a, con frecuencia es segmentado en A Rochela (cfr. el famoso Agrela --> A Grela). Aunque no habría que descartar la propuesta del Elucidário del Padre Santa Rosa de Viterbo, donde se menciona un arcaico abrutella que nos lleva hacia el opuesto abruptella, "abrupta", que viene bien para el carácter de fortalezas inexpugnables de algunos lugares nombrados con este topónimo, como el de La Rochelle (Francia) y A Rocha Forte o A Ruchela (Santiago de Compostela), para los que habría que suponer una "[turrem / rupem / petram / arcem] abruptam" > arrocha, y luego A Rocha o La Rochelle por fenómenos de etimología popular o fonética sintáctica.

En el Du Cange, rocha = castro,castillo, fortaleza.

Respecto a la etimología de rocha a partir del latín abrupta, además de la adecuación fonética y semántica tenemos algún indicio en la continuidad entre el topónimo italiano Villa Rocca y su forma medieval "Curtis Rupte". La evolución del grupo latino -pt- hacia la africada palatal sorda "ch", impropia del gallego-portugués, puede orientar el origen de nuestro rocha como préstamo de una lengua vecina.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

A peeira dos lobos: la leyenda detrás del cuento de Caperucita Roja

Para mis sobrinos, Sabela y Jorge

Dicen que Caperucita podría ser de Lobeira, una aldea de Guimarães, en Portugal.

Esta es la leyenda que se contaba en Lobeira sobre una niña que fue capitana de lobos. Una historia como esta le sirvió a Perrault y a los hermanos Grimm para escribir Caperucita Roja, aunque ellos se inventaron algunas cosas, y otras las pusieron al revés.


En Lobeira vivía hace mucho tiempo la familia Mendes-Macedo, que tenía 7 hijas. Cuando sucedía que un matrimonio tenía 7 niñas, la más pequeña quedaba fadada, destinada a ser peeira dos lobos. Tendría que caminar junto a los lobos, vivir con ellos en su cubil, comer carne cruda, hablar con ellos en su lengua lobuna, y ser la jefa de la manada, durante 7 años.

La menor de los Mendes-Macedo no podría evitar ser capitana de lobos a no ser que su hermana mayor la amadrinase, pero su hermana no pudo, o no quiso. La leyenda no aclara este aspecto.

Cierto día, una desconocida que la niña se encontró en el camino le puso una cesta en el brazo. Pero no era una cestita como la del cuento de Perrault y los Grimm, no tenía requesón, ni pastel, ni una jarrita de miel para su abuelita enferma. En la leyenda de Lobeira no aparece ninguna abuelita.

La cesta que le entregó la desconocida era una cesta mágica. Justo en el preciso momento en que se desprendió de la cesta y se la colocó en el brazo a la niña, la misteriosa señora dejó de ser peeira y le tocó el turno a la pequeña Mendes-Macedo, que se dirigió al bosque con la cestita a encontrarse con los lobos.

En el monte cerrado de árboles la niña compartió su vida con los lobos y los gobernó. Allí fue bastante feliz. Se llevaba especialmente bien con uno de los lobos, que era su favorito y se llamaba Simón. De él se contaron muchas historias en el valle: en una de ellas la pequeña Mendes-Macedo le ordena a Simón que guíe y proteja a un viajero perdido en la sierra, y Simón cumple con su encargo, acompañando al hombre hasta un lugar conocido donde pudiese proseguir su camino sin volver a perderse. En el cuento de los hermanos Grimm sucede al revés: aparece un leñador que salva a la niña del lobo feroz, en cambio en la leyenda de Lobeira es la niña la que salva a un hombre con la ayuda del lobo, que no es tan feroz. Aquí los Grimm le dieron la vuelta a la verdadera historia.


El lobo Simón. (C) Dolores González de la Peña, 2014.

La moraleja que se puede extraer de la leyenda de Lobeira es que no siempre el bosque y los lobos, lo desconocido, es malo, y a veces lo conocido y lo familiar no es tan bueno como podría parecer. Justo lo contrario de la moraleja del cuento de Caperucita Roja.

A peeira dos lobos: F. Martins Sarmento, Revista de Guimarães, 1898