domingo, 24 de junio de 2018

En un paisaje mudo

A veces puede parecer que los estudios toponomásticos se limitan a recoger y geoposicionar los nombres de lugar y, como mucho, establecer su etimología. Y sin embargo no es así, o no debería ser sólo así. Los topónimos son fósiles lingüísticos que tras ser estudiados filológicamente con sumo cuidado, verificando siempre la propuesta filológica con trabajo de campo, aportan datos esenciales  de carácter histórico, arqueológico, etnográfico, geográfico (paleopaisajes), botánico, zoológico, etc.

En este blog desde sus inicios siempre hemos procurado ir más allá de la simple explicación etimológica. Un ejemplo de ello puede ser la entrada Moimenta / Muimenta y los castra aestiva romanos de Gallaecia, donde formulamos nueva propuesta etimológica y mostramos a partir de la distribución de este topónimo la ubicación de posibles fortificaciones romanas de campaña en la conquista del territorio de Gallaecia.

Por eso me satisface ver que la Toponimia se está convirtiendo rápidamente en una disciplina auxiliar de otras disciplinas científicas, y por la puerta grande. Así, por ejemplo, el estudio botánico de Izco y Fagúndez a partir de los datos obtenidos de la toponimia relacionada con los nombres del brezo en Galicia (tomados de la obra de Navaza, Fitotoponimia Galega, 2006): "Spatial analysis of heath toponymy in relation to present-day heathland distribution", publicado en el International Journal of Geographical Information Science, 2015, donde proponen un "systematic use of toponymic databases in historical landscape reconstruction".

Pero también la humilde recopilación de topónimos y microtopónimos tiene utilidad en sí misma. ¿Qué haríamos si habitáramos un paisaje mudo o nombrado sólo con un código numérico? Los mismos autores en un estudio posterior, "Diversity patterns of plant place names reveal connections with environmental and social factors" (Applied Geography, 2016), presentan unas conclusiones que lamento que no haya firmado nunca un filólogo:

"Afirmamos que los esfuerzos en preservar la toponimia histórica de las zonas rurales se justifica por el valor cultural que representa. Sobre todo, hemos demostrado que es una herramienta útil para comprender las complejas relaciones históricas entre los habitantes y su territorio. En Galicia, como en muchas otras regiones de Europa, el rural está siendo abandonado con consecuencias dramáticas para la preservación del paisaje tradicional, su biodiversidad, ecosistema y la cultura tradicional que mantienen las comunidades locales (Filipe Mascarenhas, 2011; Jongman, 2002). La pérdida de los nombres tradicionales a escala local deja el paisaje rural mudo, sin los valiosos elementos que indican el uso del suelo. En los Países Bajos la transformación de paisaje tradicional implicó un reemplazo de los nombres de lugar por un código, y con ello se perdió el valioso conocimiento tradicional sobre el entorno natural (Siderius de Bakker, 2003). El proceso de concentración parcelaria que se está desarrollando en Galicia podría tener efectos similares a medio plazo debido a los cambios de forma y estructura de los lotes de tierra (Crecente, Alvarez Fra-Paleo, 2002). En nuestra región, el paisaje es un mosaico de elementos como campos cultivados, prados para pasto y forraje, huertas, bosques, monte bajo y otros usos del suelo y tipos de vegetación. Estos complejos paisajes han cambiado durante la última mitad del pasado siglo debido a la migración a las áreas urbanas y el uso del suelo ha cambiado a plantaciones monótonas o pastos (Calvo-Iglesias et al., 2009). Como los habitantes juegan un papel crucial en su preservación, se debe hacer un esfuerzo en mantener no sólo los valores naturales sino también a la población que habita las zonas a preservar. Por ejemplo, el conocimiento tradicional sobre etnobotánica podría desaparecer en las áreas abandonadas y podría aumentar el riesgo de incendios forestales si los propietarios no se ocupan de los terrenos (Moreira, Rego Ferreira, 2001). Hemos demostrado que la riqueza y diversidad de los fitotopónimos se relaciona con la biodiversidad y los modelos culturales, y puede ser usada como indicador geográfico de la diversidad bio-cultural. Es por esto que los planes de preservación deben incluir la toponimia como indicadora de los elementos naturales y como parte integrada en el paisaje, conformando un legado cultural que debe ser protegido para el futuro".

4 comentarios:

Daniel dijo...

Completamente de acuerdo. Siga con su estupendo blog. Saludos.

Andregoto Galíndez dijo...

Tiña que telo dito antes, é moi necesario preservar a toponimia como parte do patrimonio por moitas razós que agora ao mellor non se ven con claridade, pero a principal é ista. Grazas!

Jaime Fagúndez dijo...

Estimada Dolores, quero agradecerte a difusión do noso traballo e felicitarte polo teu blog. Esperamos seguir contribuindo a poñer en valor o patrimonio toponímico galego. Unha aperta

Andregoto Galíndez dijo...

Gracias a vosotros por demostrar las aplicaciones de las investigaciones toponímicas y por demostrar la necesidad de proteger el patrimonio inmaterial y el ecosistema, población incluida, del rural. Espero seguir leyéndoos.