Distribución cronológica de 100 topónimos relacionados con las voces zebro y encebro
(de La zoología histórica como complemento de la arqueozoología: el caso del zebro, de Carlos Nores Quesada y Corina Liesau Vonlettow-Vorbeck).
El cebro o encebro fue una importante especie cinegética que pobló la Península Ibérica originando toponimia como O Cebreiro (Lugo) y Cebreros (Ávila), y cuya extinción se produjo en torno al siglo XIV; en el Libro de la montería, atribuido a Alfonso XI, apenas ya se mencionan tres lugares donde es posible su caza en la provincia de Murcia (véase el artículo de Nores y Liesau para ampliar esta cuestión). Su valor como pieza cobrada era tan alto que superaba con creces el del mejor ciervo: "zevrus vel zevra valeat quinquaginta solidos [...] et melior cervus valeat triginta" (año 1250, documento del rey Alfonso de Portugal).
La historia de la palabra tiene un avatar extraño, pues es el origen de la denominación de esos équidos africanos a rayas que dan nombre también a los pasos de peatones. Los portugueses dejaron constancia de la existencia en África de un animal parecido a nuestros cebros y los naturalistas y filólogos que se ocuparon de esta cuestión convinieron en que la especie que los portugueses designaron como cebro o encebra por el parecido con los cebros peninsulares, tenía que ser el équido rayado, ¡a pesar de que aquí nunca hubo semejantes animales!
Conservamos otros datos importantes sobre este enigmático animal que pueden ayudar a su correcta identificación:
- su cuero (denominado tórdiga o tuérdega) pertenecía íntegro al que había cobrado la pieza. Es necesario precisar aquí que tórdiga principalmente significa "piel vacuna", con la que solían hacerse las abarcas. Esta piel se trataba de la misma forma que la de vaca, de forma diferente a la de los équidos: "Todo cortidor curta el cuero uacuno et enzebruno a quarto, et caualluno o de mulo o de asno a tercias" (Fuero de Usagre, s. XIII: CORDE).
- su fiereza originó expresiones para referirse a la mujer bravía: "Komo una zebra - De la ke se enbraveze mucho" (Gonzalo Correas, 1627: CORDE). Lo que puede ponerse en relación con el uso del término en las cantigas de escarnio de Lopo Lias en las que se ridiculiza a unos infanzones de Lemos denominándolos zevrões.
- su sebo se utilizaba contra el mal de ojo, aplicándose en las "sobreçejas, sevo de enzebra untado" (Enrique de Villena, 1422: CORDE).
- su nombre fue utilizado por los conquistadores españoles en la Patagonia para describir la indumentaria de un indio: "tambien le demostraron oro é plata, mas no hizo mudamiento ninguno. El era grande de cuerpo y feo, y traia vestido una peleja de cebra" (Relacion escrita y presentada al Emperador por Andres de Urdaneta, 1537: CORDE). Resulta imposible aducir que el indígena vistiese la piel de un équido (rayado o sin rayar), pues éstos no son autóctonos de América, así que el español utiliza cebra para referirse a otra especie.
La historia de la palabra tiene un avatar extraño, pues es el origen de la denominación de esos équidos africanos a rayas que dan nombre también a los pasos de peatones. Los portugueses dejaron constancia de la existencia en África de un animal parecido a nuestros cebros y los naturalistas y filólogos que se ocuparon de esta cuestión convinieron en que la especie que los portugueses designaron como cebro o encebra por el parecido con los cebros peninsulares, tenía que ser el équido rayado, ¡a pesar de que aquí nunca hubo semejantes animales!
Conservamos otros datos importantes sobre este enigmático animal que pueden ayudar a su correcta identificación:
- su cuero (denominado tórdiga o tuérdega) pertenecía íntegro al que había cobrado la pieza. Es necesario precisar aquí que tórdiga principalmente significa "piel vacuna", con la que solían hacerse las abarcas. Esta piel se trataba de la misma forma que la de vaca, de forma diferente a la de los équidos: "Todo cortidor curta el cuero uacuno et enzebruno a quarto, et caualluno o de mulo o de asno a tercias" (Fuero de Usagre, s. XIII: CORDE).
- su fiereza originó expresiones para referirse a la mujer bravía: "Komo una zebra - De la ke se enbraveze mucho" (Gonzalo Correas, 1627: CORDE). Lo que puede ponerse en relación con el uso del término en las cantigas de escarnio de Lopo Lias en las que se ridiculiza a unos infanzones de Lemos denominándolos zevrões.
- su sebo se utilizaba contra el mal de ojo, aplicándose en las "sobreçejas, sevo de enzebra untado" (Enrique de Villena, 1422: CORDE).
- su nombre fue utilizado por los conquistadores españoles en la Patagonia para describir la indumentaria de un indio: "tambien le demostraron oro é plata, mas no hizo mudamiento ninguno. El era grande de cuerpo y feo, y traia vestido una peleja de cebra" (Relacion escrita y presentada al Emperador por Andres de Urdaneta, 1537: CORDE). Resulta imposible aducir que el indígena vistiese la piel de un équido (rayado o sin rayar), pues éstos no son autóctonos de América, así que el español utiliza cebra para referirse a otra especie.
Varios testimonios señalan el parecido del cebro con el buey, se trataría de un buey fiero:
"Supe este año de 1761 que en las caídas del Cebrero de Galicia,
llaman hoy cebrosa los bueyes ariscos"
P. Martín Sarmiento (Onomástico etimológico de la lengua gallega, ed. de J.L. Pensado, 1999)
Este buey arisco, que es como decir fiero, es precisamente la definición del bisonte que proporciona Lacavalleria en su Bibliotheca Musarum: "bison, bisontis - animal a nosotros no conocido, buey fiero". Y algo a mi pesar utilizo esta cita que el padre Sarmiento obvia en su estudio Disertación sobre el animal zebra, para echar abajo la conclusión del mismo y de tantos otros en los que se trata de identificar con una especie de équido salvaje al animal extinto denominado cebro en la Península Ibérica.
Un no menos interesante testimonio es la traducción al judeoespañol (idioma que conserva acepciones españolas perdidas) realizada en el XIX por Yishac ben Abraham Hakohén de un cuento en que cebro y buey se utilizan como sinónimos, y se destaca además la proverbial velocidad atribuida al cebro:
"A la voz de Yosef se encorajaron las mujeres un poco y empezaron a caminar con muncha prisa, ma el cebro continuaba en el corer propiamente como un águila [...]. Yosef con su cencia se supo escapar del buey [...]. Tomó el manto y se lo arojó sobre su cabeza y se lo emvolvió sobre sus cuernos y sobre sus ojos, cosa que non pueda ver más por ánde se fuéron las mujeres" (Dos colecciones de cuentos sefardíes de carácter mágico, ed. de Elena Romero, 2009).
Las definiciones que utiliza el padre Santa Rosa de Viterbo en su Elucidário (1799) señalan igualmente el aspecto vacuno o, si se quiere, bisontino de estos animales:
ZEBRAL: no foral de Cea de 1136 se manda que o carniceiro dé do boi ou vaca, huma pedra zebral. Según Santa Rosa esta piedra zebral sería una medida de peso denominada así por su relación con los bóvidos.
ZEBRARIO: cousa de boi ou vaca, novilho ou vitela.
ZEVRO: boi ou vaca, novilho ou vitela.
El Vocabulario portuguez e latino (1712) de Raphael Bluteau nos cuenta que los cafres en África llevan un peinado que semeja unos cuernos para imitar a algunos animales silvestres, entre los cuales menciona a las zebras.
Con esto sería suficiente para plantear una duda más que razonable y revisar el estado de la cuestión. En lo que respecta a O Cebreiro, en el cronicón de Sampiro figura como "alpes montes Ezebrarii" y después, en la versión del arzobispo Don Rodrigo, como "locum qui mons dicitur Onagrorum", con lo que se glosa cebro = onagro, equivalencia que conviene investigar.
¿Qué se entendía por onagro o cebro? En los clásicos encontramos varias referencias que nos indican o bien que los onagros pertenecían a la especie bos (buey) o bison bonasus (bisonte europeo), o bien que el término con que se designaba a los bisontes se empleaba indistintamente para denominar a los asnos silvestres, aparente rareza que en la zoonomástica es de lo más frecuente: hipopótamo (del griego hippos, "caballo" + potamos, "río", en latín o equus fluviatilis), sunkawakan (en idioma nativo de los lakota sunka significa "perro", el compuesto significa "caballo"), etc.
Veamos algunas de ellas:
"Onager liberos, bos coniugatos reprasentat" (de Balthasar Cordier, Job elucidatus, 1646). En la literatura bíblica se establece un paralelismo entre el onagro y el buey, uno y otro pertenecen a la misma especie, en libertad y doméstica (o subyugada, uncida). Esta dualidad es aprovechada constantemente para predicar sobre la naturaleza humana.
"Onager & bonasus [bisonte] etsi differentes aliquo modo quo ad exteriorem formam sint, ejusdem tamen speciei censentur esse; sola coeli tellurisque natura transformati", de Kircher (s. XVII, referencia en la obra Historia de la biología comparada, de Papavero, Pujol Luz y Llorente Bousquets). Es decir, que onagro y bisonte son la misma especie modificada por la acción del medio, según aventura este precursor del darwinismo.
"ad confinia Laponia, [...] ibi in praecipuis feris venantur uros & bisontes, quos patria lengua dicunt Elg, id est, asinos sylvestres", de Iacobi Ziegleri, Schondia (1532). Es decir, cerca de los límites de Laponia se cazan uros y bisontes, que en su lengua llaman Elg, o sea, asnos silvestres, u onagros.
Un no menos interesante testimonio es la traducción al judeoespañol (idioma que conserva acepciones españolas perdidas) realizada en el XIX por Yishac ben Abraham Hakohén de un cuento en que cebro y buey se utilizan como sinónimos, y se destaca además la proverbial velocidad atribuida al cebro:
"A la voz de Yosef se encorajaron las mujeres un poco y empezaron a caminar con muncha prisa, ma el cebro continuaba en el corer propiamente como un águila [...]. Yosef con su cencia se supo escapar del buey [...]. Tomó el manto y se lo arojó sobre su cabeza y se lo emvolvió sobre sus cuernos y sobre sus ojos, cosa que non pueda ver más por ánde se fuéron las mujeres" (Dos colecciones de cuentos sefardíes de carácter mágico, ed. de Elena Romero, 2009).
Las definiciones que utiliza el padre Santa Rosa de Viterbo en su Elucidário (1799) señalan igualmente el aspecto vacuno o, si se quiere, bisontino de estos animales:
ZEBRAL: no foral de Cea de 1136 se manda que o carniceiro dé do boi ou vaca, huma pedra zebral. Según Santa Rosa esta piedra zebral sería una medida de peso denominada así por su relación con los bóvidos.
ZEBRARIO: cousa de boi ou vaca, novilho ou vitela.
ZEVRO: boi ou vaca, novilho ou vitela.
El Vocabulario portuguez e latino (1712) de Raphael Bluteau nos cuenta que los cafres en África llevan un peinado que semeja unos cuernos para imitar a algunos animales silvestres, entre los cuales menciona a las zebras.
Con esto sería suficiente para plantear una duda más que razonable y revisar el estado de la cuestión. En lo que respecta a O Cebreiro, en el cronicón de Sampiro figura como "alpes montes Ezebrarii" y después, en la versión del arzobispo Don Rodrigo, como "locum qui mons dicitur Onagrorum", con lo que se glosa cebro = onagro, equivalencia que conviene investigar.
¿Qué se entendía por onagro o cebro? En los clásicos encontramos varias referencias que nos indican o bien que los onagros pertenecían a la especie bos (buey) o bison bonasus (bisonte europeo), o bien que el término con que se designaba a los bisontes se empleaba indistintamente para denominar a los asnos silvestres, aparente rareza que en la zoonomástica es de lo más frecuente: hipopótamo (del griego hippos, "caballo" + potamos, "río", en latín o equus fluviatilis), sunkawakan (en idioma nativo de los lakota sunka significa "perro", el compuesto significa "caballo"), etc.
Veamos algunas de ellas:
"Onager liberos, bos coniugatos reprasentat" (de Balthasar Cordier, Job elucidatus, 1646). En la literatura bíblica se establece un paralelismo entre el onagro y el buey, uno y otro pertenecen a la misma especie, en libertad y doméstica (o subyugada, uncida). Esta dualidad es aprovechada constantemente para predicar sobre la naturaleza humana.
"Onager & bonasus [bisonte] etsi differentes aliquo modo quo ad exteriorem formam sint, ejusdem tamen speciei censentur esse; sola coeli tellurisque natura transformati", de Kircher (s. XVII, referencia en la obra Historia de la biología comparada, de Papavero, Pujol Luz y Llorente Bousquets). Es decir, que onagro y bisonte son la misma especie modificada por la acción del medio, según aventura este precursor del darwinismo.
"ad confinia Laponia, [...] ibi in praecipuis feris venantur uros & bisontes, quos patria lengua dicunt Elg, id est, asinos sylvestres", de Iacobi Ziegleri, Schondia (1532). Es decir, cerca de los límites de Laponia se cazan uros y bisontes, que en su lengua llaman Elg, o sea, asnos silvestres, u onagros.
"ibi onagri cornua boum habentes forma maxima", De rebus in oriente mirabilibus (s. VII-VIII). En cierta parte del oriente próxima a la India los onagros poseen enormes cuernos de buey.
Tras esta ristra de referencias y citas, la certeza de que la especie de importantísimo valor cinegético que hemos extinguido hacia el siglo XIV caracterizada por su fiereza fue el bison bonasus o bisonte europeo, el mismo que plasmaron magistralmente los autores de las pinturas de Altamira hace miles de años.
Respecto al nombre cebro, "bisonte", lo supongo emparentado con el eslavo zubr, bisonte, zubrón": "Allí se encuentran aun en el dia castas de animales que han desaparecido del resto de Europa: tal es el bison, zubr en polaco, especie de buey silvestre" (Carlos Foster, Historia de la Polonia, 1840); "Zubrones bestie ferocissime sunt, et sunt de genere taurorum silvestrium". Siete de estos cebros polacos se trajeron a San Cebrián de Mudá (Palencia) en 2010 para intentar su repoblación, lo que me recuerda de paso que puede que ese Cebrián... también sea un topónimo motivado por los cebros.
(C) El Mundo.
El francés antiguo atoivre / toivre, "vaca, bestia, ganado" podría estar relacionado con el término portugués zevro / zevra, "buey, vaca", según Diez, An etymological dictionary of the romance languages. Por otra parte, en la glosa del antiguo alemán ceburhaftiu, 'holocaustomata', la víctima de un holocausto o hecatombe (sacrificio de bueyes) es denominada cebur.
Finalmente, intentar establecer que toda la toponimia de este tipo guarde relación directa con la presencia del animal cebro parece tarea imposible, pues podría deberse a otros matices como la orografía del terreno en forma de gibba o a la naturaleza salvaje y agreste del territorio o sus habitantes.
El francés antiguo atoivre / toivre, "vaca, bestia, ganado" podría estar relacionado con el término portugués zevro / zevra, "buey, vaca", según Diez, An etymological dictionary of the romance languages. Por otra parte, en la glosa del antiguo alemán ceburhaftiu, 'holocaustomata', la víctima de un holocausto o hecatombe (sacrificio de bueyes) es denominada cebur.
El parentesco del latín gibba, "corcova", con el romance cebro, el eslavo zubr y el antiguo germano cebur, habrá de investigarse en vista de que la característica joroba del bisonte podría ser la razón del calificativo gibberum, "corcovado", que perfectamente podría evolucionar hacia estos resultados con z- inicial. "Boues índicos gibberos (Bizonz) eiusdem cum nostris bobus speciei esse".
En la colonización de América gibro se utiliza como término genérico para designar al "indio de las montañas", indómito y de costumbres salvajes para los colonos de aquella época; otras formas en que nos ha llegado el término fueron Zéberos, Xéberos, Xebros, Xíberos... en las que predomina una vocal epentética entre el grupo br. Estas variaciones se fueron lexicalizando y especializando para designar finalmente a diferentes tribus indígenas, como los jíbaros (shuar) del Amazonas, o aplicarse, sin más, a cualquier animal cimarrón o montesino.
En relación con esta especialización semántica hacia lo indómito, el gallego enxebre, "salvaje", podría provenir, por extensión, de la fiereza del bisonte. En gallego además xebra o cebra es el nombre que recibe el alga fucus vesiculosus: Xebra (Sarmiento), Cebra / Xebre (Sobreira), Xebre (Cornide). Probablemente por sus vesículas o corcovas.
En la colonización de América gibro se utiliza como término genérico para designar al "indio de las montañas", indómito y de costumbres salvajes para los colonos de aquella época; otras formas en que nos ha llegado el término fueron Zéberos, Xéberos, Xebros, Xíberos... en las que predomina una vocal epentética entre el grupo br. Estas variaciones se fueron lexicalizando y especializando para designar finalmente a diferentes tribus indígenas, como los jíbaros (shuar) del Amazonas, o aplicarse, sin más, a cualquier animal cimarrón o montesino.
En relación con esta especialización semántica hacia lo indómito, el gallego enxebre, "salvaje", podría provenir, por extensión, de la fiereza del bisonte. En gallego además xebra o cebra es el nombre que recibe el alga fucus vesiculosus: Xebra (Sarmiento), Cebra / Xebre (Sobreira), Xebre (Cornide). Probablemente por sus vesículas o corcovas.
Finalmente, intentar establecer que toda la toponimia de este tipo guarde relación directa con la presencia del animal cebro parece tarea imposible, pues podría deberse a otros matices como la orografía del terreno en forma de gibba o a la naturaleza salvaje y agreste del territorio o sus habitantes.
Creo mais provavel que que bisontes os cebros sejam uros (Bos Primigenius Primigenius): http://www.patronatodeltorodelavega.com/LANCEROS/HISTORIA/el-uro.htm olho ao gravado co home alançeando um uro
ResponderEliminarhttp://naturacuriosa.blogspot.com/2009/04/el-uro-inmenso-toro-europeo.html o tamanho destes cornos som um motivo mais que bom para consideralo uma temivel e valiossa peça de caça e o seu corpo semelha muito mais ligeiro e veloz que o mais pesado dum bisonte
http://www.nationalgeographic.com.es/2010/07/12/retorno_del_uro.html
ResponderEliminarSobre una possível raça de cãos selecionada para a caça de touros selvagens (uros?): http://angul0scuro.blogspot.com/2007/04/perros-al-toro-una-tradicin-ancestral.html
ResponderEliminarFixa-te que nos capitéis românicos que aparecem nas imagem da postagem para ilustrar o tema aparece um touro de longos com abertos e não curtos e apertados como no bisonte
Sí, la verdad es que el cebro podría ser bos primigenius, el antepasado del toro de lidia. En cualquier caso, no un asno o équido salvaje como se nos ha repetido hasta la saciedad.
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