Hace casi seis años publiqué en Celtiberia.net, en forma de ejemplo, lo que podría considerarse con bastante generosidad un esbozo de la metodología a seguir para datar la antigüedad de algunos topónimos paleoeuropeos, fundamentalmente hidrónimos o talasónimos, aunque también sería posible su aplicación a la datación de orónimos.
Se trata de una metodología multidisciplinar en la que colaboran a partes iguales dos ciencias, la lingüística y la geología, y en la práctica viene a ser como una excavación arqueológica de los topónimos, que pasan a situarse en un estrato geológico como si se tratara de útiles olduvaienses. Los topónimos datados mediante esta metodología integrarían, en mi opinión, los auténticos topónimos fósiles, sólo explicables por reflejar inequívocamente un paleopaisaje fósil reconstruido con el auxilio de la geología. La dificultad del método estriba principalmente en establecer esa relación inequívoca entre toponimia y paleopaisaje, al trabajar con bases paleoeuropeas que no son todavía exactas.
El caso que publiqué en su momento analizaba los pormenores del topónimo ferrolano
Almufeira (actualización del 27-04-05), situado cerca de la laguna de Doniños. En líneas generales el
modus operandi de excavación de un topónimo es el siguiente:
1. Se comienza con la elección de una zona que haya sufrido alteraciones orográficas, estudiada por expertos geólogos, con sus dataciones, etc. Las transformaciones sufridas en el relieve o la hidrografía han de ser
imperceptibles para la población actual, es decir, únicamente sabemos que se han producido tales procesos por las investigaciones geológicas, pero nosotros, el común de los mortales, no vemos indicios que nos lleven a suponer que la orografía fuese distinta en tiempos remotos. Tal vez el folclore de la zona también corrobore dicha alteración (leyendas de ciudades anegadas).
Playas fósiles que aparecen en una excavación arqueológica, terrazas de ríos, líneas de paleocostas (hoy en seco, tierra adentro, o bien sumergidas pero cuyos vestigios podrían manifestarse en la talasonimia costera), llanuras que estuvieron ocupadas por lagunas, cerros testigo... Que las poblaciones actuales ignoren que la fisonomía del paisaje que habitan se debe a alteraciones en su configuración pretérita es la garantía principal de que los topónimos que lo nombran son tan antiguos como el río que por él discurrió, del cual no queda vestigio aparente alguno. Si, por el contrario, quedase a la vista por ejemplo un cauce seco, no habría forma de garantizar la antigüedad del topónimo; podría haberse nombrado ayer mismo por vez primera, pues todos los grupos poblacionales a través de distintas épocas saben distinguir o identificar perfectamente qué es un cauce seco. Este es el fallo principal que veo al intento de Benozzo de aplicar una metodología similar sobre los topónimos relacionados con las morrenas glaciares (
Algúns nomes totémicos da paissagem, 2011): es imposible garantizar que la toponimia derivada de
lava, "avalancha, morrena glaciar", date del Pleistoceno-Holoceno. En cualquier momento se pudo dar el nombre
lav- a estos característicos ríos de piedra visibles todavía en la Europa que sufrió las glaciaciones, ¿por qué en el Holoceno?
2. La parte lingüística de la investigación consiste en rastrear la toponimia del área en busca de posibles topónimos motivados por el paleopaisaje reconstruido, que encajen en él. Fundamentalmente serán bases opacas, no transparentes (incomprensibles para los habitantes), pertenecientes a la hidronimia y oronimia paleoeuropeas. Estas bases se transmiten de generación en generación por la tendencia a la conservación de la toponimia a pesar de la transformación que se opera en el paisaje, que ya no es reflejo del nombre que se le dio. Dicho sea de paso, aunque sea evidente hay que resaltar que esta transmisión generacional de topónimos que remiten a paleopaisajes es, a su vez, garantía de la continuidad poblacional, de su
continuitas, y garantía de la existencia de lenguaje.
El caso de Almufeira, posible hidrónimo (talasónimo) de la base ALM- de Krahe situado hoy en seco en un lugar donde hubo hace 5000 años una pequeña bahía, podría ser un ejemplo de la pervivencia del nombre, que se mantiene por inercia a pesar de que el objeto que designaba ha desaparecido.
Figura 1. Topónimo Almufeira, "bahía", en el paleopaisaje de hace 5000 años, y su relación con el topónimo As Ribas.
Figura 2. Topónimos Almufeira, "bahía", y As Ribas en el paisaje actual. Ambos significados, uno reconstruido y otro todavía transparente, no se corresponden con el paisaje actual, y sí con el anterior. 3. La
observación de discordancias entre el significado de la toponimia y la configuración del paisaje actual, o, lo que es lo mismo, la concordancia de la toponimia con un estadio anterior, proporciona un momento
ante quem que fija la fecha del topónimo. Gracias a los estudios geológicos sobre las formaciones de dunas y lagunas en las costas atlánticas de Galicia sabemos que durante la transgresión Flandriense, hace unos 5000 años, la costa tenía el perfil de la Figura 1, momento que parece adecuado para que el lugar reciba el nombre de Almufeira, "bahía". Más tarde no se justificaría la elección del nombre, Almufeira, puesto que con el transcurso del tiempo el paisaje se fue transformando, cerrando la bahía hasta aparecer como en la actualidad. De esta forma, poblaciones posteriores no pudieron nombrar como "bahía" algo que ya no lo era. Así de sencillo.
4. En auxilio de esta metodología deberían participar las técnicas complementarias de los estudios geológicos y arqueológicos, como la palinología, que terminarían por completar el paleopaisaje y aclarar la relación entre él y su toponimia.
Otro intento de datación aplicando esta metodología multidisciplinar es el caso de
Borrazás que publiqué hace poco en este blog, aunque para considerar definitiva la explicación del topónimo que expuse en él habría que realizar una cata y encontrar, que no sé si es posible dada la acidez del suelo gallego que descompone todo tipo de materias orgánicas, evidencias de que fue un estero donde crecía la borraza.
Para evitar gastos y esfuerzos inútiles es recomendable partir de zonas ya prospectadas, con estudios de paleopaisajes concluidos y comprobar si la toponimia paleoeuropea y los significados reconstruidos para ella se ajustan a ese paleopaisaje imperceptible para el observador moderno (entendiendo moderno en un sentido amplio). Yendo a un caso concreto cuyo paleopaisaje está bien estudiado y reconstruido me pregunto ¿por qué sobre Ibeas de Juarros de camino hacia el yacimiento de Atapuerca aparecen dos posibles hidrónimos testigo de las antiguas terrazas del Arlanzón: Bayón Álvaro y Valicencia?