martes, 6 de diciembre de 2016

Lagoa neolítica en O Petón da Campaíña - Corme

Ya hace algún tiempo que venimos informando de la existencia de lagoas de origen antrópico en nuestras montañas (Lagoas neolíticas de Galicia); primitivas obras de ingeniería hidráulica para captación del rocío o del agua superficial por escorrentía. Asimismo, hemos adscrito tentativamente la cronología de estos humedales al epipaleolítico o al neolítico pues por las inmediaciones de las lagoas discurren antiguas sendas naturales para el ganado, que transitarían las últimas sociedades de cazadores, y a menudo se localizan necrópolis megalíticas.

En la toponimia de la zona el nombre O Torno aludiría a uno de estos cattle-tracks, a un paso estacional para el ganado que, en la Prehistoria reciente, suponemos pastando en completa libertad y en estado salvaje en estos cotos de montaña de propiedad comunal hasta el momento de su cacería o reducción para aprovechamiento, como sucede todavía hoy en día en las rapas o curros. El Diccionario de diccionarios da lingua galega define tornar como "separar o apartar el ganado, impedir que se acerque a algún punto", siendo por ello los Tornos y Retornos de nuestra toponimia indicadores de vías naturales de tránsito utilizadas periódicamente por los animales en sus desplazamientos a los valles. Es precursor de esta línea de investigación el estudio de los Hubbard, Neolithic Dew-Ponds and Cattle-Ways, de 1905. 

Gran lagoa neolítica de montaña en Corme, junto al abrigo del Petón da Campaíña, en la zona denominada Ribeira dos Bolos Rubios. (C) Dolores González de la Peña

Por encima de Corme Aldea llama la atención la concentración de petroglifos en abrigos rupestres, siendo el más importante el del Petón da Campaíña, de adscripción epipaleolítica ("A media luz. Grabados de la Prehistoria reciente en abrigos galaicos", Fábregas y Rellán, Trabajos de Prehistoria, 2012) y estudiado someramente por Mañana Borrazás y Santos Estévez, "Arte rupestre no promontorio de Corme (Ponteceso)", Gallaecia, n  21. El nombre puede enlazar con antiguas tradiciones en las que los vedraios golpeaban la cabeza de los mozos para que no olvidasen la ubicación del término territorial.

Vista general del abrigo del Petón da Campaíña, Corme. (C) Dolores González de la Peña.

Según Fábregas y Rellán en el citado estudio, diversos autores como Tilley, Vázquez Rozas y De la Peña y Rey han comprobado que el paisaje inmediato a los paneles donde se graban los petroglifos suele trasladarse al panel; parece que de alguna forma ese peculiar paisaje está presente en la escena, plasmado, figurado o representado en el grabado.

Si sometemos el petroglifo del Petón da Campaíña a esta consideración podemos observar que la gran depresión hemiesférica del conjunto podría representar la laguna que venimos comentando, junto a la cual destaca un conspicuo afloramiento erosionado verticalmente; este afloramiento, asimismo, aparece insinuado en el plano vertical de la maqueta del paisaje representado en Petón da Campaíña, junto a la gran concavidad-laguna. A partir de ahí los diversos canalillos y cazoletas del plano horizontal podrían representar sendas naturales y la ubicación de otras estaciones y cazaderos (p. ej. O Torno). La hipótesis está muy lejos de estar contrastada, sin embargo no deja de ser sugerente que los petroglifos puedan haber sido diagramas o maquetas, a medio camino entre el mapa y la guía de viajes para antiguas sociedades de cazadores.

Afloramiento en la Ribeira de os Bolos Rubios, junto a la laguna.

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