sábado, 2 de junio de 2018

La cueva de invierno de la Serrana de Monfragüe

En la descripción de Piornal redactada por Pedro Vicente Tejeda en 1786 para el Diccionario Geográfico de Tomás López, se descubre la existencia en Monfragüe de una cueva de invierno habitada por la Serrana, personaje mitológico del folklore extremeño. "Hay una cueva y es tradición que una bestia, medio mujer del medio cuerpo arriba y del medio cuerpo abajo de bestia yegual, habítala en el verano, de tanta fortaleza que tiraba a la [?] con una piedra que pesaba más de 100 arrobas. Ella misma se precipitó para no ser cogida. Está la cueva a poniente, distante del pueblo [de Piornal] tres cuartos de legua; para el invierno tenía otra cueva para habitar llamado el Puerto de la Serrana, por bajo de Plasencia" (MSS/7299 de la Biblioteca Nacional de España, folios 163-165).

En los Riberos del Tajo,
por debajo de Plasencia,
la Serrana de la Vera,
tiene allí su residencia.
- Dime: ¿qué son estas cruces,
bermejas de violencia?
- Nuevi hombrih que he matao
pol no dalmi complacencia.

(C) Andregoto Galíndez, a partir de los romances populares de la Serrana (1).


Antropomorfos esquemáticos de la Cueva del Castillo - Parque Natural de Monfragüe.

De las Casas de Millán a la Serraílla no tengo conocimiento de que haya todavía folklore vivo sobre la Serrana (sí me contaron de la Marimanta, pero no de la Serrana); entre Villarreal de San Carlos y Torrejón el Rubio, es posible, pero no me consta personalmente. Ha de bastarnos la descripción de Pedro Vicente Tejeda para situar la cueva de invierno de la Serrana en la zona del Salto del Gitano, frente al Puerto de la Serrana, probablemente en la denominada Cueva del Castillo de Monfragüe, en la cual podemos observar las cruces (antropomorfos esquemáticos) que, según la leyenda transmitida por los romances, decoraban la cueva del personaje mitológico mitad mujer mitad yegua.

La identificación de las cruces de la leyenda (hasta 28 en algunas versiones) con los antropomorfos esquemáticos del arte rupestre extremeño nos permite realizar algunas consideraciones:
  1. la leyenda de la Serrana pudo haberse formado a partir de la interpretación de estos motivos pictóricos y del espacio en que se plasman (cueva, abrigo rupestre), dotándolos de sentido para formar una historia, el mito de la mujer salvaje o cavernícola devoradora de hombres; en este supuesto la leyenda podría ser posterior a las pinturas rupestres
  2. las pinturas rupestres plasman el mito de la devoradora de hombres; en este otro supuesto las pinturas serían posteriores al mito, escenificación del mismo.
En cualquier caso, en los confines del antiguo territorio de la Lusitania, el personaje mitológico de la Serrana extremeña coincide con el de la Moura o Sarracena galaico-portuguesa. Aún sin estar clara la etimología del sustantivo sarraceno, como señala Elena González-Blanco García (2) parece que en la Península el término sarraceno se cargó de negatividad (salvaje, pagano, cruel) por confluir con algún otro, entre los cuales sugiere sierra. La autora no ofrece más aclaraciones, por ello conviene citar a Raverat, que en 1876 advertía que los topónimos franceses Serezin sur le Rhône, Serezin de Mures, Serezin de la Tour están "tous situés sur les cimes de collines rocheuses, caillouteuses ou graveleuses appelées serres par nos villageois" (Revue du Lyonnaise).

Es posible que la etimología de sarraceno no tenga que ver con el orónimo serra, pero por lo menos en la imaginación del pueblo sí operó esta relación: el sarracín / serracín se identificó por etimología popular con los primitivos habitantes de las sierras, con el hombre salvaje prehistórico, de ahí la equivalencia entre los personajes mitológicos Serrana <=> Serracina / Sarracena <=> Moura, con una fase intermedia que propicia el cambio semántico por atracción hacia el orónimo o el grupo étnico. En la base de esta etimología operaron derivaciones como: de campo - campesino; de monte - montesino; luego, de serra - serracino. 

(1) "El romance de La Serrana de la Vera. La pervivencia de un mito en la tradición del Sur", Pedro Manuel Piñero, Dicenda, 1987.
(2) "Sarracín, sarraceno y su campo semántico: un problema léxico abierto", González-Blanco García, Interlingüística, nº 17, 2007.

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