sábado, 29 de diciembre de 2018

Y una estrella cayó del cielo


Sima o pozo de la estrella, Iglesia de la Natividad de Belén. (C) Image courtesy of www.HolyLandPhotos.org

Continuamos explorando la creencia priscilianista según la cual las almas descienden del cielo a la tierra en forma de estrella. Resulta paradójico que el cristianismo haya declarado herética esta tradición cuando, al mismo tiempo, integra su mito principal, el de la reencarnación de su Salvador, precedida por el descenso vertiginoso de una estrella o meteorito que supuestamente se hundió en el suelo terrestre justo en el momento y lugar en el que se producía el alumbramiento del Niño Dios. Allí mismo se construiría la Iglesia de la Natividad de Belén, donde puede observarse cómo la boca de la sima en la que se cree que cayó la estrella está decorada con un trabajo de orfebrería de forma estelar, que enmarca el objeto de culto.

El Pozo de los Magos no es, como se cree popularmente, un pozo de agua donde se reflejaba una estrella, sino un agujero formado por un meteorito; de ser cierta esta parte del mito, todavía podrían encontrarse en el fondo de la sima restos del meteoro.

Según testimonio del presbítero Jacinto, que visitó los Santos Lugares en el siglo X, en el pozo estaba la estrella que condujo a los Magos de Oriente: "dum descendimus de corum ad sinistram manum, scala per quam descendimus est unum paries putei, alium pariter est junctum cum cancellis coris, super quem putei stellam stetit qui Magos ab oriente perduxit" = descendimos del coro por la izquierda, la escalera por la que bajamos forma una de las paredes del pozo, la otra aparentemente se inicia junto a las cancelas del coro; sobre el pozo está la estrella que condujo a los Magos desde Oriente. MSS/18387 de la BNE  Escrituras de varios monasterios, "Códices de la Catedral de León", f.193. Jacinto parece describir el trabajo de orfebrería en forma de estrella que decora la boca de la sima, tal y como se puede ver en la actualidad.


Petroglifo de Laxe das Rodas, Muros. Podría representar la caída de una estrella-alma procedente del cielo; la datación de los petroglifos galaicos en el Bronce Final indicaría el origen remoto de la creencia en la transmigración astral de las almas.

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