Como en Cádiz con sus Puertas de Tierra, en A Coruña existió una muralla que cerraba la entrada a la Pescadería (Pescaría) de la ciudad, por donde hoy corre la calle de Juana de Vega hasta la Praza de Mina. En el extremo de la muralla que daba a la bahía de A Mariña, aproximadamente donde están los jardines de la Rosaleda, o por la Comandancia de Marina, se situaba el castelo de Malvecín, una fortificación que formaba parte del conjunto defensivo de la muralla.
Ayer asistí a una interesantísima conferencia en la sede de la Asociación Cultural Alexandre Bóveda impartida por el técnico de normalización lingüística del concello de A Coruña, Iván Méndez López, que se centró en la irrefrenable pérdida de la microtoponimia de la ciudad, un bien cultural que nos sirve para conocer el pasado, la historia de un territorio, su topografía (invisibles ríos canalizados), las costumbres y modos de subsistencia de sus gentes, y nos permite atisbar en algún caso una visión diacrónica de la evolución urbana de un asentamiento.
Uno de los topónimos más curiosos que se trató fue precisamente Malvecín: al final de la charla, un asistente comentó que podría aludir, tal y como parece, a un vecino concreto (un político o gobernador, no recuerdo bien el argumento) poco fiable o traicionero, innoble, desleal... Los topónimos rara vez son tan transparentes. Por mi parte, sugerí que, como en otros muchos casos, la toponimia compuesta por Mal- es en realidad una variante de Val-, forma apocopada procedente del latín vallem (Maltravieso en Cáceres fue primero un Valtravieso < vallem transversum). Hubo quien apoyó la moción, añadiendo que la confusión de bilabiales v (pronunciada como b) y m es un fenómeno probado.
Pero lo cierto es que si tenemos en cuenta el segundo formante del topónimo, -vecín, proveniente del latín vicinum, derivado del latín vicus, "aldea, asentamiento pre-urbano", junto con la evidencia de la muralla que cerraba el vicus de la Pescaría en el siglo XV, resulta más conveniente pensar en una forma apocopada del latín vallum, "valado, empalizada", que en un vallem. Vallum vicinum, "empalizada o valado del vicus" > Valvecín > Malvecín. En este supuesto se trataría de un valado de madera previo a la muralla del siglo XV. Un topónimo de origen romano, evidentemente por la acepción fosilizada de vicinum en relación con el vicus o asentamiento pre-urbano, no con el concepto actual de vecino, "residente".
Según el romano Vegetio (siglo IV) la forma de hacer un muro doble defensivo relleno de tierra era la siguiente: "Intervallo vicenum pedum interposito, duo intrinsecus parietes fabricantur. Deinde terra, quae de fossis fuerit egesta, inter illos mittitur" (De re militari). Otras lecturas ofrecen la variante "inter vallum vicinum", que permite quizá pensar en el derivado de vicus que venimos comentando.
Según el romano Vegetio (siglo IV) la forma de hacer un muro doble defensivo relleno de tierra era la siguiente: "Intervallo vicenum pedum interposito, duo intrinsecus parietes fabricantur. Deinde terra, quae de fossis fuerit egesta, inter illos mittitur" (De re militari). Otras lecturas ofrecen la variante "inter vallum vicinum", que permite quizá pensar en el derivado de vicus que venimos comentando.
Un pequeño ejemplo de cómo la conservación y estudio de la toponimia nos permite asomarnos a la historia directamente, para intuir la existencia de un vicus romano en el barrio de la Pescaría de la ciudad.
Esta hipótesis no impediría sustentar para otros topónimos la etimología vallem vicinum, tal y como parece apuntar el nombre del arroyo Valmecín de Casasola de Rueda (León). Hidrónimo en el que la disimilación de bilabiales se produce a la inversa que en el topónimo coruñés: Malvecín - Valmecín.
Esta hipótesis no impediría sustentar para otros topónimos la etimología vallem vicinum, tal y como parece apuntar el nombre del arroyo Valmecín de Casasola de Rueda (León). Hidrónimo en el que la disimilación de bilabiales se produce a la inversa que en el topónimo coruñés: Malvecín - Valmecín.
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