domingo, 20 de enero de 2019

La Cailleach y la lechuza

No nos sorprende descubrir que en gaélico la lechuza se denomina también cailleach, "la vieja, la bruja". Sucede lo mismo en gallego con la palabra curuxa, que tiene la acepción de lechuza y de vieja bruja.

No vamos ahora a examinar por qué se produce esta identificación importantísima entre el ave y la antigua divinidad paleolítica (Gimbutas, The Living Goddesses, 2001). Sólo señalaremos la existencia en Escocia de una composición lírica denominada la Canción de la lechuza (Oran na Comhachaig), de la que existen varias versiones, que nos permite contextualizar adecuadamente la más famosa versión irlandesa, el Lamento de la Vieja de Beare (Caillech Bérri), encuadrándola en este tipo, puesto que tanto cailleach y comhachag son términos que se refieren a esta ave de connotaciones mitológicas, y ambas composiciones tienen contenidos y una estructura muy semejantes, con reflexiones relativas al paso del tiempo, al deterioro físico del ser humano que conlleva la vejez, a los cambios que se producen en el paisaje, a los héroes del pasado y sus tumbas, etc.

La música de Oran na Comhachaig o Chreag Ghuanach (el abrigo de piedra donde se refugia):

https://youtu.be/AFbxD0TtqLg

Según Antonio A Rodríguez Casal ("Imagen apotropaica y espacio ritual funerario en el megalitismo gallego", Semata, V. XIV, 2002) "la decoración de los ojos-soles hay que entenderla  [...] como una representación esquemática de la Madre Tierra, a su vez deidad protectora de los muertos. A partir del Neolítico puede ser representada únicamente mediante los ojos apotropaicos [...] o tomar forma de un pájaro nocturno (la lechuza), tanto en el Neolítico de Egipto como, por ejemplo, en los ídolos-placa del Megalitismo ibérico".

Observamos el vínculo entre el ave y la muerte en el nombre que recibe la curuxa, passaro da morte, en San Roque de Crespos, Ourense (según recoge Pilar García Moutón).

Cuenco tetralobulado de O Buriz (Guitiriz) con decoración de ojos-soles, localizado en una mámoa del monte Pirleo. (C) Rodríguez Casal.

La diosa prehistórica podrá ser o no la Madre Tierra, pero su representación con ojos de lechuza la liga indiscutiblemente a la divinidad zoomorfa que pervive, tras su antropomorfización, en la Atenea griega, con su inseparable lechuza. La que ve en la oscuridad, Noctiluca. Posiblemente representada íntegramente en contexto funerario en el Anta Pintada de Antelas, como un búho.

Anta Pintada de Antelas. (C) Arqueotoponimia.

Noctiluca es el étimo de lechuza, designaba a aves de mal agüero como los bubones (búhos) porque se creía que el haz de sus ojos era radiante como la luz del sol, lo que les permitía ver en la oscuridad (nota de Perreau a un fragmento de Lucilio). Avieno en su Ora Marítima menciona un templo frente a la costa de Tartessos consagrado antiguamente a esta diosa lechuza.

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