Puede concebirse al chamán como asceta que se somete a restricciones para alcanzar experiencias extáticas por medio del trance. En este sentido, el chamanismo no es una religión en sí mismo, sino una técnica extática utilizada por religiosos. Desde este punto de vista, el término de origen griego chameunia χαμευνία encaja como étimo posible para la controvertida etimología del sustantivo chamán / chamanismo, al referirse a una de estas prácticas, la humicubatio (dormir directamente sobre el suelo), que junto con el ayuno y las flagelaciones, propiciaban la consecución del trance y la comunicación con el mundo espiritual en la que se ejercitaban ascetas y eremitas.
Varios ejemplos de lechos duros e incómodos utilizados por los ascetas son las esteras tejidas con juncos, acompañadas de almohadas para la zona cervical (embrimium) de piedra, a imitación de la de Jacob, o de durísima madera; lechos férreos, o con incrustaciones de fragmentos de vidrio y clavos... (Theophyle Raynaud, Ascetica).
Posible lecho de un asceta, en forma de tumba, para practicar la humicubatio en la supuesta necrópolis (o mejor eremitorio ascético) de San Vítor de Barxacova. Destacan las almohadas de piedra o embrimios.
Así pues, ligamos el origen del término chamán / chamanismo a la principal técnica que permite conseguir el estado de trance: el sueño sobre el suelo, en griego antiguo χαμευνία. Esta antigua práctica habría sobrevivido en la ascesis cristiana, que pretende, como el chamanismo, una comunicación con el mundo espiritual.
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