La recurrencia con la que los pazos galaicos aparecen anexados en la periferia de los castros, siendo continuación de las instalaciones pecuarias castreñas, y el hecho de que en algún caso éstos conserven el nombre de pazo (cfr. Castro Pazoi, Sobrado) nos lleva a preguntarnos con qué nombres se conocían éstos en la época prerromana. Castro, por supuesto, es una palabra de origen latino, así como castelo.
Pazo de Piñeiro (Caamouco, Ares). Camino que comunica el pazo con el castro, tras la reja del fondo. (C) Dolores González de la Peña, 2019.
El profesor Moralejo, en el artículo de referencia que venimos usando en esta serie de entradas (1) comienza su estudio con la siguiente consideración: "para la etimología [de pazo] empezaré por remitirme al término irlandés aile 'barrière, défense, protection' (LEIA A-32), con ide. *p inicial eliminada como es de regla en lo céltico [...] Pero también tenemos la alternativa de traer a colación términos como el irlandés ail 'rocher, grosse pierre' (LEIA A-29), el celta lepóntico palam, parece que 'piedra, estela, lápida' [...]. La cosa todavía puede complicarse con los actuales pala, paleira, refugios (de pastores) en cavidades o paredes rocosas, términos comunes todavía vivos en Galicia y Portugal".
Para ser más precisos, habría que desarrollar esta idea que dejó perfilada el profesor analizando en detalle qué nombres irlandeses provienen de (p)aile, "defensa, protección", étimo que en mi opinión no debería diferir del que origina ail, "piedra", al que le suponemos también *p inicial eliminada.
Patrick Weston Joyce (The Origin and History of Irish Names of Places, 1995, V. I, pg. 293) en el epígrafe dedicado a Aileach indica: "the circular stone fortresses already described under the words cathair and caiseal, were often called by the name aileach [ellagh], a word which signifies literally a stone house or stone fort, being derived from ail, a stone".
Interior del recinto amurallado circular de Grianán Ailigh (Donegal).
(C) Dolores González de la Peña, 2017.
Así, parece segura la relación entre el *(p)aileach irlandés, y el término *palatiom indoeuropeo, neolítico, que acabó evolucionando en gallego-portugués a pazo / paço y formas afines, pasando de la acepción "aprisco para el ganado" a la de "casa grande, casa forte" que tiene en la actualidad. Estas fortalezas fueron sedes de las dinastías reales irlandesas (v.g. el clan Uí Néill de Grianán Ailigh), surgidas a partir de la propiedad del ganado (los dueños del ganado), como los pazos lo fueron y lo son de la llamada pequeña nobleza rural gallega (nótese la diferente percepción de un mismo hecho). ¿Será nuestra nobleza rural heredera, en algún caso, de linajes familiares castreños?
La perduración de las formas de ocupación del territorio se explica, según Parcero Oubiña, porque la "ocupación y dominio romano en el noroeste no siempre implicó una modificación importante", "dentro de la escala de análisis actual, referida al paisaje de subsistencia [...] no hay un nuevo modelo de paisaje, no hay una concepción diferente de la relación entre las comunidades y el medio, de ocupación y explotación del entorno. La constitución de un paisaje productivo propio del campesinado es algo que corresponde a los grupos prerromanos. Una alteración significativa de esta forma de paisaje no se va a registrar hasta el momento en que los castros se abandonan y aparece un nuevo tipo de comunidades, de paisaje, caracterizado por aldeas abiertas con unos patrones de posición bien diferentes" (La construcción del paisaje social en la Edad del Hierro del noroeste ibérico, 2002, pg. 147-148). Matizamos la apreciación de Parcero Oubiña con el argumento que estamos manejando de que el abandono de los castros no fue, en muchos casos, total, permaneciendo en uso su *palatiom, "redil", lo que posibilitó que el sistema productivo ganadero de origen castreño se perpetuase con la misma articulación del paisaje que existía en la Edad del Hierro.
(1) "Arco(s), Busto(s), Pazo(s) ¿toponimia de ganadería?" (As Tebras Alumeadas, 2005).
La perduración de las formas de ocupación del territorio se explica, según Parcero Oubiña, porque la "ocupación y dominio romano en el noroeste no siempre implicó una modificación importante", "dentro de la escala de análisis actual, referida al paisaje de subsistencia [...] no hay un nuevo modelo de paisaje, no hay una concepción diferente de la relación entre las comunidades y el medio, de ocupación y explotación del entorno. La constitución de un paisaje productivo propio del campesinado es algo que corresponde a los grupos prerromanos. Una alteración significativa de esta forma de paisaje no se va a registrar hasta el momento en que los castros se abandonan y aparece un nuevo tipo de comunidades, de paisaje, caracterizado por aldeas abiertas con unos patrones de posición bien diferentes" (La construcción del paisaje social en la Edad del Hierro del noroeste ibérico, 2002, pg. 147-148). Matizamos la apreciación de Parcero Oubiña con el argumento que estamos manejando de que el abandono de los castros no fue, en muchos casos, total, permaneciendo en uso su *palatiom, "redil", lo que posibilitó que el sistema productivo ganadero de origen castreño se perpetuase con la misma articulación del paisaje que existía en la Edad del Hierro.
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