"Cuentan que por las noches al ir el campesino a mucir, se encontraban de que no tenían ni gota de leche, no sabiendo la manera de cómo la habían perdido haciendo poco tiempo que vinieran del pasto trayendo la ubre muy llena. Esto ocurría una y otra vez, obligando a los dueños a una estrecha vigilancia, hasta que un día se sorprendieron al ver cómo de debajo del estrume de la cuadra sale una culebra, que levantando la cabeza se enroscó a la pata poniéndose a mamar con toda tranquilidad, ella quieta dando mugidos de alegría por la suavidad con que la culebra le iba extrayendo la leche. El hombre con un fouciño la cortó al medio, saliendo de su cuerpo un río de leche que quedó tirado por la cuadra. Pero tal fue el desengaño que la vaca no volvió a dar más leche" (Abilio Folgar Crestar en Historia de Moraña y tradiciones gallegas, recogido por Mar Llinares Rivas, Mouros, ánimas y demonios).
Mar Llinares analiza algunos de los elementos en clave de esta creencia popular remitiéndose a bibliografía local (p. ej. al interesante pero parcial "Serpientes gallegas: madres contra rameras", de Criado Boado): la serpiente como representación de la lujuria femenina característica de las mouras mitológicas, la leche como posible trasunto del semen (Constantino García sub leite, Diccionario de Diccionarios), o la succión como actividad sexual placentera. La autora señala que existe una superstición gallega relacionada con el gusto por la leche, o mejor, por la succión o el acto de mamar, considerado una especie de perversión sexual en la mujer: a una niña debe destetársela antes que a un niño, de lo contrario, "cuanto más tiempo mame, mayor será su apetencia sexual y su tendencia a entregarse a los hombres".
Esta plena identificación, y no metáfora, semen igual a leche, o a cualquier otro producto lácteo no sólido tipo requesón, cuajada, o yogur (los ingleses prefieren cream),
que se sigue utilizando en la actualidad pero en contexto o registro
vulgar y jocoso, es sorprendentemente antigua, y conforma la base cosmogónica láctea de pueblos ganaderos dedicados al pastoreo, principalmente indoeuropeos, aunque la extensión de esta identidad lácteo-seminal es tal, que puede considerarse un universal lingüístico.
Por ello, la aproximación de Criado Boado es incompleta, ya que únicamente identifica en el mito a una mujer que pervierte la función maternal abandonándose al placer sexual que le produce la succión.
Al otro extremo del ámbito indoeuropeo la serpiente que mama leche vuelve a aparecer arrebatando la potencia vital del hombre, su semen: "from a wrestler´s perspective, having sex with a woman is like being sucked dry by a snake [...] The breast becomes the phallus from which semen rather than milk is sucked out" (The Wrestler's Body: Identity and Ideology in North India, J.S. Alter). Aquí tenemos otra de las claves que ayuda a entender la versión mítica conservada en el foklore gallego: el falo como ubre de la que se extrae la leche seminal.
En sánscrito védico la palabra payas designa, igual que aquí, tanto la leche como el semen, y según O'Flaherty se trata de una extensión del significado vía metáfora, desde la noción original de la palabra, que designaría el producto de la glándula mamaria femenina, a la secundaria: "payas is a Sanskrit word whose primary meaning is milk but which is metaphorically applied to semen". No obstante, la precedencia de acepciones propuesta por O' Flaherty basándose en apriorismos fisiológicos inherentes a los mamíferos podría no ser correcta culturalmente, desde el punto de vista lingüístico, pues en algunas culturas se creía lo contrario, que era el semen del macho el que producía la leche en la hembra por inseminación o ingesta (Zambia, Indonesia). También ordeñar o muxir comparten con el sánscrito duh la acepción sexual de extraer el semen manualmente (O'Flaherty: Women, Androgynes and Other Mythical Beasts). "Payoduh = milking; giving semen (?)" (Monnier-Williams, A Sanskrit-English Dictionary). Y tampoco hay que olvidar que el latín irrumare, "mamar", tenía el sentido de lactar, pero también el de practicar una felación.
En la prehistoria el semen era el único elemento conocido capaz de engendrar vida, así, tanto el propio fluido como su equivalente lácteo en sus diversas formas, eran ofrecidos a los dioses en sacrificio para que estos retornasen la fertilidad. La costumbre de ofrecer leche como equivalente eufemístico del semen se conservaba hasta hace poco en Galicia, según el testimonio recogido por Rodríguez Figueirido en 1973 en el lugar de A Pedra da Serpe de Penalba en Campolameiro: allí acudían los casados sin hijos llevando un cuartillo de leche sin hervir que sería zugado por la serpe mientras la pareja copulaba. La serpiente, entretenida con la leche, no succionaría el semen del hombre, por lo que a este le resultaría más fácil engendrar.
Por ello, la aproximación de Criado Boado es incompleta, ya que únicamente identifica en el mito a una mujer que pervierte la función maternal abandonándose al placer sexual que le produce la succión.
Al otro extremo del ámbito indoeuropeo la serpiente que mama leche vuelve a aparecer arrebatando la potencia vital del hombre, su semen: "from a wrestler´s perspective, having sex with a woman is like being sucked dry by a snake [...] The breast becomes the phallus from which semen rather than milk is sucked out" (The Wrestler's Body: Identity and Ideology in North India, J.S. Alter). Aquí tenemos otra de las claves que ayuda a entender la versión mítica conservada en el foklore gallego: el falo como ubre de la que se extrae la leche seminal.
En sánscrito védico la palabra payas designa, igual que aquí, tanto la leche como el semen, y según O'Flaherty se trata de una extensión del significado vía metáfora, desde la noción original de la palabra, que designaría el producto de la glándula mamaria femenina, a la secundaria: "payas is a Sanskrit word whose primary meaning is milk but which is metaphorically applied to semen". No obstante, la precedencia de acepciones propuesta por O' Flaherty basándose en apriorismos fisiológicos inherentes a los mamíferos podría no ser correcta culturalmente, desde el punto de vista lingüístico, pues en algunas culturas se creía lo contrario, que era el semen del macho el que producía la leche en la hembra por inseminación o ingesta (Zambia, Indonesia). También ordeñar o muxir comparten con el sánscrito duh la acepción sexual de extraer el semen manualmente (O'Flaherty: Women, Androgynes and Other Mythical Beasts). "Payoduh = milking; giving semen (?)" (Monnier-Williams, A Sanskrit-English Dictionary). Y tampoco hay que olvidar que el latín irrumare, "mamar", tenía el sentido de lactar, pero también el de practicar una felación.
En la prehistoria el semen era el único elemento conocido capaz de engendrar vida, así, tanto el propio fluido como su equivalente lácteo en sus diversas formas, eran ofrecidos a los dioses en sacrificio para que estos retornasen la fertilidad. La costumbre de ofrecer leche como equivalente eufemístico del semen se conservaba hasta hace poco en Galicia, según el testimonio recogido por Rodríguez Figueirido en 1973 en el lugar de A Pedra da Serpe de Penalba en Campolameiro: allí acudían los casados sin hijos llevando un cuartillo de leche sin hervir que sería zugado por la serpe mientras la pareja copulaba. La serpiente, entretenida con la leche, no succionaría el semen del hombre, por lo que a este le resultaría más fácil engendrar.
2 comentarios:
He aquí una leyenda muy parecida:
Fuente: Un mar de leyendas por el noroeste de Galicia. Esperanza Piñeiro de San Miguel y Ándres Gómez Blanco.
La culebra de O Deveso.
O Deveso, cerca de As Pontes, es tierra de contrastes extremos: cielos limpios, luminosos, que modifican y multiplican con reflejos los ocres, dotados, verdosos de los árboles; y brumas, nieblas, proyectos de demoradas lluvias anunciadas anunciadas, que uniformizan los tonos del paisaje. Hermoso paisaje tortuoso, con caminos quebrados, prados casi verticales, abundancia de regatos, molinos, puentes apenas divisados... Y mucha, mucha imaginación, como la de las culebras que allí habitan, que resultaron ser muy resabidas y astutas.
Cuentan que son culebras golosas y comilonas. No hacen daño a la gente, pero siempre están atentas a ver qué pueden robar.
En una ocasión, un campesino tenía una vaca muy buena, que además de criar un ternero grandullón, producía leche suficiente para toda la familia. Sin embargo, el dueño se dio cuenta de que la cantidad de leche que daba disminuía, y decidió observarla. A media noche fue a vigilar la cuadra, y descubrió que una culebra entraba sigilosamente aprovechando la oscuridad. Y vio cómo, con dulzura, se enroscaba en una pata trasera de la vaca, después le alcanzaba la ubre y mamaba. Mientras tanto, la vaca creía que su dueño la estaba ordeñando y, dócilmente, compartía con él el alimento de su cría.
Otra leyenda de O Deveso donde aparece la relación de serpiente-madre-hijo.
La más osada de las culebras.
Nos contaron también en O Deveso que, en una ocasión, una muchacha amamantaba a su hijo, que crecía fuerte y sano. Daba gusto ver aquel niño, mofletudo y bien alimentado sólo mediante lactancia. nada de papas de maíz. su madre, orgullosa, presumía de que su pecho le bastaba. A veces, a media noche, el cansancio la vencía, y se quedaba dormida mientras el niño mamaba.
Una culebra, envidiosa de aquella hartura, entró un día en la casa. Dicen que la vieron succionándole el pecho a la mujer, al mismo tiempo que, la muy sagaz, metía la punta de la cola entre los labios del chiquillo, a modo de chupete, para evitar que llorase.
Madre e hijo, desconocedores de lo que estaba sucediendo, viajaban por el mundo de ilusiones y caricias de los sueños.
Ramón Infante.
Asociación Cultural Ardóbriga.
Muchas gracias por la aportación y por la referencia bibliográfica, que no conocía y pienso adquirir :)
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