lunes, 10 de abril de 2017

Bajo el manzano florido



Son dos las versiones del siglo XIII que nos han llegado de esta cantiga de amigo galaico-portuguesa, la de Jõao Zorro y la de Airas Nunez (Base de datos de Cantigas Medievais Galego-Portuguesas del Projeto Littera).

Bailemos agora, por Deus, ai velidas,
sô aquestas avelaneiras frolidas,
e quen for velida como nós velidas,
se amigo amar,
sô aquestas avelaneiras frolidas,
verrá bailar.

Bailemos agora, por Deus, ai loadas,
sô aquestas avelaneiras granadas,
e quen for loada, como nós loadas,
se amigo amar,
sô aquestas avelaneiras granadas,
verrá bailar.
(Jõao Zorro)

La floración del avellano se produce en enero y febrero, meses nada corrientes en la ambientación de la poesía amorosa, que suele transcurrir en abril coincidiendo con la floración de los frutales (recurriendo al topos amoroso del Aprilis Tempore); y por otra parte, la flor del avellano no tiene aspecto de flor, pues es apétala, mostrando el árbol en su floración un aspecto un tanto desangelado y en absoluto granado, tanto que no invita a bailar bajo él. Por ello es lícito cuestionarse el carácter de estos avellanos; tal vez habría que buscar la acepción original del término avelaneira / avelaeira / aveleira de estas cantigas, que podrían estar inspiradas por otra anterior, así como el referente de algunos de los topónimos Abeleira / Abelaira, en el étimo indoeuropeo que significa "manzana", y que ha dado por ejemplo el inglés apple, el galés afall, el antiguo galés Aballo (nombre de una ciudad), el osco Abella (ciudad de Campania), etc. (Mallory y Adams, Encyclopedia of Indoeuropean Culture).

Se podrá pensar que estos argumentos lírico-botánicos a favor de una acepción arcaica del nombre común galaico aveleira como "manzano", y de avelá como "manzana" no apoyan suficientemente este antojo, sin embargo, en una época tan próxima como el siglo XIX Gaspar Frutuoso habla de las avellanas como manzanitas en su obra As Saudades da terra, Historia das Ilhas do Porto-Sancto, Madeira, desertas e selvagens: "engordavam os porcos con estes fructos, que são como avelaas e assì se chamabam maçãinhas".

Bailemos nós já todas três, ai irmanas,
sô aqueste ramo destas avelanas,
e quem for louçana, como nós, louçanas,
se amigo amar,
sô aqueste ramo destas avelanas
verrá bailar.
(Airas Nunez)


Por su parte, Elcok, en referencia bibliográfica que me indica ambablemente Giorgio di Francesco ("Toponimia del Valle de Tena", RFA, 1961-62), había llegado a conclusiones similares a la inversa en su análisis del sustantivo mazaranuála: "mi informador en Panticosa, al contestar a mi expresión de sorpresa por la presencia de manzanos en un territorio donde yo no había visto ninguno, replicó: 'no hay manzanos, hay mucha avellana'. Esto me indujo a preguntarme si mattian-ola no pudiera ser una anterior designación del avellano en el territorio de los Pirineos". El autor plantea como solución que el osco abella, "manzana", penetró en el área pirenaica, mientras que en el resto de los romances peninsulares fue pomum el término predominante; a continuación, en la zona pirenaica, el más moderno mattiana, "manzana", sustituiría al viejo abella, "manzana", y mattian-ola a su derivado abellana, "avellana".

Sin realizar una incursión sobre el terreno, de la toponimia gallega no se deduce más que una distribución geográfica de los topónimos Abeleira / Abelaira, ocupando de forma uniforme la franja oeste y este del territorio, respectivamente (unos 325 según la base de datos Toponimia de Galicia, frente a los 500 que alcanzan las formas Pumar / Pomar). Asimismo, algunos estudios modernos relativos al cultivo del avellano en Galicia mostraron su escasa implantación: "ya antes de ahora el malogrado gallego D. Antonio de Valenzuela Ozores había recomendado la introducción del cultivo del avellano en Galicia, sin que hubiesen sido atendidas por completo sus indicaciones" (Joaquín Costa, El arbolado y la patria).

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