sábado, 31 de diciembre de 2016

Padernelo, Padornelo, Paderne, Padrón y las rutas jacobeas

Nuestro admirado Juan José Moralejo escribió un excelente artículo sobre la etimología de los topónimos Padrón y su diminutivo Padornelo, plagado de interesantes referencias eruditas: "Empadronando a Padrón", publicado en la revista El Extramundi en 2004, y también recogido en su monografía Callaica Nomina. Entre las etimologías propuestas, prácticamente da como segura la que entronca estos topónimos con *petronum, "piedra con función monumental, es decir, de recordatorio de un acontecimiento, señalamiento de un límite, marca de una propiedad, orientación o referencia en caminos y cruces de caminos". Decía Moralejo que "la ausencia total de Patronus [como nombre propio] en la abundante documentación de antropónimos de época romana en Hispania no es la mejor recomendación para hacerlo responsable del abundante Padrón, Padrão y su diminutivo Padronelo, Padornelo" (op. cit., pg. 245). Además, añado, el significado del portugués padrão, "miliario", ¿de dónde vendrá con mayor probabilidad, de pater o de petra? El lexicógrafo Joaquim de Santa Rosa de Viterbo también recogió el significado del portugués padroom definiéndolo como "marco de pedra alta e corpulenta", y en su Elucidário encuentro la cita "fuit cautatum per Petrones", respecto a la delimitación de un couto, lo cual demostraría que petrones originó padrones, "marcos, miliarios", y su diminutivo padornelos.

En el Du Cange, sin embargo, se define petronus como "acervum lapidum", es decir, el montón de piedras que forma un amilladoiro. Esta última acepción que olvidó recoger el profesor Moralejo también sirve al contexto viario de los caminos, en concreto a la tipología de rutas de peregrinación, en las que abundan los acervos de piedras como el de Foncebadón (Camino de Santiago), los grandes amilladoiros de San Andrés de Teixido o el semidesaparecido de Pastoriza (romería de Nosa Señora de Pastoriza en A Coruña).

Y por otra parte, si bien Padornelo (Pedrafita do Cebreiro, en el Camino Francés) y Padronelo son diminutivos de Padrón, no es menos cierto que Padernelo (O Padernelo, Churío) ha de considerarse variante de Padornelo y, asimismo, diminutivo de Paderne. Y esto es así, además, porque ambos topónimos se sitúan en la misma vía de comunicación y a escasos kilómetros de distancia: en la maravillosa CP 905 de Betanzos a Irixoa, estudiada por Vales Villamarín como parte de una de las tres rutas jacobeas que pasaban por Betanzos, usando aquí, según el autor, un tramo de calzada romana. Este tramo, a pesar de que no se incluye en los modernos itinerarios, formaba parte del primer camino francés denominado hoy en día Camino del Norte.


La conexión de esta ruta jacobea con los milenarios caminos altos que discurren por los cordales de las sierras, bordeados de túmulos megalíticos, fue puesta de relieve por Vales Villamarín al indicar que la vía pasaba por las medoñas del Galiñeiro en Cambás, junto a la ermita de San Vitorio, enlazando con el campo de mámoas de Mántaras en donde se levanta la iglesia dedicada a San Antonio Abad ("Antiguas rutas jacobeas del territorio brigantino", Anuario Brigantino, 2002): "templo ojival de San Antonio Abad, denominado también de San Cosme, en el elevado monte de San Antón, feligresía de Santa María de Mántaras, edificación emplazada en las inmediaciones de otra necrópolis prehistórica, compuesta de un crecido número de "medoñas", de planta casi circular y violadas todas".

Tímpano del templo ojival de San Antonio Abad en Mántaras, Irixoa. En medio, San Antón con su bastón muleta en forma de tau y, bajo él, uno de sus cerdos pastando libremente (1); a la derecha, elemento vegetal, posible espiga de centeno con cornezuelo. (C) Dolores González de la Peña

Los hospitales dedicados al tratamiento del ergotismo o fuego de San Antón, provocado por el cornezuelo del centeno, fueron fundados por la orden de los Hospitalarios de San Antonio Abad y se levantaban en los caminos jacobeos, lo que significa que Vales Villamarín tenía motivos sobrados para considerar la CP 905 una variante del Camino Francés a Santiago de Compostela. Entre ellos, y saliendo de Betanzos hacia Irixoa, los odónimos Nosa Señora do Camiño, A Rúa, O Francés, y los mencionados Paderne y Padernelo, además de la iglesia de San Antonio.

Viejo letrero de azulejos indicando el lugar de O Francés al borde del primitivo Camino Francés del Norte, hoy CP 905. (C) Dolores González de la Peña

Junto a la iglesia de San Antonio acaba de identificarse el pasado año un probable menhir (o padernelo, según el léxico de la zona): "A pedrafita-menhir de San Cosme de Mántaras", Ángel G. Martínez y Ramón Boga, 2015, Fol de Veleno.

Menhir de Mántaras, Irixoa. (C) Dolores González de la Peña

Este primer camino francés fue también estudiado brevemente por Elisa Ferreiro Priegue en Los caminos medievales de Galicia, 1988, pg. 199, con la diferencia de que lo lleva por debajo de la iglesia de San Antón, por Paso Cativo hasta Serra da Loba. Todavía algún peregrino lo practica, y en espesas y oscuras noches cerradas de niebla no es difícil encontrarse con un inglés pidiendo alojamiento en Irixoa, siendo acogido, como tantas veces, por los hospitalarios de Casa Lourán.

(1) Como se señala en antiguos repertorios de farmacia, la manteca de puerco se utilizaba para curar las llagas de la erisipela y el ergotismo.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Paiosaco

Dice Cabeza Quiles que el topónimo Paiosaco (Laracha y Arteixo) proviene del antropónimo Pelagius, que evoluciona a Paio en gallego, siendo por lo tanto un nombre de lugar motivado por el nombre del posesor de los terrenos. Conviene, sin embargo, apuntar lo que señalaron A. García Romero y J. Rodríguez Morales en 2001 en su estudio "Contribución al estudio toponomástico del Sur de Madrid. I. Toponimia de Móstoles", Anales del Instituto de Estudios Históricos del Sur de Madrid "Jiménez de Gregorio", respecto del hidrónimo Valdepelayos, que, siguiendo a Corominas, interpretan como un derivado de pelagum, "poza", lo cual sería también aplicable a algunos topónimos galaico-portugueses Paio, que harían referencia en algún caso a pozas o lagunas. Este podría ser el caso de Paiosaco, probablemente un antiguo pelagum sicco, poza o charca que acabó secándose.

En el mismo caso estaría el hidrónimo portugués São Paio de Agua Longa, que además de ser redundante como hidrónimo, nos da pie a plantear que la ingente cantidad de topónimos relativos a San Paio sean en realidad hidrónimos en los que la capacidad sanadora y milagrosa que se atribuye al agua, porque limpia, se resalta mediante el adjetivo santo, como en Aguas Santas, Fonsanta, etc.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Figura popular de peregrina, Palas de Rei

Peregrina o romera de Palas de Rei, Museo das Mariñas. (C) Dolores González de la Peña

A medio camino entre las figuras de contornos recortados azilienses y los ídolos del megalitismo sobre placas de pizarra, con marcados escotes en V y el contorno de la cabeza y hombros también con frecuencia recortado, esta curiosa figura de pizarra se encuentra en el museo de As Mariñas de Betanzos en la sección dedicada al vestido tradicional y parece representar a una mujer en hábito de peregrina, asomando las manos por el borde sinuoso de su capa. La mano izquierda, a menor altura, se apoya en un bastón; bajo la capa se observa la clásica botonadura del hábito de peregrino, rematado en el cuello por un pequeño volante fruncido; en las orejas luce pendientes.

Es una figura excepcional por muchos motivos, principalmente por recordarnos que la mujer galaica siempre fue dada al viaje, a la aventura, lo que deja entrever un carácter independiente y valiente que ya llamó la atención de Valerio del Bierzo cuando reseñó la peregrinación de la galaica Egeria, que en el siglo IV recorrió Tierra Santa escribiendo sus impresiones en el primer libro de viajes conocido.

martes, 6 de diciembre de 2016

Lagoa neolítica en O Petón da Campaíña - Corme

Ya hace algún tiempo que venimos informando de la existencia de lagoas de origen antrópico en nuestras montañas (Lagoas neolíticas de Galicia); primitivas obras de ingeniería hidráulica para captación del rocío o del agua superficial por escorrentía. Asimismo, hemos adscrito tentativamente la cronología de estos humedales al epipaleolítico o al neolítico pues por las inmediaciones de las lagoas discurren antiguas sendas naturales para el ganado, que transitarían las últimas sociedades de cazadores, y a menudo se localizan necrópolis megalíticas.

En la toponimia de la zona el nombre O Torno aludiría a uno de estos cattle-tracks, a un paso estacional para el ganado que, en la Prehistoria reciente, suponemos pastando en completa libertad y en estado salvaje en estos cotos de montaña de propiedad comunal hasta el momento de su cacería o reducción para aprovechamiento, como sucede todavía hoy en día en las rapas o curros. El Diccionario de diccionarios da lingua galega define tornar como "separar o apartar el ganado, impedir que se acerque a algún punto", siendo por ello los Tornos y Retornos de nuestra toponimia indicadores de vías naturales de tránsito utilizadas periódicamente por los animales en sus desplazamientos a los valles. Es precursor de esta línea de investigación el estudio de los Hubbard, Neolithic Dew-Ponds and Cattle-Ways, de 1905. 

Gran lagoa neolítica de montaña en Corme, junto al abrigo del Petón da Campaíña, en la zona denominada Ribeira dos Bolos Rubios. (C) Dolores González de la Peña

Por encima de Corme Aldea llama la atención la concentración de petroglifos en abrigos rupestres, siendo el más importante el del Petón da Campaíña, de adscripción epipaleolítica ("A media luz. Grabados de la Prehistoria reciente en abrigos galaicos", Fábregas y Rellán, Trabajos de Prehistoria, 2012) y estudiado someramente por Mañana Borrazás y Santos Estévez, "Arte rupestre no promontorio de Corme (Ponteceso)", Gallaecia, n  21. El nombre puede enlazar con antiguas tradiciones en las que los vedraios golpeaban la cabeza de los mozos para que no olvidasen la ubicación del término territorial.

Vista general del abrigo del Petón da Campaíña, Corme. (C) Dolores González de la Peña.

Según Fábregas y Rellán en el citado estudio, diversos autores como Tilley, Vázquez Rozas y De la Peña y Rey han comprobado que el paisaje inmediato a los paneles donde se graban los petroglifos suele trasladarse al panel; parece que de alguna forma ese peculiar paisaje está presente en la escena, plasmado, figurado o representado en el grabado.

Si sometemos el petroglifo del Petón da Campaíña a esta consideración podemos observar que la gran depresión hemiesférica del conjunto podría representar la laguna que venimos comentando, junto a la cual destaca un conspicuo afloramiento erosionado verticalmente; este afloramiento, asimismo, aparece insinuado en el plano vertical de la maqueta del paisaje representado en Petón da Campaíña, junto a la gran concavidad-laguna. A partir de ahí los diversos canalillos y cazoletas del plano horizontal podrían representar sendas naturales y la ubicación de otras estaciones y cazaderos (p. ej. O Torno). La hipótesis está muy lejos de estar contrastada, sin embargo no deja de ser sugerente que los petroglifos puedan haber sido diagramas o maquetas, a medio camino entre el mapa y la guía de viajes para antiguas sociedades de cazadores.

Afloramiento en la Ribeira de os Bolos Rubios, junto a la laguna.

sábado, 3 de diciembre de 2016

O pasado nas mans



El Museo de Pontevedra acaba de publicar los cortos que concursan al I Festival de Videoinvestigación sobre el patrimonio arqueológico de la provincia de Pontevedra dentro del proyecto de Telearqueoloxía, que busca acercar la disciplina arqueológica y su objeto de estudio a la sociedad, así como implicar a la gente en el proceso de investigación arqueológica. En la web del enlace anterior se pueden votar los cortos en las categorías de lascas y bifaces hasta el día 15 de diciembre.

Con su documental O pasado nas mans mi amigo Anxo Martínez de Alegría relata precisamente su (y nuestra) involucración como voluntarios y aficionados en la investigación arqueológica de nuestro entorno, pues, como señala él, egipcios y griegos nos quedan muy, muy lejos, y tenemos tanto patrimonio que aprender a valorar... por ejemplo, un castro galaico olvidado junto al patio de recreo. Así empieza esta extraordinaria historia, en las aulas, como debe ser, y continúa fomentada por las publicaciones del propio Museo de Pontevedra.

De la mano de Anxo, la mano de un peón voluntario que ha participado en todas las excavaciones arqueológicas con voluntariado de la provincia de Pontevedra de los últimos treinta años, pasamos por el Vigo romano, por el castro de Troña, por el yacimiento paleolítico de Porto Maior, y atendemos a sus sencillas y exactas explicaciones resultado sintético de amplios conocimientos y adecuado manejo de fuentes bibliográficas. Aprenderemos qué interés geoestratégico tenían los fenicios en Vigo, o cómo se lo montaban los primeros arqueólogos que excavaron Troña en el balneario de Mondariz (el documental tiene bastante presente el enfoque historiográfico), nos contará el folklore asociado a la Pedra da Serpe aparecida en Troña, y sabremos que Homo Heidelbergensis fue la especie humana que talló los bifaces más grandes de Europa en Porto Maior.


Las consecuencias del parón que sufrió la arqueología de campo institucional en Galicia en los últimos años o Internet, que propició blogs con contenidos de divulgación  arqueológica como Capítulo 0, también son objeto de análisis en O pasado nas mans.

Tocar el pasado lo vuelve presente, y de algún modo esa sinestesia nos transforma en inmortales.