sábado, 29 de octubre de 2016

El caldero de Labrada

En la Edad Media la ordalía o juicio de Dios podía ejecutarse mediante la prueba caldaria, o del aqua fervens. El presunto culpable introducía su brazo en un caldero con agua hirviendo, y según evolucionara la quemadura en los tres días siguientes, así se consideraría culpable o inocente. Según se cree, los juicios ordálicos son de origen germano, si bien en los propios códigos legislativos germanos se los considera pruebas vulgares, lo que abre la posibilidad de que se fundamentaran en costumbres y supersticiones previas imbricadas en la mentalidad popular.

Podemos seguir con facilidad la evolución de la ordalía por la prueba caldaria hasta la representación cristiana del caldero infernal donde se cocinan los cuerpos de los difuntos pecadores, esperando, tal vez, salir incólumes del último juicio de Dios. Se trataría más bien, desde este punto de vista, de la escenificación de un purgatorio, no de un infierno.

Escena de la prueba caldaria de Santa María de Labrada, Guitiriz. (C) Dolores González de la Peña

Y hacia atrás en el tiempo, la ordalía por el caldero con agua hirviendo se puede rastrear, tal vez, en la iconografía y escenas representadas en la diadema de Moñes y en el caldero de Gundestrup, en los que extraños personajes teriomorfos que preludian a los demonios de Labrada, portan calderos para sumergir en ellos a los guerreros como enjuiciamiento final de su valía y honor. El purgatorio existe, y es celta.

No olvides rezar por las almiñas esta Víspera de Difuntos.

sábado, 22 de octubre de 2016

El molino de mano de Galicia Cen


Ayer asistí a la visita guiada por Manuel Gago, comisario de la muestra, a través de los cien objetos que componen la exposición itinerante Galicia Cen. 100 Obxectos para contar unha cultura, que tuvo lugar en la sede de Afundación de A Coruña, seguida de una interesante mesa redonda en donde se puso de manifiesto la idea central de que los objetos transmiten una historia. ¿Pero se trata de una historia unívoca, igual para todos los receptores, o, según sostiene la Estética de la Recepción, los objetos pueden contar distintas historias en función de quién y cómo los observe? Un elemento esencial de esta exposición es su catálogo, en donde se nos ofrecen ya elaboradas las  historias que cuenta cada objeto, limitando en ocasiones la posibilidad de que podamos reconstruir otra visión o interpretación del pasado. Y esto se lleva a su extremo en el caso de la historia que Alfredo González Ruibal cuenta a propósito del molino de mano, la cual constituye un buen ejemplo del discurso patriarcal que impregna la reconstrucción histórica de nuestro pasado.

El molino de mano se exhibe como contrapunto formando parte de una instalación que busca dialogar sobre el empoderamiento femenino, junto a un vídeo que muestra a un grupo de madres protestando a gritos ante las rejas del Pazo Baión propiedad del narco Oubiña.

"Entre as ferramentas que aparecen en Galicia durante o Neolítico, talvez unha das máis esquecidas sexa o muíño de man. O esquecemento é inxusto, dada a importancia do útil, mais ten a súa explicación. Cando pensamos na pedra puída o primeiro que vén á cabeza son os fermosos machados neolíticos, un trebello case seguro que masculino, pois son os homes en case todas as culturas os encargados de facer roza e cortar grandes árbores. É tamén un obxecto de estatus. O muíño, porén, é un obxecto humilde: ao contrario que os machados, nunca se transformou en elemento de prestixio nin moeda de cambio. E seica o máis importante para explicar o seu esquecemento: non é un obxecto masculino, senón feminino. Muller e muíño ficarán asociados estreitamente durante toda a Prehistoria recente. Non nos decatamos, no entanto, de que as pedras de moer supoñen ademais unha nova xestualidade: a muller traballará a partir de agora de xeonllos, a vista no chan. Esta postura do corpo, que temos visto en tantas reconstrucións de museos, non é inocente, pois vai contribuír á creación das diferenzas de sexo que aparecen precisamente durante o Neolítico: os homes seguirán ergueitos —cazando, cortando, cultivando—. E, de aquí a pouco, mandando como líderes da comunidade".

En el texto se contraponen dos objetos prehistóricos como masculino y femenino, y se extraen conclusiones poco o nada contrastadas que prefiguran ya en el pasado remoto la moderna situación de desigualdad social de hombres y mujeres. A partir de la postura laboral puntual de rodillas, que adopta la mujer en la tarea de la molienda, se extrapola a todos los órdenes de la vida su inferioridad con respecto al varón.

machado neolítico - masculino - hermoso objeto de prestigio y estatus - postura erguida - liderazgo

muiño de man - femenino - objeto humilde y olvidado - postura arrodillada - sumisión

El encadenamiento falaz de conceptos se intuye por ejemplo con la consideración autoindulgente que califica al hacha de mano como objeto de prestigio porque es masculino, frente a la supuesta humildad del molino de mano, porque es femenino. Y es que la mentalidad patriarcal impregna, consciente o inconscientemente, los objetos masculinos de excelencia, relegando los femeninos a un ninguneado segundo plano. Desde esta calificación autoindulgente se razona en sentido inverso, llegando a  concluir lo que se pretendía, que la desigualdad actual de los roles de género surge en el Neolítico cuando la mujer asume una postura laboral arrodillada ante un molino de mano. Pero arrodillarse ante un molino no es arrodillarse ante un hombre. 

En Tell Abu Hureyra, un asentamiento neolítico del Éufrates a su paso por Siria, Molleson (una mujer) atribuyó las malformaciones del dedo gordo del pie observadas en los esqueletos femeninos a la actividad de la molienda (las mujeres arrodilladas se apoyaban contra los talones, con los dedos de los pies flexionados durante largo tiempo), mientras que las rótulas de los hombres, que solían presentar una muesca, fueron interpretadas por Molleson tendenciosamente como resultado de la posición en cuclillas para descansar. Las mujeres neolíticas de este yacimiento estarían explotadas por hombres que estaban todo el día sentados sin hacer nada. ¿No se trata de la misma visión patriarcal sobre el pasado? La posición en cuclillas, a ras del suelo y no erguida, es adoptada siempre por los hombres para trabajar en parada; si se sostiene en el tiempo acaba por resultar incómoda y colocan un diminuto taburete para sentarse. Las muescas masculinas de las rodillas son de origen laboral, pues nadie tiene callo de no hacer nada. Así, los huesos de Tell Abu Hureyra nos hablan de hombres y mujeres muy trabajadores, con dos diferentes y dignas posturas laborales a ras del suelo: ellos también trabajaban humillados, y mucho.

Hay un excelente artículo de Ángeles Querol, "Mujeres y construcción de la Prehistoria: un mundo de suposiciones", en donde desarrolla por extenso un análisis del rol femenino arrodillado que se ofrece con frecuencia en las reconstrucciones museísticas del pasado:

"¿En qué se basan por lo tanto todas estas reconstrucciones o construcciones sociales del pasado prehistórico? Por lo general en lo que ocurre en el presente o ha ocurrido en el pasado más inmediato, etnológico o no o, incluso, en lo que se imagina [el reconstructor] que "debió" ocurrir. Este "actualismo imaginativo" prácticamente inevitable resulta muy peligroso desde varios puntos de vista, ya que el público en general da gran importancia a la antigüedad de las costumbres o de los valores, y con tal antigüedad refrenda actitudes del presente que pueden llegar a ser poco recomendables, como por ejemplo, la agresividad, la desigualdad social o la subalternidad de unos individuos frente a otros, muy en especial de las mujeres frente a los hombres".

El texto del catálogo sobre el molino no mejora en la versión abreviada del folleto de la exposición: "tras estas pedras gastadas están as mans de afanosas mulleres que non deixaron trazos na historia. Sobre elas técese a invisibilidade que caracteriza sempre as clases subalternas". No mejora porque la invisibilidad femenina se justifica por subalternidad de la mujer respecto al hombre, y no por ser ellas (y ellos) figuras inasibles de un tiempo pretérito.

Dado el carácter didáctico de la muestra, y con el objeto de que los niños (ayer había uno, y francamente interesado) no se formen ideas equivocadas sobre la real diferenciación de roles y la pretendida y pretenciosa superioridad e inferioridad de unos y otros, sería conveniente seguir las indicaciones del estudio de Querol y revisar el contenido subliminal, denigratorio para la mujer, que se desprende de la instalación del molino de mano, en particular los textos del catálogo y del folleto, deconstruyendo asimismo esta historia indemostrable de sumisión y explotación laboral de la mujer por el hombre en las sociedades prehistóricas.






domingo, 9 de octubre de 2016

Pons Naviae

Los caminos de maniobras militares tendrían que estudiarse en relación con los itinerarios militares romanos, así por ejemplo el de León a Navia de Suarna, pasando por Leitariegos, Cangas de Tineo y Tormaleo hasta llegar a Navia tiene todas las trazas de seguir una ruta estratégica milenaria, cuando menos romana. De ahí que sea tentador ubicar la mansión romana de Pons Navia entre Lugo y Astorga en la misma Navia de Suarna.


Puente romano de Santa María Madanela da Proba de Navia de Suarna.
(C) Dolores González de la Peña.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Memento mori


La entrada del antiguo cementerio de Os Vilares (Guitiriz) está flanqueada por dos esculturas de calaveras sumamente realistas que nos recuerda la costumbre de exhibir la osamenta de los difuntos en los osarios de los recintos parroquiales bretones.

sábado, 1 de octubre de 2016

A Tolda, Toldaos

Tutulus en latín arcaico era el arx, la parte más elevada de un asentamiento. Para los clásicos la palabra guardaba relación etimológica con tutela y tutare, "defender".

En femenino la forma Tutula como topónimo con el significado de castro defensivo (en el lenguaje náutico tolda es el alcázar de una embarcación), y que tal vez se glose en la expresión de Hidacio castella tutiora, experimentaría lenición de la -t- intervocálica, Tódula, y, tras ella, la pérdida de la vocal postónica: *Todla > Tolda, con la misma metátesis que se produce en capitulum > cabildo, o en rotulam > rolda.

Los habitantes de una de estas Toldas son, evidentemente, los Toldaos, que también acaban por motivar toponimia indicadora de la pertenencia del territorio al grupo humano vinculado por la Tolda.

La distribución de la toponimia Tolda y Toldaos es exclusiva de la Galicia interior.

En masculino, tutulus designaba también el palio sacerdotal, un tocado consistente en un velo, y es seguramente el étimo del sustantivo común toldo, "cubierta de lienzo, dosel". Decía Edelmiro Bascuas que el topónimo A Tolda guardaba relación con los toldos; es cierto, pero desde el tutulus latino, que ya tenía ambos significados.