domingo, 31 de enero de 2016

Perillo, in periculo maris

Lo más probable es que el topónimo Perillo (Oleiros), así como Perlío (Fene), y Perillón (As Somozas), Perillona (Monte da Perillona, Arteixo), Perillán (Ponteceso), sean evoluciones romances del diminutivo latino petriculum, "roca, escollo, prominencia rocosa".

Y esto nos lleva a uno de los tres lugares en que se apareció según diversas leyendas hagiográficas el arcángel San Miguel, al monte de "Seint Michel del Peril" ("feste Saint Michel del Peril" - Chanson de Roland) entre Bretaña y Normandía, actual Mont Saint Michel.

Péril como orónimo procedente del latín petram es más que posible, pero su carácter de nombre de lugar ha pasado inadvertido o se ha puesto en tela de juicio al interpretarse exclusivamente como su homónimo péril procedente del latín periculum, "peligro". En la documentación medieval aparece frecuentemente latinizado como "in Periculo Maris monte" = en el monte llamado Peligro del Mar o Peligro Marino. No es el único caso: otro topónimo francés relacionado con la base latina petram es Péry (Suiza), que en la Edad Media también se latinizó como Periculo.

A partir de esta errónea reconstrucción medieval del antiguo topónimo Péril como procedente de periculum, "peligro", en lugar de un más que probable petriculum, "escollo [marino]", la leyenda no ha hecho más que incrementarse con añadidos relativos a la peligrosa ubicación intermareal del islote. La posibilidad de que Péril o Péril de la Mer (= escollo marino) hayan sido los antiguos nombres del islote se ha obviado al no advertirse su opaco vínculo con el latín petram; así los expertos consideran que el punto de partida original era Periculo Maris, un mero descriptor, no un topónimo, que a modo de título acompañaba a la advocación para indicar la peligrosa peregrinación al monte rodeado de mar.

jueves, 21 de enero de 2016

El pozo de San Isidro Labrador


Madrid es un desangelado conglomerado de barriadas unidas por extensos descampados de escombros. Se parece cada vez más a la Nueva York de Lorca, estética y éticamente triste. Pero hasta en los sitios más arrasados y devastados pueden observarse, a pesar de que sus tradiciones populares no perduraron en la memoria de sus gentes sino en folletos informativos turísticos, las huellas del folklore.

En la Al-mudayna, "la ciudadela", asoman los restos del pozo que, según se cree, fue excavado en el siglo XI por el maestro zahorí San Isidro, y en el que se obró el milagro por el cual su hijito Illán fue salvado de perecer ahogado: tras caer en el pozo Illán, las oraciones de su padre provocaron el ascenso de las aguas, que remontaron aĺ niño incólume hasta el brocal.

Y aquí asoman dos hechos folklóricos archiconocidos:

- la cristianización del elemento pagano, o reconversión de un mito previo.
- el arcaico milagro operado o relacionado de alguna forma con el agua; como el que realizó la mujer de San Isidro, Santa María de la Cabeza, que atravesó el Jarama navegando célticamente sobre su manto.

Museo de San Isidro. Óleo anónimo de finales del siglo XVII mostrando la navegación sobre el manto.

Por lo que atañe al primero de ellos, el pozo cristianizado, parece verosímil considerarlo de factura romana, habida cuenta del parecido que guarda con otros de esta tipología, por lo que San Isidro no habría sido su constructor, pero sí el promotor de la devoción supersticiosa relacionada, tal vez, con el antiguo mito prerromano del pozo airón.

sábado, 9 de enero de 2016

Prismos y Sésamo: dos numerales paleoeuropeos en la toponimia de Galicia

A pesar de que en la bibliografía especializada los topónimos prerromanos Segisamo y Segisama se explican como superlativos del celta *sego, "fuerte", lo más probable es que, siendo superlativos, su base sea el numeral seks, "6", ya que de ellos no solo proceden los topónimos actuales Sésamo y Sísamo (A Coruña), Sasamón (Burgos) y Sesma (Navarra), sino también el sustantivo sesmo o sexmo, "unidad territorial formada por varios municipios para la administración de sus intereses comunes".

Las agrupaciones habitacionales que forman su denominación con una base numeral utilizan con frecuencia unidades del segundo o tercer orden; en base 10 estas serían las decenas y las centenas. Así el topónimo Santifoga o Zanfoga, de centum foca, "100 fuegos o hogares", aunque sea muy improbable que hubiese habido exactamente 100 viviendas. La intención expresiva era reflejar una gran cantidad o tamaño usando una cifra redonda de orden superior. Cambiando de base a la duodecimal, otro ejemplo de numeral que da nombre a una agrupación territorial es cantref, hoy 100 (hundred) pero anteriormente con el valor de 12 (100 = 12).

En el topónimo Segisamo, además de la antigua forma de superlativo en -ísamo / -ísama, aparece señaladamente el 6 como cifra del segundo orden, lo que implica la existencia en antiguo europeo de una base senaria previa a la adopción de la decimal. Pero Segisamo, y su derivado sesmo, no serían una agrupación exacta de 6 municipios, sino una agrupación de orden superior, una confederación.

En el caso de Prismos (Fene) el ordinal en superlativo indica la posición anterior o delantera del lugar, tal vez fronteriza o relevante en el conjunto del territorio. El peligno, un dialecto del osco, poseía esta misma forma arcaica del numeral, prismu < prisamos, de donde procede el latín primus.

sábado, 2 de enero de 2016

Senra

El grupo consonántico romance m'n que se origina al perderse una vocal átona latina es el punto de partida de varias soluciones que tienen en senra y términos afines su máximo exponente de variedad. Del latín seminatura (1), "acción de cultivar", o seminare, "cultivar", se habría pasado a una primera fase sem'nadura o sem'nar, en la que el grupo de nasales puede experimentar una disimilación hacia senradura, senrar. Se trata de un estadio muy arcaico que conservan el leonés y el gallego-portugués en el sustantivo deverbal senra (< semina), "terreno donde se realiza la siembra".

Y es desde senra (1) de donde hay que partir para explicar las formas que incorporan un sonido de apoyo que facilita la pronunciación y evita la metátesis hacia serna (2): sembra, sendra (3) y sénara / sénera (4). Existen además las correspondientes formas diptongadas allí donde ocurre este fenómeno (sienra (5), sierna (6), siembra (7)).

El tratamiento de la -n- intervocálica de la forma sénara en gallego-portugués evoluciona nasalizando la vocal siguiente, seãra (8), desplazando el acento a ella. A estas formas habría todavía que añadir las que presentan palatalización de s- inicial, como es el caso del topónimo asturiano Xenra (XL García Arias, Toponimia Asturiana).

Y de la forma con metátesis serna podría venir el topónimo extremeño Serena (9) según García de Diego.

No es cuestión ahora de agotar las variantes, sino poner de manifiesto que cuando una base latina encaja semanticamente con los significados de sus herederas romances, y los procesos de diacronía fónica que experimenta están bien establecidos y son bien conocidos, por repetirse en otros casos, está de más recurrir, como Corominas para el caso de senra, a étimos supuestos como la base prerromana *sénara. En todo caso, el castellano siembra y el gallego senra comparten la misma etimología, aunque parezca increíble.

Asimismo, otras dos palabras del gallego, senrada y senreira o xenreira podrían guardar relación etimológica con la familia de seminare, "sembrar", ya que senrada es el cebo que se siembra o disemina para pescar; y ya en latín seminare tenía el sentido figurado de sembrar la cizaña, el odio, de ahí xenreira, "tirria, rencor".

(1) Esta propuesta surge de la que formuló Harri Meier en 1952 ("Mirages prélatins (Kritische Bertachtungen zur romanischen Substratetymologie", Romanische Forschungen LXIV), que partía de la base *SEMINARIA > SEM'NARIA > SEM'NARA.