Madrid es un desangelado conglomerado de barriadas unidas por extensos descampados de escombros. Se parece cada vez más a la Nueva York de Lorca, estética y éticamente triste. Pero hasta en los sitios más arrasados y devastados pueden observarse, a pesar de que sus tradiciones populares no perduraron en la memoria de sus gentes sino en folletos informativos turísticos, las huellas del folklore.
En la Al-mudayna, "la ciudadela", asoman los restos del pozo que, según se cree, fue excavado en el siglo XI por el maestro zahorí San Isidro, y en el que se obró el milagro por el cual su hijito Illán fue salvado de perecer ahogado: tras caer en el pozo Illán, las oraciones de su padre provocaron el ascenso de las aguas, que remontaron aĺ niño incólume hasta el brocal.
Y aquí asoman dos hechos folklóricos archiconocidos:
- la cristianización del elemento pagano, o reconversión de un mito previo.
- el arcaico milagro operado o relacionado de alguna forma con el agua; como el que realizó la mujer de San Isidro, Santa María de la Cabeza, que atravesó el Jarama navegando célticamente sobre su manto.
Museo de San Isidro. Óleo anónimo de finales del siglo XVII mostrando la navegación sobre el manto.
Por lo que atañe al primero de ellos, el pozo cristianizado, parece verosímil considerarlo de factura romana, habida cuenta del parecido que guarda con otros de esta tipología, por lo que San Isidro no habría sido su constructor, pero sí el promotor de la devoción supersticiosa relacionada, tal vez, con el antiguo mito prerromano del pozo airón.
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