Al Padre Fontes
En otra entrada de este blog ya he tratado el tema de las cruces arcaicas de Galicia, quizá este sea el nombre más adecuado para la tipología de cruces que vamos a examinar. En fin, tampoco es que sea definitiva, así que su denominación queda abierta al gusto de cada cual. Castelao usó cruz dos pelegríns, denominación que también se emplea en Francia (croix des pèlerins), la he rechazado porque tiene un sesgo exclusivamente vinculado con las peregrinaciones a santuarios cristianos y muchas de las que veremos no se sitúan en rutas de peregrinación; otra opción que examiné y rechacé fue cruz direccional, que me gustó muchísimo por aquello de su semejanza con otra tipología de cruces, las procesionales. La encontré en la bibliografía francesa (croix directionnelle), pero también quedó fuera porque desgraciadamente los botones de flechas de dirección de los teclados del ordenador y mandos a distancia acaparan este nombre.
Dice Castelao que en las crónicas de la peregrinación a Santiago "abondan as referencias de cruces de pedra ourelando a roita, tanto para cristianizala como para marcala, tanto para confortaren o ánimo dos camiñantes como para guialos con ben a través dunha Hespaña invadida de mouros. En ningún outro vieiro de pelerinaxe serían tan necesarias as indicacións, pol-o que resulta asisado coidar que a cruz dos pelegríns tomou vida no camiño francés e que este novo obxecto da cruz moimental enxendrou o calvario e o cruceiro" (As cruces de pedra na Galiza, pg. 83). Esta es, en síntesis, la idea del sabio gallego y la idea del común sobre el origen de los cruceiros, una pía moda cristiano-francesa que penetró de la mano de la peregrinación a Santiago.
Pero estas antiquísimas estelas antropomorfas situadas a lo largo de los caminos y en los cruces, con sus brazos siempre paralelos a la vía principal para señalar el camino, al igual que los de los hermae y mercurios (1), no son cristianas.
Estátua-estela do Marco, Vreia de Jales (Vila Pouca de Aguiar, Portugal).
(C) Reproducción del museo de Vila Real.
El original está situado en la vía romana que va de Justes a Campo de Jales.
(C) Reproducción del museo de Vila Real.
El original está situado en la vía romana que va de Justes a Campo de Jales.
Son tan poco cristianas que las prácticas con ellas relacionadas, como por ejemplo colgarles encantamientos de nudos (ligaturas), eran motivo de castigo con nada menos que dos años de penitencia a pan y agua: "si quis edunt festivitates in locis abhominatis, id est ad fontes aut ad arbores aut ad cruces in quadrubio, duos annos penit in pane et aqua". Las cruces de las encrucijadas son, para estos cristianos que escriben las listas de pecados de los penitenciales, perversiones abominables. ¡Penitenciagite!
Y si no son símbolos cristianos... ¿qué son?
Sabemos de la existencia en Grecia de unos pilares de piedra con unos bracitos apenas esbozados, casi hombros, que se colocaban en los caminos con función orientadora y recibían el nombre de hermae, los mercurios viales de los romanos, el lar vial de los galaico-romanos. Es tan vasta la bibliografía sobre el tema de las hermae y los mercurios que me limitaré a señalar un único detalle: junto a estos postes cruciformes o antropomorfos los caminantes solían arrojar piedras a un montón denominado acervum lapideum. Conviene diferenciar estos dos elementos que integran el conjunto mercurial, el propio mercurio y su montón de piedras, a veces confundidos en la bibliografía:
Algún autor cristiano, tardíamente, en vista de las semejanzas funcionales y formales entre lo que leía sobre los mercurios de los caminos, y lo que le parecían simples cruces cristianas en encrucijadas y vías, también acompañadas a veces de acervos de piedras, propuso que "primi Christiani crucem pro Mercurio susbtituere coepere" = los primeros cristianos empezaron a sustituir los mercurios por cruces. Y si bien en teoría sería posible esta sustitución masiva de mercurios por cruces, no lo es si tenemos en cuenta la existencia previa, prerromana, de mercurios viales cruciformes o antropomorfos, como el caso de la estela de Vreia de Jales, o la de Pau da Vella.
No hubo sustitución de mercurios por cruces, sino continuidad de un elemento prerromano cruciforme hasta que finalmente fue adoptado por el cristianismo con facilidad, aprovechando que su forma coincidía con la de uno de sus símbolos y que Cristo podría suplir, en su papel de guía, a los lares. Esto explica por qué al principio estas cruces de encrucijadas y caminos, y los rituales con ellas relacionados, fueron considerados como abominaciones a ojos de los cristianos que escribían los penitenciales: simplemente no eran un símbolo del cristianismo. Ahora tal vez vayamos entendiendo al pobre San Martín de Dumio, que pasó a la historia por su intento fallido de prohibirnos encenderles velas en las encrucijadas.
No sé qué parte representa Gallaecia en el conjunto del Imperio Romano, tal vez una centésima parte de él, lo que sí sé, según datos de Franco Maside, es que de toda la epigrafía dedicada a los lares viales en el conjunto de la Romania, 28 de las 36 inscripciones se encuentran en esta minúscula parte del Imperio que fue la antigua Gallaecia, 19 de ellas en el Convento Lucense.
Algo muy extraño sucedía, y sucede, aquí con los númenes vigilantes de los caminos. La altísima concentración epigráfica sobre los lares viales en Gallaecia, que constituye casi un endemismo, es un indicio de que estamos ante un caso de interpretatio o traducción, es decir, obliga a suponer la existencia previa a la romanización de unas importantísimas entidades de carácter sacro vinculadas a los caminos, que en el proceso de aculturación subsiguiente a la romanización se equipararon con los lares viales romanos, hijos de Mercurio (2), hijos menores de un dios.
Hay amplia bibliografía sobre el tema de la interpretatio de los lares viales en Gallaecia; en una revisión de Portela Filgueiras se afirma que "es un hecho cierto que, de la misma manera que no hay otra región de la Península más rica en invocaciones a los Lares Viales que el Noroeste, no hay tampoco ninguna zona que cuente con tantos cruceros. Para López Cuevillas y Serpa Pinto la falta de continuidad entre los cruceros y las lápidas [aras] erigidas para honrar a los Lares puede muy bien deberse a la fuerza destructora del tiempo" (Los dioses lares en la Hispania romana). Y yo me pregunto, ¿cómo se puede esperar continuidad formal entre dos elementos tan dispares? Las aras son textos que contienen dedicatorias a los lares, y los cruceros son simulacros o representaciones del lar.
Y si no son símbolos cristianos... ¿qué son?
Sabemos de la existencia en Grecia de unos pilares de piedra con unos bracitos apenas esbozados, casi hombros, que se colocaban en los caminos con función orientadora y recibían el nombre de hermae, los mercurios viales de los romanos, el lar vial de los galaico-romanos. Es tan vasta la bibliografía sobre el tema de las hermae y los mercurios que me limitaré a señalar un único detalle: junto a estos postes cruciformes o antropomorfos los caminantes solían arrojar piedras a un montón denominado acervum lapideum. Conviene diferenciar estos dos elementos que integran el conjunto mercurial, el propio mercurio y su montón de piedras, a veces confundidos en la bibliografía:
San Andrés de Teixido. Mercurio o lar vial (cruz) con su acervo o amilladoiro (piedras), en ruta de peregrinación.
Algún autor cristiano, tardíamente, en vista de las semejanzas funcionales y formales entre lo que leía sobre los mercurios de los caminos, y lo que le parecían simples cruces cristianas en encrucijadas y vías, también acompañadas a veces de acervos de piedras, propuso que "primi Christiani crucem pro Mercurio susbtituere coepere" = los primeros cristianos empezaron a sustituir los mercurios por cruces. Y si bien en teoría sería posible esta sustitución masiva de mercurios por cruces, no lo es si tenemos en cuenta la existencia previa, prerromana, de mercurios viales cruciformes o antropomorfos, como el caso de la estela de Vreia de Jales, o la de Pau da Vella.
No hubo sustitución de mercurios por cruces, sino continuidad de un elemento prerromano cruciforme hasta que finalmente fue adoptado por el cristianismo con facilidad, aprovechando que su forma coincidía con la de uno de sus símbolos y que Cristo podría suplir, en su papel de guía, a los lares. Esto explica por qué al principio estas cruces de encrucijadas y caminos, y los rituales con ellas relacionados, fueron considerados como abominaciones a ojos de los cristianos que escribían los penitenciales: simplemente no eran un símbolo del cristianismo. Ahora tal vez vayamos entendiendo al pobre San Martín de Dumio, que pasó a la historia por su intento fallido de prohibirnos encenderles velas en las encrucijadas.
Estela de Pau da Vella en la Serra do Buio (Lugo).
No sé qué parte representa Gallaecia en el conjunto del Imperio Romano, tal vez una centésima parte de él, lo que sí sé, según datos de Franco Maside, es que de toda la epigrafía dedicada a los lares viales en el conjunto de la Romania, 28 de las 36 inscripciones se encuentran en esta minúscula parte del Imperio que fue la antigua Gallaecia, 19 de ellas en el Convento Lucense.
Algo muy extraño sucedía, y sucede, aquí con los númenes vigilantes de los caminos. La altísima concentración epigráfica sobre los lares viales en Gallaecia, que constituye casi un endemismo, es un indicio de que estamos ante un caso de interpretatio o traducción, es decir, obliga a suponer la existencia previa a la romanización de unas importantísimas entidades de carácter sacro vinculadas a los caminos, que en el proceso de aculturación subsiguiente a la romanización se equipararon con los lares viales romanos, hijos de Mercurio (2), hijos menores de un dios.
Hay amplia bibliografía sobre el tema de la interpretatio de los lares viales en Gallaecia; en una revisión de Portela Filgueiras se afirma que "es un hecho cierto que, de la misma manera que no hay otra región de la Península más rica en invocaciones a los Lares Viales que el Noroeste, no hay tampoco ninguna zona que cuente con tantos cruceros. Para López Cuevillas y Serpa Pinto la falta de continuidad entre los cruceros y las lápidas [aras] erigidas para honrar a los Lares puede muy bien deberse a la fuerza destructora del tiempo" (Los dioses lares en la Hispania romana). Y yo me pregunto, ¿cómo se puede esperar continuidad formal entre dos elementos tan dispares? Las aras son textos que contienen dedicatorias a los lares, y los cruceros son simulacros o representaciones del lar.
Cristo de Negradas, aquí "paraban os enterros. Soterraban nonnatos e tamén adultos".
(C) Xabier Moure Salgado: Cruces do concello do Vicedo, trabajo recopilatorio gráfico cuya lectura se recomienda antes de continuar leyendo.
(C) Xabier Moure Salgado: Cruces do concello do Vicedo, trabajo recopilatorio gráfico cuya lectura se recomienda antes de continuar leyendo.
El artículo de Moure Salgado está salpicado de datos relativos a las prácticas funerarias que todavía se ejecutan al pie de nuestros lares, por lo menos la primera de ellas sigue en vigor camuflada de piadoso alto en el camino junto a lo que parece un inocente cruceiro:
El carácter únicamente vial de estos númenes, se percibe en su función de protección y compañía en las rutas que emprede el viajero por los caminos y en su último viaje. Así, los contextos funerarios e itinerarios en que aparecen las hermae, mercurios y lares viales, no son más que un aparente doble aspecto del viaje, del desplazarse de un lugar a otro en una concepción de la existencia en la que parece no haber separación entre la vida y la muerte.
- de camino al cementerio cristiano la comitiva hace una parada obligada para presentar al difunto ante el numen de los caminos, se trata de una ceremonia propiciatoria para conseguir su tutela en el viaje al otro mundo.
- en sus inmediaciones, y esto resulta de extraordinaria importancia, se enterraba a los niños muertos sin bautizar y a los adultos que habían cometido suicidio. No tendrían un entierro cristiano, pero tendrían la compañía del lar, con esto bastaba.
Uno de los lares viales más antiguos: estela antropomorfa custodiando el dolmen de la Mina de Parxubeira.
(C) Museo arqueolóxico do Castelo de San Antón.
(C) Museo arqueolóxico do Castelo de San Antón.
El carácter únicamente vial de estos númenes, se percibe en su función de protección y compañía en las rutas que emprede el viajero por los caminos y en su último viaje. Así, los contextos funerarios e itinerarios en que aparecen las hermae, mercurios y lares viales, no son más que un aparente doble aspecto del viaje, del desplazarse de un lugar a otro en una concepción de la existencia en la que parece no haber separación entre la vida y la muerte.
Cruz arcaica en contexto tumular y viario en la Serra do Galiñeiro (Aranga). Puede que estemos ante un sorpendente testimonio de la práctica de colgarles ligaturas o anudarlos, esta vez con alambre de espino..., aunque con más probabilidad se trate de una reutilización como cierre de una leira.
Anudar o someter al numen de los caminos, cambiar su orientación girándolo o rendirle un voto son ceremonias que tienen su base lógica en la magia simpática. Según esta forma de pensamiento, precursora de ciencia y religión, podremos castigarlo atándolo hasta que se decida a enderezar nuestro rumbo vital en la dirección correcta (al estilo "San Cucufato, los cojones te ato"), orientarlo (3) hacia donde queremos ir, o rogarle que nos depare un buen término en las actividades que emprendemos. Las dos primeras formas mágicas de interactuar con lo que en principio sospecho que fue un simple pero utilísimo poste viario o hito, como los inuksuk de los inuit, habrían iniciado el proceso de antropomorfización que sufrió la entidad, que resultó dotada de una poderosa personalidad, a medio camino entre lo humano y lo divino, consolidando hace mucho tiempo su carácter sagrado. Rendirle un voto al numen, según Frazer, sería el último estadio de un proceso en que la magia simpática se convierte en religión; en vista de que por la fuerza no se consigue dominarlo, tal vez mediante la adulación.
Cruz xiradoira do Roncadoiro (Cabana de Bergantiños) según ilustración de Castelao. Desaparecida.
Si la epigrafía sobre los lares viales puede ser útil para la localización de vías (romanas y prerromanas), ¡ya no digamos los propios lares! Su presencia en vías romanas, que aprovechaban rutas anteriores, se produce en los casos ya vistos de la estela de Vreia de Jales y en el de las cruces arcaicas que jalonan el Camino de Santiago.
Por otra parte, la datación de los petroglifos cruciformes sobre peana, que vienen considerándose representaciones medievales de cruceros, e incluso las pinturas rupestres esquemáticas con el mismo motivo, habrá de reconsiderarse a la vista de que pueden muy bien ser representación de estos númenes viarios prerromanos sobre su acervo de piedra, o, tal vez, ser una forma arcaica de expresar, sin escritura, que se les rindió voto por el éxito en determinada empresa o viaje (4).
Es necesario un estudio y recopilación urgente, y tal vez musealización de piezas pequeñas, de todas las cruces arcaicas de Galicia antes de que la desidia, la ignorancia y las sustracciones nos dejen sin nuestros guardianes de los caminos. Un estudio modélico es el de Davoust y Grignon sobre las cruces de la Sarthe, Croix archaïques en roussard et Croix de Pèlerins au Pays de Haut Maine, en donde se recogen piezas bellísimas, entre ellas cruces arcaicas idénticas a las nuestras, que destacan por su simplicidad (v. álbum).
Cara a cara con un lar vial. Cristo da Faladora en el Camiño dos Arrieiros (Mañón).
Los lares viales más antiguos tienen caras sin rostro.
En el contexto del Camiño dos Arrieiros, además del arcaico lar de la Faladora, encontramos como no podía ser de otro modo, epigrafía sobre los lares viales: el ara de SIVLRIVS o ara de Somede (Nueva inscripción a los lares viales procedente de Somede, de XL Armada-Pita). ¿Se le dará la razón alguna vez a Don Federico Maciñeira en su insistencia sobre el carácter prehistórico de estas vías arrieras tantas veces puesto en duda?
Finalmente, y sin intención de establecer una tipología, podremos encontrar a nuestros lares viales en diversos contextos viario-funerarios y con varios grados de arcaísmo: sólos (estela de Vreia de Jales), sobre túmulo o dentro de él (Cristo da Faladora, estelas de Parxubeira), próximos a un campo tumular (junto a las medorras de la Serra do Galiñeiro), sobre o junto a su acervo de piedras o amilladoiro (San Andrés de Teixido), completamente transfigurados por la interpretatio cristiana o larificación de Cristo (cruceiros) y completamente deconstruidos en sus partes integrantes.
En la fotografía de arriba, por otra parte típica de cualquier encrucijada gallega, en las que siempre encontramos un aparente batiburillo de señales viarias, cruceiros y petos de ánimas, se observa la deconstrucción funcional del lar:
(1) "Antiquis Mercurius deus platearum & et viarum habebatur & in biviis & triviis eius statuam manu extensa viam monstrantem colocabant" (E. de Momigno).
(2) Respecto a esta equiparación de nuestras estelas antropomorfas viarias con los lares viales, no está de más la referencia de Bermejo Barrera, que explica que la interpretatio de los númenes de los caminos como lares, no como mercurios (o como mercurios de segunda categoría), es indicio de que eran percibidos por el urbanita galaico-romano como entidades indígenas con un fuerte carácter folk o popular, poco dignas de entrar en el grupo selecto de las divinidades (Bermejo Barrera).
(3) Sobre la práctica vigente de virar los santos puede leerse el relato de José Antonio de la Riera, Xan de Seara, virador de santos. Esta costumbre de virar al numen está atestiguada en el Promontorio Sacro por Estrabón: "había en varios lugares grupos de tres o cuatro piedras, y obligaban a las piedras a girar".
(4) Esta idea me la ha sugerido la lectura de la obra de Castelao sobre las cruces de piedra de Galicia, en particular el capítulo "Obxecto dos siños cruciformes do rupestre galego", en él nos presenta la posibilidad de que los petroglifos cruciformes que cubren extensas superficies pétreas en Galicia, que los expertos consideran objetos cristianos y, por tanto, medievales, son anteriores al cristianismo y pudieron tener la misma funcionalidad que las marcas tamga que los poveiros dejaban en las capillas al final de su peregrinación como testimonio del cumplimiento de un voto o promesa.
Los lares viales más antiguos tienen caras sin rostro.
En el contexto del Camiño dos Arrieiros, además del arcaico lar de la Faladora, encontramos como no podía ser de otro modo, epigrafía sobre los lares viales: el ara de SIVLRIVS o ara de Somede (Nueva inscripción a los lares viales procedente de Somede, de XL Armada-Pita). ¿Se le dará la razón alguna vez a Don Federico Maciñeira en su insistencia sobre el carácter prehistórico de estas vías arrieras tantas veces puesto en duda?
Finalmente, y sin intención de establecer una tipología, podremos encontrar a nuestros lares viales en diversos contextos viario-funerarios y con varios grados de arcaísmo: sólos (estela de Vreia de Jales), sobre túmulo o dentro de él (Cristo da Faladora, estelas de Parxubeira), próximos a un campo tumular (junto a las medorras de la Serra do Galiñeiro), sobre o junto a su acervo de piedras o amilladoiro (San Andrés de Teixido), completamente transfigurados por la interpretatio cristiana o larificación de Cristo (cruceiros) y completamente deconstruidos en sus partes integrantes.
En la fotografía de arriba, por otra parte típica de cualquier encrucijada gallega, en las que siempre encontramos un aparente batiburillo de señales viarias, cruceiros y petos de ánimas, se observa la deconstrucción funcional del lar:
- poste indicador de dirección: función del lar como guía de caminos,
- peto de ánimas: función psicopompa del lar, en recuerdo de los difuntos que son acompañados por estos númenes y que en ocasiones están enterrados en su proximidad,
- cruz: propiamente la representación de lar.
(2) Respecto a esta equiparación de nuestras estelas antropomorfas viarias con los lares viales, no está de más la referencia de Bermejo Barrera, que explica que la interpretatio de los númenes de los caminos como lares, no como mercurios (o como mercurios de segunda categoría), es indicio de que eran percibidos por el urbanita galaico-romano como entidades indígenas con un fuerte carácter folk o popular, poco dignas de entrar en el grupo selecto de las divinidades (Bermejo Barrera).
(3) Sobre la práctica vigente de virar los santos puede leerse el relato de José Antonio de la Riera, Xan de Seara, virador de santos. Esta costumbre de virar al numen está atestiguada en el Promontorio Sacro por Estrabón: "había en varios lugares grupos de tres o cuatro piedras, y obligaban a las piedras a girar".
(4) Esta idea me la ha sugerido la lectura de la obra de Castelao sobre las cruces de piedra de Galicia, en particular el capítulo "Obxecto dos siños cruciformes do rupestre galego", en él nos presenta la posibilidad de que los petroglifos cruciformes que cubren extensas superficies pétreas en Galicia, que los expertos consideran objetos cristianos y, por tanto, medievales, son anteriores al cristianismo y pudieron tener la misma funcionalidad que las marcas tamga que los poveiros dejaban en las capillas al final de su peregrinación como testimonio del cumplimiento de un voto o promesa.