En el artículo de Francisco Villar, "Los hidrónimos con *up- (*op-) "agua, río" en la toponimia prerromana hispana", Paleohispánica 2, 2002, se describe la base *up- / *op-, "agua", como indoeuropea, una forma viva todavía como apelativo en lituano, y ampliamente representada en la hidronimia antigua de Europa. El autor incide en que resulta más o menos excepcional su presencia en otros lugares; así, en África sólo recoge dos casos, Canopos e Hisopis. A todas luces faltaría el hidrónimo tanzano Oldupai, más conocido por su pronunciación errónea Olduvai.
Oldupai Gorge. (C) The Olduvai Gorge Project
El término Oldupai designa en primer lugar al río que discurre por la famosa garganta donde se localiza uno de los yacimientos paleoantropológicos más antiguos del mundo; en él se han encontrado fósiles de Homo Habilis, datados hace 1,9 millones de años, así como fósiles del Australopiteco denominado Parantropus Boisei (1,8 millones de años). A solo 45 km se encuentra el yacimiento de Laetoli, donde se conservan las huellas de unos homininos que probablemente ya practicaban el bipedismo hace 3,8 millones de años. Es la cuna de la humanidad.
En segundo lugar, oldupai como nombre común se usa para designar al sisal, la planta que crece en la ribera del río Oldupai, y que es utilizada por el ser humano por su gran capacidad de retención de agua en épocas de sequía. A cualquier experto en onomástica medianamente conocedor de los fundamentos de la hidronimia no le pasará desapercibido que el nombre de la planta se ha creado a partir del nombre del río por metonimia o contigüidad; de la misma forma que muchos árboles de ribera en Europa han tomado sus nombres de los nombres con los que se designaba a los ríos. Es el caso, por ejemplo, del indoeuropeo abnis, "agua, río" > lat. amnis, "río", y de su relación con los nombres gallegos del abeneiro / ameneiro ( > amieiro), "aliso", un árbol de ribera, fluvial.
La formación del apelativo oldupai, "sisal", por metonimia a partir del hidrónimo Oldupai, que contiene la base hidronímica paleoeuropea *up- / *op, "agua, río", y que designa al río donde se ubica el yacimiento paleoantropológico más antiguo del mundo con restos de Homo Habilis, encaja a la perfección con la nueva hipótesis que Francesco Benozzo y Marcel Otte formulan en su obra Speaking Australopithecus: A New Theory on the Origins of Human Language, Edizioni dell'Orso, 2016. En esta obrita pretenden apoyar con estudios actuales la hipótesis que formuló Phillip Tobias hace 20 años defendiendo que los Australopitecos podían hablar, pues los centros del lenguaje y del habla ya estaban presentes rudimentariamente en ellos antes de que se separasen del género Homo y del de los Australopitecos Robustos. Es decir, que los hemos heredado de ellos.
Para sustentar la opinión de Tobias los autores utilizan cuatro argumentos fundamentales:
1) La correlación lítico-lingüística del continuista Alinei, según la cual los tres grandes tipos de utillaje lítico, choppers, bifaces y puntas, se superponen sobre el mapa de los tres grandes tipos de lenguas, aislantes, flexivas y aglutinantes. Esto es así porque los diferentes procedimientos mentales que intervienen en cada tipología lítica también están implicados, son responsables, de las distintas tipologías lingüísticas.
2) La milenaria estabilidad de las lenguas, que más bien ahora podríamos pasar a denominar la billonaria estabilidad de las lenguas.
3) Nuevos descubrimientos sobre el lenguaje de los animales, como por ejemplo su capacidad para la combinación sintáctica en el caso del ave japonesa Parus Minor.
4) La formación de léxico a través de procesos metonímicos o asociativos en los primates.
Y es en este último argumento donde me quiero detener, pues es relevante para el caso del hidrónimo y fitónimo Oldupai. Benozzo y Otte comentan la repercusión de un estudio de Petito sobre la formación de léxico por parte de los chimpacés; en él se concluye que estos antropoides usan la etiqueta "manzana" para designar la fruta, la acción de comer manzanas, el lugar en donde se encuentran o almacenan, e incluso los objetos que se guardan junto a ellas (como podría ser el cuchillo para cortarlas), y según Chomsky y otros autores "this is radically different from humans". Pero no es tan radicalmente diferente, de hecho es justamente lo que hacen los seres humanos. De ello podrían dar buena cuenta millones de ejemplos lingüísticos; por ejemplo, en inglés iron designa el hierro, la plancha y la acción de planchar.
Si los Australopitecos podían hablar, tal y como defendía Tobias y apoyan con argumentos actuales Benozzo y Otte, probablemente *up / *op, "agua, río, elemento que contiene agua [-->sisal]", fue la primera palabra que pronunciaron. Un primitivo hidrónimo que muestra la querencia de los primates por los procesos metonímicos de formación de léxico, y que nombra la cuenca fluvial donde se encontraron los fósiles más antiguos de la especie Homo datados hace 1,9 millones de años no puede estar ahí por casualidad.