lunes, 19 de junio de 2017

Olduvai, un hidrónimo paleoeuropeo

En el artículo de Francisco Villar, "Los hidrónimos con *up- (*op-) "agua, río" en la toponimia prerromana hispana", Paleohispánica 2, 2002, se describe la base *up- / *op-, "agua", como indoeuropea, una forma viva todavía como apelativo en lituano, y ampliamente representada en la hidronimia antigua de Europa. El autor incide en que resulta más o menos excepcional su presencia en otros lugares; así, en África sólo recoge dos casos, Canopos e Hisopis. A todas luces faltaría el hidrónimo tanzano Oldupai, más conocido por su pronunciación errónea Olduvai.

Oldupai Gorge. (C) The Olduvai Gorge Project

El término Oldupai designa en primer lugar al río que discurre por la famosa garganta donde se localiza uno de los yacimientos paleoantropológicos más antiguos del mundo; en él se han encontrado fósiles de Homo Habilis, datados hace 1,9 millones de años, así como fósiles del Australopiteco denominado Parantropus Boisei (1,8 millones de años). A solo  45 km se encuentra el yacimiento de Laetoli, donde se conservan las huellas de unos homininos que probablemente ya practicaban el bipedismo hace 3,8 millones de años. Es la cuna de la humanidad.

En segundo lugar, oldupai como nombre común se usa para designar al sisal, la planta que crece en la ribera del río Oldupai, y que es utilizada por el ser humano por su gran capacidad de retención de agua en épocas de sequía. A cualquier experto en onomástica medianamente conocedor de los fundamentos de la hidronimia no le pasará desapercibido que el nombre de la planta se ha creado a partir del nombre del río por metonimia o contigüidad; de la misma forma que muchos árboles de ribera en Europa han tomado sus nombres de los nombres con los que se designaba a los ríos. Es el caso, por ejemplo, del indoeuropeo abnis, "agua, río" > lat. amnis, "río", y de su relación con los nombres gallegos del abeneiro / ameneiro ( > amieiro), "aliso", un árbol de ribera, fluvial.

La formación del apelativo oldupai, "sisal", por metonimia a partir del hidrónimo Oldupai, que contiene la base hidronímica paleoeuropea *up- / *op, "agua, río", y que designa al río donde se ubica el yacimiento paleoantropológico más antiguo del mundo con restos de Homo Habilis, encaja a la perfección con la nueva hipótesis que Francesco Benozzo y Marcel Otte formulan en su obra Speaking Australopithecus: A New Theory on the Origins of Human Language, Edizioni dell'Orso, 2016. En esta obrita pretenden apoyar con estudios actuales la hipótesis que formuló Phillip Tobias hace 20 años defendiendo que los Australopitecos podían hablar, pues los centros del lenguaje y del habla ya estaban presentes rudimentariamente en ellos antes de que se separasen del género Homo y del de los Australopitecos Robustos. Es decir, que los hemos heredado de ellos.

Para sustentar la opinión de Tobias los autores utilizan cuatro argumentos fundamentales:

1) La correlación lítico-lingüística del continuista Alinei, según la cual los tres grandes tipos de utillaje lítico, choppers, bifaces y puntas, se superponen sobre el mapa de los tres grandes tipos de lenguas, aislantes, flexivas y aglutinantes. Esto es así porque los diferentes procedimientos mentales que intervienen en cada tipología lítica también están implicados, son responsables, de las distintas tipologías lingüísticas.

2) La milenaria estabilidad de las lenguas, que más bien ahora podríamos pasar a denominar la billonaria estabilidad de las lenguas.

3) Nuevos descubrimientos sobre el lenguaje de los animales, como por ejemplo su capacidad para la combinación sintáctica en el caso del ave japonesa Parus Minor.

4) La formación de léxico a través de procesos metonímicos o asociativos en los primates.

Y es en este último argumento donde me quiero detener, pues es relevante para el caso del hidrónimo y fitónimo Oldupai. Benozzo y Otte comentan la repercusión de un estudio de Petito sobre la formación de léxico por parte de los chimpacés; en él se concluye que estos antropoides usan la etiqueta "manzana" para designar la fruta, la acción de comer manzanas, el lugar en donde se encuentran o almacenan, e incluso los objetos que se guardan junto a ellas (como podría ser el cuchillo para cortarlas), y según Chomsky y otros autores "this is radically different from humans". Pero no es tan radicalmente diferente, de hecho es justamente lo que hacen los seres humanos. De ello podrían dar buena cuenta millones de ejemplos lingüísticos; por ejemplo, en inglés iron designa el hierro, la plancha y la acción de planchar.

Si los Australopitecos podían hablar, tal y como defendía Tobias y apoyan con argumentos actuales Benozzo y Otte, probablemente *up / *op, "agua, río, elemento que contiene agua [-->sisal]", fue la primera palabra que pronunciaron. Un primitivo hidrónimo que muestra la querencia de los primates por los procesos metonímicos de formación de léxico, y que nombra la cuenca fluvial donde se encontraron los fósiles más antiguos de la especie Homo datados hace 1,9 millones de años no puede estar ahí por casualidad.

miércoles, 14 de junio de 2017

Campo Estola, Campo Brigancio de Libredon - Obispado de Braga



"E diz o libro que Leon Papa fez mudar a silla de Iria a Campo Estola e que ali se fez eireja primeiro de terra (1) e creceu moito a devocon do apostol e se chamaba Campo Brigancio de Libredon, e obispado de Braga, estavan os arabes nil, e Carlomagno veu a Galica..." (Libro antiguo de los linajes de Galicia, folio 19, BNE).

Además de la desasosegante identificación unívoca que se establece en el texto entre el topónimo Campo Estola, Brigancio y Libredón, se plantea una curiosa, arriesgada y desconocida etimología de Compostela, en la que se aventura su relación con el hidrónimo Estola > Esla, así como su ubicación en la Tierra de Campos junto al Esla, sujeta al dominio árabe en el pasado. En este territorio conocido antiguamente como Campos Gallaecia, por pertenecer a la provincia romana de la Gallaecia, se sitúan varias incursiones de Carlomagno contra los sarracenos según el cantar de gesta del Anseis de Cartago (s. XII).

(1) No logro identificar la siguiente palabra, que tal vez podría aclarar el tipo de esta primera construcción hecha con tierra, tal y como se sabía por el acta de consagración de la primera iglesia "ex petra et luto opere parvo". Probablemente se refiera a una primitiva iglesia de ladrillo (cfr. Las iglesias españolas de ladrillo, de José Luis Luna, donde detalla el estilo de las iglesias de Sahagún en Tierra de Campos).

miércoles, 7 de junio de 2017

Illas Estelas: un talasónimo greco-púnico en la ría de Vigo

Existe un mito fenicio sobre la fundación de Tiro, recogido por Nonnos de Panópolis en el siglo V (Dionisyaca, libro XL), según el cual Heracles-Melqart proporciona instrucciones precisas para construir un barco y navegar hasta el lugar donde flotan errantes sin detenerse dos islotes rocosos llamados Piedras Ambrosianas (ambrosiai petrai) a las que la Naturaleza ha dado el nombre de Rocas de los Inmortales, en relación con el alimento de los dioses denominado ambrosía. En el centro de una de las rocas crece un olivo que arde en llamas, pero sin ser consumido por el fuego. Sobre él, un águila, y alrededor de su tronco, una serpiente enroscada. Melqart informa a sus enviados de que tendrán que sacrificar al águila, pues con la libación de sangre las rocas errantes detendrán su curso, fijándose sobre cimientos inamovibles y uniéndose entre sí. Sobre ellas, resumiendo, se fundará la ciudad de Tiro (Manuel Álvarez Martí-Aguilar, "¿Mentira fenicia? El oráculo de Melqart en la fundación de Tiro y Gadir", VII Coloquio de Historia Antigua, Universidad de Zaragoza, 2013).

La representación de las Islas de la Ambrosía era corriente en las monedas tirias. Sobre los dos islotes en ocasiones se representaban sendos cipos conmemorativos que con el tiempo pasaron a suplantar la identidad de las islas, cobrando más protagonismo que ellas.


Una moneda de Tiro (COL. TVR. = Colonia de Tiro) que muestra dos cipos sobre la basa.
En realidad la basa son las dos Islas de la Ambrosía fusionadas.
El trabajo de Álvarez Martí-Aguilar está ilustrado con variada selección de este tipo de monedas, algunas de las cuales contienen la leyenda AMBROSIAI PETRAI  grabada sobre las estelas.


El mito fundacional, que parece una cosmogonía en la que la Tierra emerge del agua, se repite, según señalan varios autores, en el relato de la fundación de Cádiz recogido por Posidonio. Así, Fernando López Pardo comenta que en el mito de fundación de Gadir las, ahora denominadas por Posidonio, stelai [Herakleas Stelai] son propiamente las dos islas [Ambrosianas] unidas ("Una isla errante entre las Afortunadas de Plinio", Dialéctica histórica y compromiso social, V. II, Zaragoza, 2010).


Islas de la Ambrosia unidas por los cipos / columnas. Mapa de Hereford, año 1300. Probablemente una representación semejante influyó  en la idea de una isla sobre un pedestal del Immram de Mael Duin.

El mito fundacional púnico, en el que se emprende una navegación en busca de dos islotes rocosos para establecer en ellos o frente a ellos una colonia (Tiro, Gadir), ha experimentado con el tiempo, y a partir de la representación gráfica en monedas y mapas de los cipos o columnas conmemorativas sobre las islas, un ligero desplazamiento del motivo central insular, cobrando tanto o más relieve el tema de la estela o cipo colocado sobre cada una de las rocas. En el folklore atlántico relativo a los relatos de navegaciones tenemos, por ejemplo, que en el Immram de Mael Duin los navegantes pasan por el mar de nubes y encuentran a la pitón en el árbol, llegan a una altísima columna de plata, o a una isla sobre un pedestal (ed. Whithey Stokes, Revue Celtique 9 y 10, 1888 y 1889).

En todo caso, y sin profundizar ahora en la conexión púnica de las immrama (v. Almagro-Gorbea y Torres Ortiz, La escultura fenicia en Hispania, pg. 35 para el mitema de la manzana en las immrama), es necesario partir del concepto griego de Stelai utilizado para referirse a los dos islotes rocosos que señalaban el lugar escogido por Melqart para el establecimiento de una colonia o un emporio comercial.

Las Illas Estelas pertenecientes al concello de Nigrán se sitúan en la entrada de la ría de Vigo; son dos islotes rocosos, Estela de Terra y Estela de Mar, frente a ellas se localiza el archipiélago de las Cíes, o Insulae Deorum, y algo más al norte el de Ons, en el que Fernando Alonso Romero ha recogido folklore relacionado con el viaje marítimo de las almas de los difuntos al Más Allá (Santos e barcos de pedra, 1991).



Columnas de Hércules: cipos púnicos de Toralla en la exposición Emporium, mil años de comercio en Vigo.
(C) Atlántico Diario, 21.05.2017.

El nombre de estos dos islotes gemelos situados a la entrada de la ría de Vigo, en un contexto fuertemente influenciado por el contacto púnico en el pasado, del que son muestra los dos cipos de Toralla y diverso material aparecido en recientes excavaciones en la ciudad y su entorno, ha de estar posiblemente relacionado con el término greco-púnico de Stelai, en referencia al antiquísimo mito fundacional de una colonia o emporio comercial en o junto a dos rocas denominadas así. Asimismo, la ubicación frente a ellas de las Illas Cíes y las de Ons, cuyo folklore está todavía ligado al viaje marítimo de las almas de los difuntos, refuerza la posibilidad de la etimología greco-púnica del nombre Illas Estelas, pues era frente a ellas (las Herakleas Steleai) donde se situaban según los autores clásicos las Islas de los Bienaventurados; recordemos que la navegación de Trezenzonio en busca de una isla similar transcurre por estos mismos mares, que el avistamiento se realiza desde otra de las Columnas, el faro de la Torre de Hércules, y que además su isla estaba consagrada a Santa Tecla (cfr. castro de Santa Tegra).


Vista de las Illas Estelas junto a la península de Monteferro.

Para finalizar, el olivo del Paseo Alfonso, símbolo de la ciudad de Vigo e hijo de otro plantado en una época incierta en el atrio de la iglesia de Santa María, podría enlazar con la contextualización púnica que estamos ofreciendo al ser un árbol que se encontraba siempre en los templos consagrados a Melqart.