El pasado viernes 8 de septiembre se inauguró la musealización del yacimiento termal de Caldoval, trasladado piedra a piedra desde su ubicación costera en Meá (Mugardos) al espectacular centro de interpretación en forma de enorme espiral subterránea construido al efecto en el lugar de O Cristo, inmediato al cementerio municipal de Mugardos. La singularidad del conjunto termal romano de Caldoval viene dada por ser el único caso conocido de complejo balneario con palestra y pórtico de todo el noroeste peninsular, además de conservar el recorrido completo de los baños en muy buen estado: vestuario (apodyterium), tepidarium, caldarium y el baño o alveum de agua fría (frigidarium) con las canalizaciones de desagüe, así como el sistema de calefacción del praefurnium.
Los baños y la palestra, o zona para practicar deportes al aire libre, formaban parte de una villa a mare cuyos restos, excavados y documentados en la memoria inédita de Adóbrica Arqueoloxía, estaban prácticamente arrasados por la erosión marina; la ampliación de Reganosa se efectuó sobre los restos de la villa sin que se considerase pertinente el traslado de los mismos.
La situación de estas villas marítimas, en origen un fenómeno itálico, procura emplazamientos privilegiados de gran belleza natural y paisajística, como era el caso de la Ría de Ferrol en el siglo I. Los restos de la de Caldoval, según la memoria de Adóbrica Arqueoloxía, parecen indicar que era un asentamiento comercial ("Las Villae marítimas en la costa de la Galicia romana", Padín Abal, 2017). En la zona no conservada de la villa, dedicada a almacenes y otras estancias, la memoria de la excavación documenta una estructura en forma de zanja que pudo haber originado el topónimo Caldoval, que a primera vista podría designar una canle o canal ubicado en ladera.
A la luz de toponimia francesa del tipo Caudeval (Aude) < "Calida Vallis", documentado como Caldavalle en 1202, o Bonneval (Drôme), documentado como Bonna Vallis en 1206 (cfr. el topónimo Bonaval en Santiago de Compostela), podría admitirse la hipótesis de que estemos ante un compuesto de adjetivo + sustantivo, puesto que el género del sustantivo vallem en latín, originalmente femenino, osciló muy pronto hacia el masculino. El topónimo Caldoval desde este punto de vista designaría un Calidum (> Caldo) Vallem (> Val, por apócope), por su orientación soleada o en referencia a la villa termal. Lo mismo podría decirse del Caldoval de Becerreá, y del Caldobaño de Porto do Son (Calidum Balneum), nombre este último que llevaba la ciudad de Bath, Calidum Balneum o Hatum Badum. Como topónimo opuesto al Valle Cálido tenemos el caso de Frigida Vallis > Froideval (Alsacia).
Esta hipótesis se ve refrendada por la existencia junto al yacimiento de Caldoval de otra villa termal a mare, la de Noville, topónimo que aparece también en Palas de Rei y en Calvos de Randín y que suele justificarse por el nombre de un posesor sin reparar en que posiblemente se trata de otro compuesto de adjetivo + sustantivo, Novam Villam > Neuville (Aisne), documentada como Novilla en 1289. La Neuville es un topónimo frecuente en Francia que se explica por haplología, esto es, reducción o elisión de fonemas semejantes entre sílabas parecidas y contiguas. La anteposición del adjetivo, propia del latín clásico, se habría conservado en el topónimo de estas dos villas romanas próximas, y sería garantía de su antigüedad: Calidum Vallem > Caldoval y Novam Villam > Noville (en caso genitivo). Frente a los topónimos romances habituales Vilanova o Valboa, Noville y Caldoval tienen una sintaxis plenamente latina por la anteposición del adjetivo y por ello han de ser coetáneos de los respectivos asentamientos, siendo probablemente los nombres originales de estas dos villas romanas de la Ría de Ferrol.
Sobre la dificultad añadida de la palatalización de la geminada latina -ll- en gallego puede consultarse la obra de Amable Veiga (Algunas calas en los orígenes del gallego, pg. 235); la palatalización se produce en contextos en que a la geminada le sigue una vocal palatal en posición final: Marcelle, Baroncelle, Mourelle, Sabadelle, etc. Esto explicaría por qué no tenemos *Novile.
Sobre la dificultad añadida de la palatalización de la geminada latina -ll- en gallego puede consultarse la obra de Amable Veiga (Algunas calas en los orígenes del gallego, pg. 235); la palatalización se produce en contextos en que a la geminada le sigue una vocal palatal en posición final: Marcelle, Baroncelle, Mourelle, Sabadelle, etc. Esto explicaría por qué no tenemos *Novile.
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