El análisis prácticamente completo del genoma nuclear neandertal y su comparación con el de humanos actuales revela que hemos heredado de ellos entre un 1 y un 4% de su material genético (S Pääbo y otros: A Draft Sequence of Neandertal Genome, Science, 7 de mayo de 2010.) Aún así nos resistimos a ser un poco neandertales quitándole importancia a esa cantidad porque la imagen que tenemos de ellos nos sigue resultando muy tosca y primitiva, tras décadas de negarle capacidad técnica, artística o comunicativa a nuestro ancestro. Nosotros somos mejores.
Basten las magníficas ilustraciones de Arturo Asensio para El Mundo para darnos cuenta de dónde radica la mayor perfección evolutiva del hombre (varón) moderno; no se encuentra, en contra de lo que podría pensarse, en su mayor capacidad craneal, que es considerablemente menor respecto a la del sufrido neandertal aunque supuestamente tengamos más circunvoluciones cerebrales que él. No. Se encuentra en... la entrepierna.
Del subconsciente artístico del autor aflora la clave que aclara el enigma, el salto evolutivo de trascendentales consecuencias en la historia del género Homo. Lo importante es el tamaño.
A la vista de semejante desventaja no cabe preguntarse por los motivos de la extinción de los neandertales, que era otro de los enigmas que periodicamente se debatían. ¿Inferioridad tecnológica, grupos exiguos, alteraciones ambientales de su hábitat? Nada de eso. Se extinguieron porque la tenían pequeña.
3 comentarios:
Andregoto...¡eres única!.
Un abrazo y un cordial saludo.
This is very interesting!
¿Que es lo que es muy interesante, Melissa?
¿Se puede saber..."plis"?
Un lector.
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