An old peasant caresses a kitchen maid in a stable, de David Teniers el joven, c. 1690 (National Gallery, Londres). Esta obra de arte fue conocida en España como "la graciosa fregatriz", y comercializada en forma de postal.
La literatura española clásica está llena de fregatrices y fregonas. Estas palabras tuvieron, además de la acepción "limpiadora", una denotación sexual apenas comentada por los críticos, o incluso ignorada. Salvo la honrosa excepción de algunos trabajos de Monique Joly, esta ausencia de explicaciones sobre los clásicos españoles resulta pasmosa, pues el doble significado de fricare, "fregar/frotar", o de cualquier significante que se use para denotarlo (inglés, rubb) es prácticamente un universal lingüístico.
El término fregatriz en su acepción sexual ha tenido que ser necesariamente un semicultismo, parece que inventado por Cervantes en La ilustre fregona (La ilustre prostituta), análogo a meretriz y procedente del latín fricatrix, que designaba en un principio a la mujer que se masturbaba frotando su clítoris o mantenía relaciones sexuales de la misma forma con otras mujeres.
Asimismo fricare (fregar, frotar) tenía en latín el significado de masturbar a otro o masturbarse, y así pasó al léxico romance, donde ganó además el significado de fornicar. En unos versos de un anónimo erótico que describe la lascivia de una monja se dice que estaba "tota regirada vostra vista per fregar", con la vista extraviada ansiando fregar, no los platos, evidentemente.
Estropajo, vajilla y jabón cobran entonces nuevos significados en este microcosmos higiénico-sexual. María de Zayas y Sotomayor, por ejemplo, reserva estropajo para referirse al arte o técnica que utilizan las fregonas para dar placer, y la espuma del jabón o lavar en el río para referirse al acto sexual. Cervantes utiliza los platos como sinónimo de clientes en La ilustre fregona:
- ¿Fregona has llamado a Constanza, hermano Lope? -respondió Tomás-. Dios te lo perdone y te traiga a verdadero conocimiento de tu yerro.
- ¿Pues no es fregona? -replicó el Asturiano.
- Hasta ahora le tengo por ver fregar el primer plato.
Quizá sea Covarrubias el que mejor plasma este significado de fricare: la mujer o moza de buen fregado ("buen polvo" diríamos ahora) es "la deshonesta que se refriega con todos" (Covarrubias), una "prostituta" nos dice Terreros y Pando. Una de estas fregonas o prostitutas fue Ana de Medina, "gentil mujer de buen fregado. Autores son mil legiones de carajos fríos y helados que allí han recibido perfecta curación y escaldación", estilo quevedesco que haría reír sin duda a nuestro misógino nacional Pérez Reverte.
En el Fuero General de Navarra "fregar: conocer carnalmente á la muger".
Por cierto, ¡qué curioso el encuadre, tan centradito sobre la bragueta, y la forma de la bayeta que sostiene la fregatriz de Teniers! Cualquiera diría que es el precursor de la publicidad subliminal de los anuncios de Marlboro.
El término fregatriz en su acepción sexual ha tenido que ser necesariamente un semicultismo, parece que inventado por Cervantes en La ilustre fregona (La ilustre prostituta), análogo a meretriz y procedente del latín fricatrix, que designaba en un principio a la mujer que se masturbaba frotando su clítoris o mantenía relaciones sexuales de la misma forma con otras mujeres.
Asimismo fricare (fregar, frotar) tenía en latín el significado de masturbar a otro o masturbarse, y así pasó al léxico romance, donde ganó además el significado de fornicar. En unos versos de un anónimo erótico que describe la lascivia de una monja se dice que estaba "tota regirada vostra vista per fregar", con la vista extraviada ansiando fregar, no los platos, evidentemente.
Estropajo, vajilla y jabón cobran entonces nuevos significados en este microcosmos higiénico-sexual. María de Zayas y Sotomayor, por ejemplo, reserva estropajo para referirse al arte o técnica que utilizan las fregonas para dar placer, y la espuma del jabón o lavar en el río para referirse al acto sexual. Cervantes utiliza los platos como sinónimo de clientes en La ilustre fregona:
- ¿Fregona has llamado a Constanza, hermano Lope? -respondió Tomás-. Dios te lo perdone y te traiga a verdadero conocimiento de tu yerro.
- ¿Pues no es fregona? -replicó el Asturiano.
- Hasta ahora le tengo por ver fregar el primer plato.
Quizá sea Covarrubias el que mejor plasma este significado de fricare: la mujer o moza de buen fregado ("buen polvo" diríamos ahora) es "la deshonesta que se refriega con todos" (Covarrubias), una "prostituta" nos dice Terreros y Pando. Una de estas fregonas o prostitutas fue Ana de Medina, "gentil mujer de buen fregado. Autores son mil legiones de carajos fríos y helados que allí han recibido perfecta curación y escaldación", estilo quevedesco que haría reír sin duda a nuestro misógino nacional Pérez Reverte.
En el Fuero General de Navarra "fregar: conocer carnalmente á la muger".
Por cierto, ¡qué curioso el encuadre, tan centradito sobre la bragueta, y la forma de la bayeta que sostiene la fregatriz de Teniers! Cualquiera diría que es el precursor de la publicidad subliminal de los anuncios de Marlboro.
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