Fernando Alonso Romero tiene un estupendo artículo, La cacería del reyezuelo, en donde explica cómo la tradición de capturar a este pequeño pájaro, wren en inglés, se relaciona con una arcaica ceremonia céltica de elección real que comentaremos abajo. Otros autores que han tratado el tema de la caza del reyezuelo son XL Pensado (O 'Rey Charlo' de Vilanova de Lourenzá), MV Quintela (El reyezuelo, el cuervo y el rey céltico Lug) o JL Le Quellec (Le roi des oisseaux).
De Le Quellec extraigo el dato de que la caza no ha sido siempre, a nivel europeo, de un reyezuelo. En un trabajo a medias con Christine Escarmant nos informa de que en Poitou los estudiantes que alcanzan el grado de bachiller todavía cazan, en una ceremonia festiva que tiene bastante de rito iniciático o de paso, un bitard: enigmático ser que los autores identifican con el butor francés, o sea, el avetoro o abetouro / abetoiro.
El avetoro es una garza poco armónica, o por lo menos resulta poco armónica para un observador corriente no aficionado a la ornitología. Su característica principal es el sonido que emite, inconfundible por extraño; suena como una zambomba o el mugido de un buey. Alberto Magno refiere que cuando el avetoro "luxuriando est, horrible strepit sicut cum cornu". Plinio dejó constancia de que en Arlés se le denominaba taurus.
En algunas partes de Italia recibe el nombre de tarbusso, forma también derivada de taurus, o mejor, del galo tarvos. En el famoso pilar de los nautas de París están grabados un toro y tres garzas camufladas entre el follaje, junto con la inscripción TARVOS TRIGARANOS. Ese tarvos se refiere tanto al toro como a los avetoros camuflados.
Una glosa del término butorius / bitorius (forma medieval del avetoro) lo explica como wrenna, y wrenna / wraene es "caballo semental" en anglosajón, forma que por otro lado conecta con warannio > garañón. Lo que nos conduce a otro macho alfa, diferente pero con el mismo poder fertilizador que el toro con el que se identificaba al ave en el ámbito galo.
No sería descabellado suponer que al principio, in illo tempore celtoatlántico, la caza del wren o del bitard fue primero la captura de un warannio, de un macho semental, toro o caballo, como prueba de virilidad y de dominio del medio, como rito de paso masculino de la adolescencia a la edad adulta, o como elección de rey.
Una prueba brutal en la que los aloitadores someterían a las bestias comportándose como tales, como refiere en el s. XII Giraldus Cambrensis en su relato, tan comentado y malinterpretado, de la elección del rey en Ulster tras el sometimiento de un caballo blanco. Según el autor, el candidato a rey "bestialiter accedens" a un "jumentum candidum", de lo que no cabe interpretar que fornicase con una yegua blanca, ni menos deducir de ello una hierogamia políticamente correcta entre el futuro rey y la Madre Tierra, al estilo de las aventuras de Jean Aüel. Una traducción más literal sería "subiéndose a lo bestia al caballo". Tal vez así, macho contra macho:
Rapa das bestas de Sabucedo. O aloitador. (C) Dani Vázquez.
Si a Xerardo de Cambre, el cambrense, le pareció bestialiter lo que vio en Ulster, casi que es mejor no poder saber su opinión sobre nuestras rapas.
Queden para otra ocasión nuestros topónimos A Ventureira, Vitureira, Abitureira... pues tengo fundadas sospechas de que no todos estos casos son vulturarias, "buitreras".
Queden para otra ocasión nuestros topónimos A Ventureira, Vitureira, Abitureira... pues tengo fundadas sospechas de que no todos estos casos son vulturarias, "buitreras".