Tras una durísima ascensión de 0 a 1011 metros con pendientes del 15% por el Puerto del Escudo en mi tres cilindros, en el que acabé haciendo los últimos kilómetros en segunda por una carretera nacional y con un Mercedes detrás sin potencia para adelantarme, o tal vez escoltándome solidariamente por si me reventaba el motor, llegué por fin semiinconsciente al lugar de Cueva en la Merindad de Sotoscueva, Burgos.
Ermita rupestre de San Tirso y San Bernabé, en Cueva, Sotoscueva.
- ¿En esta cueva hay pinturas rupestres? -le pregunto a la guía yendo directamente al fondo del asunto y con la impresión de que la travesía por el Escudo había sido en vano en cuanto al arte rupestre se refiere.
- En la ermita hay pinturas, pero no de las que buscas -me responde escuetamente.
La ermita rupestre de San Tirso y San Bernabé ocupa uno de los grandes portalones de entrada a uno de los sistemas kársticos mayores de Europa con más de 100 km de galerías formadas por los ríos Guareña y Trema, con evidencias de ocupación humana desde el Paleolítico hasta la Edad Media. El grupo de espeleología Edelweiss ha localizado en su interior arte rupestre en el sector de Cueva Palomera, lamentablemente no se pueden ver muestras del mismo en la visita estándar, que comprende la entrada a la ermita desde la interesante galería trasera de silos excavados en el suelo de arcilla, tal vez fosas de sepulturas ya que en alguno han aparecido gran cantidad de huesos humanos.
Zigzags y ondas tipo Gavrinis en Cueva Palomera. (C) Grupo Espeleológico Edelweiss, El arte rupestre de Ojo Guareña, Boletín 19, abril 2015.
Antropomorfo con ciervo, similar en temática y forma a los de los petroglifos galaicos. Cueva Palomera. (C) Grupo Espeleológico Edelweiss, El arte rupestre de Ojo Guareña, Boletín 19, abril 2015.
En el interior de la ermita de San Tirso y San Bernabé la gran bóveda natural del portalón de la cueva, que funciona como nave del templo, ha sido pintada en su integridad con escenas de los diversos martirios a los que fue sometido San Tirso y los numerosos milagros en que intervinieron este y San Bernabé.
Una de las fotografías a disposición en la página de la Junta de Castilla y León, con el tema del despeñamiento.
Dado que no es posible realizar fotografías en el interior, no dispongo de la imagen del milagro que salvó a Domingo, el pastor de cabras que se agarró a la "yerba".
Entre los milagros llama poderosamente la atención el frecuente tema del despeñamiento y la representación de animales, cabras y bueyes. Se da el caso incluso de la plasmación por duplicado del mismo milagro: en el año 1643 un pastor de cabras llamado Domingo estaba buscando sus cabras entre las peñas (y aquí se ve un cúmulo de cabritas totalmente paleolíticas franco-cantábricas sobresaliendo a medias de entre la superficie de la roca natural pintada, utilizados sus quiebros como agreste paisaje) cuando tropezó y casi se despeña, siendo salvado por la mediación del santo, al que invocó agarrándose a una "yerba", reza el texto. El santo aparece siempre rodeado de un nimbo de lunas crecientes, algunas de las cuales aprovechan relieves de la roca en forma de crecientes lunares.
La existencia de arte rupestre en otros sectores del sistema kárstico del Guareña facilita la consideración de que los milagros pintados en San Bernabé sean reactivación de antiguos temas y técnicas del arte paleolítico, en el que además de pintarse los mismos animales (cápridos, bóvidos), se integran las formas naturales de la superficie de la roca como paisaje de fondo sobre el cual se sostienen los animales, o para crear sensación de volumen en las figuras.
Es altamente probable, por lo tanto, que los milagros de San Tirso y San Bernabé se hayan inventado a partir de escenas previas pintadas y repintadas en la cueva, reactivadas, reinterpretadas y completadas hasta llegar al estado que vemos en la actualidad. Así, las cabritas se transforman en el ganado de Domingo, la roca que las sustenta, en el paisaje en que Domingo tropieza, los meandriformes en caminos por los que se desplazan los viadantes con su carrito, añadido a los bóvidos paleolíticos repintados como bueyes de tiro.
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