El lingüista ruso Vladimir Propp demostró en su obra Las raíces históricas del cuento (1946) que en el cuento de hadas o el cuento maravilloso como género de origen popular, ese que todos conocemos a través de las versiones difundidas por los hermanos Grimm o Perrault, como pueden ser La bella durmiente, Blancanieves y los siete enanitos, o Caperucita roja, se conserva encriptado "un rito que en una época remota estuvo ampliamente difundido, el rito de iniaciación de los jóvenes al acaecer la pubertad. Tal rito se halla en relación tan estrecha con la muerte, que no es posible estudiar una cosa sin la otra".
Que el cuento de hadas (en nuestro caso, de princesas mouras encantadas) es vestigio de un relato iniciático, como los que pueden oírse todavía en sociedades que practican el chamanismo, fue durante un tiempo una hipótesis que habían intentado demostrar varios autores mencionados por Propp: Frazer, Saintyves, Kazanskij, etc. Pero será Solomon Lur'e, con su trabajo de 1932, "Dom v lesu" (= La casa en el bosque) sobre La bella durmiente, el investigador que Propp considere esencial para el desarrollo completo de la teoría, aunque le critique a Lur'e la ausencia de deducciones, a partir del material aportado por los cuentos, sobre el tipo de sociedad que pudo haber generado este ritual.
Según Propp el rito iniciático de pubertad es una institución peculiar de sociedades organizadas a nivel de clan; por lo tanto debemos situar el origen del rito y los relatos iniciáticos en sociedades prehistóricas, carentes de organizaciones de tipo estatal. En nuestro territorio cabría datar el corpus de relatos de mouras encantadas en un momento incierto, posiblemente varios milenios anterior a la Edad del Hierro, época en la cual ya existían organizaciones políticas en forma de ciudades-estado, confederaciones de pueblos o gentilidades: "os oppida [castreños] vencéllanse, en efecto, á centralización política e á primitiva afirmación do
Estado nas comunidades étnicas entre as que xurdiron" (Fernández Calo: "O desenvolvemento político pre-municipal dos pobos galaicos", GALLÆCIA 35, pg. 99-128, 2016).
Siguiendo al investigador ruso, mediante el ritual de iniciación "el joven se convertía en miembro efectivo de la comunidad y adquiría el derecho a contraer matrimonio. Se creía que durante el rito el niño moría y resucitaba como un hombre nuevo (muerte temporal). La muerte y la resurrección eran provocadas por actos que imitaban el engullimiento y regurgitado por parte de animales fabulosos. El iniciado estaba plenamente convencido de que moriría y sería resucitado" (Las raíces históricas del cuento, capítulo 3: "El bosque misterioso. - El rito de iniciación"). A continuación, y a lo largo de su obra, Propp ilustra con abundantes ejemplos del folklore ruso y materiales de diversas procedencias, que permiten establecer comparativamente la uniformidad de la creencia, la estrecha relación existente entre este ritual y el cuento de hadas o cuento maravilloso. Por desgracia, Propp no conoció los cuentos de mouras encantadas, que quedaron fuera de su análisis; le hubieran servido para demostrar la validez de su teoría de un extremo a otro de Eurasia
Posible moura encantada en figura de serpiente. Canecillo de Santa María del Azogue, Betanzos.
(C) Dolores González de la Peña.
Engullimiento y regurgitado iniciáticos en los cuentos de mouras encantadas
"Disse a moura: -Apenas três condições te imponho: consentires em ser três vezes engolido e três vezes vomitado pelo meu irmão: três vezes serás depois abraçado por minha irmã, ficando o teu corpo ulcerado nos pontos em que ela se enroscar; e depois de tudo isto consentires ainda que eu te oscule a fronte, tirando-te os santos óleos, que recebestes no baptismo [...] apontando para o leão disse: -é o meu irmão; e voltando-se para a serpente respondeu: -é a minha irmã".
Maria da Rocha Contreiras (As lendas de mouras encantadas, Universidade do Algarve, 2004) analiza esta leyenda como un "processo pelo qual o homen teria que passar, em que seria sucessivamente engolido e regurgitado, como se de uma morte e novo renascimento se tratasse" (pg. 102-3). La autora nota por lo tanto el evidente ritual iniciático enfocado al matrimonio con la moura, pero su acertada intuición sobre el engullimiento y el regurgitado iniciáticos parece surgir de la nada; sorprende que no los contextualice en la conocida teoría de Propp, según la cual en el cuento de princesas encantadas se representa siempre el rito de iniciación del varón en la pubertad como tránsito a la edad adulta, de alguna forma que implica más o menos claramente el proceso de ser devorado y vomitado por un animal.
En este cuento portugués, y siguiendo a Propp, se observan perfectamente diferenciados los dos estadios de engullimiento y regurgitado del iniciado como paso a su vida adulta, que son realizados por avatares animales de la moura en forma de hermanos de ésta. Esta leyenda es una rareza en el corpus, pero aporta un motivo más que nos permite encuadrar los cuentos de mouras encantadas dentro del conjunto del cuento maravilloso estudiado por Propp. Como regla general el rito iniciático del engullimiento-regurgitado del varón en nuestros cuentos de mouras ha quedado reducido al enroscamiento de la culebra / moura alrededor del cuerpo del hombre hasta casi asfixiarlo.
Moura encantada en su versión de sirena, Santa María del Azogue, Benavente.
(C) María Pardo, José Simarro y Michelle Cheminsky, Sirena de Santa María del Azogue, 2015.
El bello durmiente del bosque
"No monte do Castelo-de-Santa-Cristina (ao pé de Vermoim) havia d'antes uma moura em forma de cobra, com orelhas. Foi lá um dia um rapaz para matá-la, mas esperando, adormeceu. A cobra aproximou-se então d'ele e deu-lhe um beijo, transformando-se logo n'uma esbelta rapariga que casou depois com o rapaz, vivendo ambos muito felizes" (leyenda portuguesa tomada del estudio citado de Contreiras). La coletilla del cuento sirve para reforzar su evidente nexo con los cuentos de hadas clásicos, versiones más elaboradas estilísticamente de los antiquísimos originales conservados por el folklore.
Como vimos en la primera parte de este trabajo (El mito galaico del desencantamiento (fallido) de la moura-serpiente), el personaje encantado del folklore era siempre la mujer, ya que el encantamiento representa la reclusión femenina durante la menarquía y sucesivas menstruaciones, la infertilidad, hasta que se produce el desencantamiento con la cópula y el primer embarazo. Así sucede en la versión más antigua del cuento de La bella durmiente, en la que Talía da a luz a dos niños tras ser desencantada por un rey que copula con ella mientras duerme (Basile, El Pentamerón, 1634). Sin embargo, en este brevísimo cuento rescatado por Contreiras el durmiente es el joven. Esta excepcionalidad podría explicarse como vestigio del ritual de engullimiento y regurgitado por parte de un animal, que constituye parte esencial de la iniciación del joven. En este proceso Propp había establecido un estadio de muerte temporal previo al regurgitado o renacimiento, dicho estadio en el cuento maravilloso se representa mediante el trance, sueño o muerte de sus protagonistas, que con frecuencia ocupan lugares liminales fuera de este mundo: Eurídice encantada (muerta) en el Más Allá.
Los mouros de nuestro folklore no están vivos ni muertos, tampoco están exactamente dormidos; normalmente son invisibles. Esta particularidad se relaciona con los estados alterados de consciencia descritos por Lewis-Wiliams como propios de clanes paleolíticos o de grupos de cazadores-recolectores. La segmentación del continuum que va de la consciencia a la inconsciencia es cultural y responde a creencias del grupo, es lo que Lewis-Williams denomina contrato de consciencia (Dentro de la mente neolítica). Puede considerarse la reiterada afirmación de que los mouros no están vivos ni muertos como consecuencia derivada de un estado alterado de consciencia: la muerte temporal de Propp, que se produce en los rituales de iniciación. El contrato de consciencia prehistórico, con segmentaciones diferentes al moderno concepto de consciencia y de realidad - irrealidad, justificaría la presentación de la moura encantada como habitante del Alén, al asimilar su estado de encantada con la muerte.
Evas mitocondriales: la moura encantada, Eurídice, la Eva bíblica
El antropólogo Robert Briffault en su obra The Mothers (ed. Gordon Rattray Taylor, 1959) examina a fondo la antigua creencia, extendida por todo el mundo, de que las serpientes provocan la menstruación de las mujeres con su mordedura: en la India se cree que las mujeres durante el periodo o en la menarquía, antes de haber tenido la primera regla y haber mantenido relaciones sexuales con un hombre, son poseídas por un ser maligno en forma de serpiente; entre los rabinos judíos es una opinión corriente que la menstruación se debe a que la serpiente tuvo relaciones sexuales con Eva en el Jardín del Edén; en Papúa (Nueva Guinea) a menudo representan en sus grabados el tema compositivo de la mujer mordida en los genitales por un lagarto; en América del Sur también existe la creencia en que las serpientes son responsables de la menstruación y del embarazo de las mujeres (casos descritos por Briffault, pg. 314-316).
Una de las estatuillas femeninas que representan a la moura-serpiente o madre primordial. Localizada en Knossos por Arthur Evans, se data en el II milenio a. de C. y demuestra la extensión y antigüedad del mito en Eurasia. En nuestro folklore el motivo del mandil con serpientes se deduce de la letra de la canción popular "A saia de Carolina", que "ten un lagarto pintado, cando Carolina baila, o lagarto move o rabo".
La serpiente del mito galaico-portugués mayoritariamente, como vimos en la primera parte del estudio, es responsable de la menstruación de la mujer, pero tenemos en el corpus algún ejemplo en el cual es responsable de su embarazo. Se trata de un caso muy contaminado por la doble moral del cristianismo pues la madre soltera se ve obligada socialmente a abortar, proceso en el cual es ayudada por la propia Virgen María. A pesar de la crudeza de la situación que vive la joven, ilustra la evolución del mito desde sus inicios, adaptándose al nuevo contexto religioso:
"Em S. Vicente da Beira, Castelo Branco, uma rapariga foi beber água num ribeiro. Quando bebeu a água engoliu uma cobra pequenina e depois a cobra foi crescendo e o ventre da rapariga tembém crescía. O pai pensando que ela andava grávida foi pô-la a um monte chamado Couto, para as feras a devorarem e ela rezou muito e pediu a Nossa Senhora para lhe acudir. Depois Nossa Senhora apareceu-lhe e disse-lhe: -Vai para casa e diz a teu pai que ponha uma caldeira com leite a ferver ao lume e que te debruce para dentro do leite e o que tens lá dentro, te sairá. A rapariga regresou e fez o que Nossa Senhora lhe tinha dito e uma cobra lhe saltou lá de dentro" (F. Frazão y G. Morais, Portugal, Mundo dos mortos e das mouras encantadas, v. III, pg. 14-15, 2010).
Quizá el cuento más antiguo, formulado ya hace milenios como cuento incomprensible de princesas encantadas que son rescatadas del Más Allá, de ese estado liminal y sobrenatural que suponía la menstruación en el pensamiento mágico de las sociedades de cazadores-recolectores, es el del descenso al Inframundo de Orfeo en busca de Eurídice, muerta al ser mordida por una serpiente; como en los relatos gallegos, Orfeo fracasa en la prueba. En él ya se contienen todos los elementos: futura esposa - mordedura de serpiente - muerte temporal - descenso al Más Allá del novio (prueba iniciática) - incumplimiento del acuerdo con los habitantes del Inframundo (muertos = dioses / mouros) - fracaso del desencantamiento.
No obstante, más interesante resulta la evolución que ha experimentado el mito prehistórico en la Biblia, concretamente en el libro del Génesis, que recoge folklore del II milenio a. de C. Se resume en la creencia ya expuesta de que los rabinos consideran la menstruación como el pecado original, provocada por la mordedura de la serpiente en los genitales de Eva, la madre primigenia.
La Virgen con su serpiente: la última moura encantada, madre primigenia.
San Nicolás de Cis (Oza dos Ríos).
(C) Dolores González de la Peña, 2014.
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