domingo, 23 de septiembre de 2018

La coleta de Viriato y la posible filiación lusitana de las falas de Xálima

Hace dos mil años el historiador griego Estrabón dejó escrito que el peinado masculino de los lusitanos era como el de las mujeres (Geografía, libro III), llevaban por lo tanto una melena larga y suelta, tal vez con algún recogido que para el gusto clásico del autor podría calificarse de femenino. En la traducción al latín de la edición de Casaubon se expresa así: "crines mulierum in modum demittunt, mitris faciem velati pugnant", dando a entender, además, que luchaban con la cara cubierta (1); pero cualquiera se fía de las traducciones, como veremos enseguida.

Hasta ahora no se conocen esculturas de guerreros lusitanos o galaico-lusitanos melenudos que encajen en la descripción de Estrabón; se ha logrado establecer en cambio la funcionalidad de las saunas castreñas, identificando los vestigios arqueológicos de estos edificios con los lugares que usaban los lusitanos, según el historiador griego, para tomar baños de vapor mediante piedras candentes sobre las cuales vertían agua. Resulta difícil llegar a encajar las descripciones etnográficas de la antigüedad con los referentes arqueológicos que han llegado incompletos y fragmentados hasta nuestros días, en el caso de las saunas teníamos los edificios pero nos faltaba una adecuada traducción del texto griego, que se interpretaba erróneamente como que los lusitanos hacían una especie de yogur en vasos de piedra (se ve que el griego no fue nunca plato del gusto de nadie). En el caso del peinado masculino lusitano teníamos el texto, pero nos faltaban estatuas de guerreros greñudos... o eso pensábamos hasta que conocimos la existencia del ídolo de Villalba (colección particular, San Martín de Trevejo), descrito y fotografiado por Martín Galindo: "Las cabezas sueltas de guerreros y la estatua gigante de un ídolo", Sierra de Gata Digital, 2015. Se trata, efectivamente, de una estatua de guerrero encuadrable en la tipología galaico-lusitana y cuya cabeza recuerda a la de Rubiás (Ourense), tiene la particularidad de que el pelo "está representado por geométricas ondas y una especie de coleta recorre las zonas superior y occipital de la testa" (Martín Galindo), el fuste de la estatua menhir también está recorrido por ondas geométricas más propias del arte del megalitismo, que podrían estar representando la continuación de una exagerada melena que cae por la espalda y los costados. Hasta aquí mostramos el encaje perfecto entre la descripción del ídolo de Villalba y el texto estraboniano relativo al peinado masculino de los lusitanos.


Recreación del ídolo de Villalba a partir de las fotografías y descripción de Martín Galindo.
(C) Dolores González de la Peña

Por si fuera poco, nos encontramos ante una pieza muy relevante de altísimo valor etnográfico pues su envés muestra un arcaico peinado con recogido equiparable al moño anudado de los suevos, al chonmage de los guerreros samurais japoneses o al culan de los irlandeses (El peinado del hombre de Clonycavan).

Moño suevo anudado a un lado de la cabeza. (C) Dolores González de la Peña, exposición "In Tempore Suevorum", 2017, Ourense.

Pero supera cualquier expectativa descubrir a continuación que el peinado masculino de los lusitanos descrito por Estrabón hace 2000 años y que puede verse en la cabeza tallada del ídolo de Villalba, aproximadamente de la misma época o algo anterior, resistió los avatares de las modas hasta el siglo XVIII, siendo el peinado tradicional de los mañegos de San Martín de Trevejo, según podemos leer en el "Cuadro de Costumbres" de José López Vidal, publicado en la Revista de Extremadura (Tomo XII Cuaderno V-VI - 1910 mayo 1, pg. 230-234, y Tomo XII Cuaderno CXXXIV - 1910 agosto 1, pg. 356-360):

"O mayor distintivu en tos os vellos i mais mozus era a Coleta que consistía en uma trenci do pelu que le queia encima das costas con o pelu mui largo patras i dos laus i mutilá a cabeza encima da frenti".

En la descripción de López Vidal se incide también en el rasurado de la frente de los mañegos, y aparentemente se representa una tonsura frontal en el ídolo de Villalba. La tonsura era frecuente en el mundo céltico insular (hombre de Clonycavan) y en general entre los guerreros de la antigüedad euroasiática (samurais).

Esta pervivencia tan prolongada en el tiempo resultaría increíble si no estuviese sustentada en tres fuentes (Estrabón, estatua-menhir de Villalba, "Cuadro de Costumbres" de López Vidal); me atrevo a decir que es un caso único de perdurabilidad milenaria sin parangón conocido. Ello me lleva a plantearme la posibilidad de que hayan sobrevivido otras costumbres y tradiciones lusitanas en el reducto de Xálima, como la lengua. ¿Serán las falas de Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo descendientes directas de la lengua prerromana denominada lusitano, que habría sufrido una evolución similar y paralela a la del latín hacia las lenguas romances?

Ahora que está de moda el pensamiento único políticamente correcto de mostrar fastidio y desinterés por la cuestión del origen de las falas de Xálima, que atañe a la lingüística diacrónica o histórica, para mostrar, en cambio, una aparente preocupación institucional por su preservación, que atañe a una ausente política lingüística, parece que la llamada "tercera pola" del tronco galaico-portugués podría dejar de serlo para convertirse en matriz, pasando el gallego a ser lusitano exterior.

(1) Se conserva en la misma colección privada de San Martín de Trevejo una cabeza esculpida en piedra cubierta la parte superior por un casquete tipo Leiro, fotografiada y descrita por Martín Galindo en "Las cabezas sueltas de guerreros y la estatua gigante de un ídolo", Sierra de Gata Digital, 2015. Tal vez sea el referente de la cita estraboniana sobre la mitra con la que se cubrían los lusitanos en la lucha. 

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