Octodurum fue una ciudad vaccea que menciona Ptolomeo en Hispania, junto con Cauca (Coca, Segovia) y otras.
La evolución normal de OCTODURUM es Ottourum > Otorum > Otoro, puesto que la -d- patrimonial intervocálica se pierde, y parece que CT evolucionó hacia una articulación geminada -tt- que acaba simplificándose en -t-.
Sabemos que esta zona geográfica también recibió el nombre de Campos Gothorum, lo que sugiere que en algún momento hubo una reinterpretación culta del viejo Otorum motivada por la ocupación goda:
- "Campus Gotorum, id est Taurus" (Chronicon mundi, de Lucas de Tuy). Es un curioso testimonio donde se observan juntas las dos interpretaciones del topónimo Otoro, una manifiesta la tendencia a explicarlo por la presencia de godos, Otorum --> Gothorum, y la otra se limita a retraer al latín la forma con aféresis, Toro, mostrando así que en la concepción popular el nombre se veía motivado por el animal taurum.
Don Ramón Menéndez Pidal ya había demostrado que Toro es aféresis de Gothorum, concretamente aduciendo el estadio Otoro, y por lo que acabamos de ver Gothorum es una reinterpretación de Otorum procedente de OCTODURUM.
Este -durum se trataría, en mi opinión, de un morfema derivativo latinizado, como en Argentodurum > Argentoyrio (Dauzat).
Toponimia prerromana, hidronimia paleoeuropea, etnografía, megalitismo e arte rupestre. Se chegaches aquí por Google e non te levou á entrada que procurabas, volta a repetir a búsqueda dende Bing! ou usa o buscador interno do blog. Grazas!
domingo, 23 de agosto de 2009
domingo, 9 de agosto de 2009
Íñigo = Mingo
- En la Égloga sobre el molino de Vascalón (s. XV-XVI) el personaje de Íñigo Sitio es interpelado como Mingo.
- Otra obra del s. XV, Las coplas de Mingo Revulgo, se atribuye a fray Íñigo de Mendoza por la relación que hay entre las coplas y algunos pasajes de La Vita Christi de Mendoza. Por otra parte Íñigo de Medoza es mencionado por Valenzuela como fray Mingo: "fray Ambrosio y fray Mingo, y otros célebres predicadores de otro tiempo".
- En el Cronicón Burguense y en el de Cardeña se dan en el mismo orden estos tres acontecimientos: la muerte del rey García por su hermano en Atapuerca, la muerte de Santo Domingo de Silos y la muerte del rey Fernando, o los años que duró su reinado, pero el de Cardeña sustituye a Santo Domingo por Sant Yenego, de forma que serían equivalentes o intercambiables.
literarias, aparecen ya unidos a mediados del siglo XVI. Creo que no es descabellado pensar en un lapsus calami por parte de Valenzuela, correlato de una trasposición mental entre el nombre de fray Iñigo y el título de las Coplas de Mingo Revulgo, con lo cual fray Antonio uniría así una
obra con su muy posible autor".
En mi opinión no hubo tal lapsus calami sino que Valenzuela estaba llamando a Íñigo por su correspondiente hipocorístico Mingo, hecho que se vuelve a repetir en el personaje de la Égloga del molino de Vascalón.
Íñigo prodede del nombre propio prerromano navarro o pirenaico Énneco (Enneces en el año 90 a. de C., Bronce de Áscoli), y Domingo (Mingo o Mengo) del latín dominicus (del señor), derivado de dominum (señor). Sin embargo en la documentación medieval, donde figuran abundantes patronímicos y nombres propios tomados de los nombres de los progenitores, nos encontramos casos curiosos en que parece establecerse la relación entre Énneco y Domingo o Mingo:
Semen Iengo (Ién(e)go es variante documentada de Énneco) fue padre de Mengo Semeno (año 1210, Monasterio de Fitero). Este caso podría ser el típico quiasmo en que el nombre y el apellido del padre se traspasan al hijo invertidos.
Enego Exemen Dominicus es el nombre de un tal Íñigo hijo de Domingo (año 1202, colección de documentos de la Corona de Aragón).
Don Enego Domenge Don Enego, es un extraño caso que reitera hasta la saciedad los nombres como si quisiera explicarlos recíprocamente (documentos de la Corona de Aragón).
Ego Honneka et filio meo Dominico, aquí Onneca, la variante femenina de Enneco, tiene un hijo llamado Domingo (año 1079, Valbanera).
Son casos muy insuficientes para establecer que Dominicus se utilizó también como latinización del nombre propio precedido del tratamiento de respeto domno Énneco, pero explicarían los que abren este artículo.
martes, 4 de agosto de 2009
Mariñán y Namarini
Si pasamos por el viaducto de Mariñán en Betanzos pensaremos inmediatamente que el topónimo se debe a la mariña que forma el río Mandeo (A Mariña betanceira), bien visible desde cualquier punto del itinerario. A pesar de esta evidente marisma, en los libros de toponimia podremos leer la clásica explicación que hace provenir el nombre del antropónimo latino Marinianus en caso genitivo (v. Cabeza Quiles). No hay, de momento, nada que nos indique qué etimología es la adecuada, pero la orografía del terreno y una posible concordancia sobreentendida con el sustantivo masculino locum, "lugar", inclinan la balanza a favor del hidrónimo.
Otra mariña importante en las costas gallegas es A Mariña lucense, cuyo nombre puede constatarse en el cognomen de una tribu mencionada por Plinio pasando el Navia, los Egivarri Namarini. Namarini es un compuesto de la preposición en + artículo a + marini, equivalente al gallego actual "na mariña" = en la mariña. Lo que nos obliga a suponer que ya en el siglo I existía la preposición en amalgamada al artículo a, y que:
Otra mariña importante en las costas gallegas es A Mariña lucense, cuyo nombre puede constatarse en el cognomen de una tribu mencionada por Plinio pasando el Navia, los Egivarri Namarini. Namarini es un compuesto de la preposición en + artículo a + marini, equivalente al gallego actual "na mariña" = en la mariña. Lo que nos obliga a suponer que ya en el siglo I existía la preposición en amalgamada al artículo a, y que:
- o bien la evolución por asimilación progresiva del latín in (i)lla > inna > na se produjo instantáneamente con la romanización, nueve siglos antes de los primeros testimonios seguros que figuran en las Glosas Emilianenses (v. p. ej. "eno spillu", "ena felicitudine").
- o bien en la lengua prerromana que se hablaba en el noroeste había una contracción autóctona ena / na. Ningún problema para esto último, porque Villar y Tovar nos facilitan parte de la argumentación: "resulta congruente ver [...] la preposición indoeuropea "en", como propuso A. Tovar para Namarini" (Indoeuropeos y no indoeuropeos en la Hispania prerromana, pg. 397).
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