sábado, 25 de enero de 2014

A Espenuca: Brigantia

Hay bastante seguridad a cerca de que los topónimos Espenuca (Coirós), Espenica (Ordes), Espélugues (Lourdes, Francia), Lespugue (Francia) o Espluga (varios en Cataluña) provienen del latín spelunca, "gruta, sima, caverna, antro, cripta". La orografía de estos lugares, su enorme fuerza telúrica, ha determinado que el ser humano experimentase en ellos el miedo al abismo, al mundo inferior o infernal. Por esta razón con frecuencia se encuentran antiquísimos santuarios en las speluncae: es el caso de Santa Aia o Santa Baia da Espenuca en Coirós, y el del santuario magdaleniense de Espélugues, que forma parte del mismo sistema de cuevas que alberga la de Massabielle (Lourdes), donde la fée Aquero, la Señora, se le apareció e Bernardette Soubirous.

Reverso de la doble Venus paleolítica de Lespuge.

Spelunca en latín es sinónimo de specum, cuyo diminituvo speculum o speculam aparece en el famoso texto de Orosio que sitúa una de estas speculae o speluncae en Brigantia; aunque los críticos y el propio Orosio se empeñen en confundirla con el término homónimo speculum, "espejo". La ubicación de Brigantia, la altísima, hasta hace no mucho se establecía en la zona de Betanzos, a un paso de la eminencia de A Espenuca, donde Bregond pudo haber visto Irlanda desde su asiento de piedra.

"Ecclesiam uocabulo Sancte Eolalie qui est iuxta farum Precantium [...] et nuncupant eam Carolio et alia ecclesie Sancte Marine" (año 966, Tumbo de Sobrado). Me permito hacer una pequeña corrección a la lectura de farum, proponiendo en su lugar fanum, "templo", aunque ahora mismo dé un poco igual qué era lo que había en A Espenuca: Flavium Brigantium, Farum Brigantium o Fanum Precantium. Sin mucha duda parece que este documento escrito tras la invasión y derrota de los normandos por Ramiro podría estar haciendo referencia a la iglesia de Santa Baia de A Espenuca, en Coirós, y a la vecina iglesia de Santa Mariña de Lesa, lo que cuadraría con la famosa inscripción de A Espenuca, que se ha puesto en relación, precisamente, con una primera invasión normanda. Respecto a la equivalencia Carolio = Coirós: la etimología de Coirós no está muy clara, pero el nombre es compatible con la latinización Carolio, Corioli, como aparece en el testimonio "per collem Corioli et per bibitorium de Aranga", o Curiolos.

La existencia de un castro, castellum o fortaleza en A Espenuca se documenta por primera vez en el siglo IX:

"sca. Eulalia in castellum ad Asperunti" (año 830) - la lectura correcta ha de ser Asperunci, que se deduce de este otro caso: "Pelagius monacus de Asperunca" (año 1202).

En A Espenuca de Coirós se ha buscado en vano la sima que le habría dado nombre, aunque existen un par de candidatos más que aceptables: el Pozo da Moura, formado por el río Mandeo en la falda del monte, y la Pedra da Señora, en su cumbre, una piedra hueca con taffoni o alveolos, semejante a la Pedra Cavada de Gondomar o a la que conforma el santuario rupestre de Los Barruecos en Malpartida de Cáceres.

De la Pena da Señora, la misma Señora que vio Bernardette en Lourdes, en el estudio de Veiga Ferreira y Sobrino Ceballos, "Espenuca. Inscricións, edificios e lugares máxicos" (Anuario Brigantino 2012), se recogen dos testimonios de Vales Vilamarín a cerca de esta presencia:
  1. "Según Hilario García López (12 sep. 1939), en la Pena da Señora había allí un encanto y que una señora aparecía muchas veces bailando debajo de la peña".
  2. "Un paisano contaba hace años a don José Castrillón (tiene este señor actualmente unos 78 años) que pasando el padre de aquel por ante dicha piedra, vió a la señora sobre ella y oyó que le decía:-Ven aquí, que che hei de dar unha cousa moi bonita".
Del Pozo da Moura se cuenta la siguiente leyenda en Vilamourel, recogida por Veiga y Sobrino: "antigamente dicíase que se caías neste remuíño do río Mandeo afogabas por moito que souberas nadar. Un señor da casa do Pazo ía co seu sobriño para a feira do Vinte e debía cruzar o río para chegar ata alí; antigamente había moita riada e o home caeu ó río. Por moito que o buscaron non houbo maneira algunha de atopalo. Un home díxolles que debían buscalo pola noite, que verían descender unha luz da parte de Espenuca e que esta mesma luz os ía guiar ata atopar ó seu familiar. Así o fixeron e, cando estaban chegando á veira do río, xa viron a luz descender de Espenuca". Iker Jiménez ha considerado a estas luces misteriosas de A Espenuca un caso más de avistamientos OVNI (véase la fotografía de los OVNIS de A Espenuca en su libro Encuentros: La Historia de los avistamientos O.V.N.I. en España).

miércoles, 22 de enero de 2014

Falling in love

El inglés es el caso más significativo que conozco en que el estado de enamoramiento se expresa como una caída en un hoyo en el suelo.

Respecto a la posible etimología de love como 'agujero, hoyo', en finés el término lovi significa precisamente 'brecha, agujero, hoyo'. En combinación con el verbo caer se usaba para expresar figuradamente el estado de trance que alcanzaba el chamán en su viaje espiritual al otro mundo: langeta loveen, 'caer en el hoyo', significaba también 'entrar o estar en trance' (Campbell: the linguistic prehystory of Finno-Ugric).

En otra fuente cronológicamente anterior se nos informa de que "cadendo in extasin" entre los lapones se decía "lovehen langeta". El éxtasis o trance del chamán, esa experiencia mística, podría haberse utilizado para definir o intentar explicar ese otro estado extático más común en el que el enamorado está como hechizado, fuera de sí, en otro mundo. La vía de entrada del préstamo al inglés muy probablemente habría sido a través del danés, que a su vez lo habría tomado del finés.

El frontal de altar de Santa Eulalia de A Espenuca

En el Catálogo Monumental de la Provincia de A Coruña (CSIC) aparecen dos antiguas fotografías de Santa Baia cuando todavía conservaba el retablo de San Antonio y el frontal del altar, hoy en paradero desconocido. El frontal era, según descripciones de testigos, una preciosa obra de cuero repujado y pintado según la técnica del guadamecí. Lamentablemente, la fotografía en que se intuye la decoración del frontal, además de estar descolorida solo ha logrado captar su parte superior. Esta tenue imagen, sin embargo, es más que suficiente para encuadralo en la tipología vegetal. Una cenefa de conchas medio cubierta por el mantel del altar, da paso a cinco motivos florales entrelazados que se parecen asombrosamente a un frontal del Museo Nacional de Artes Decorativas, cuya procedencia se obvia en la ficha (CE00470). Clic sobre la imagen para ampliarla:


Según el catálogo de la exposición de 1943 Cordobanes y guadamecíes, esta tipología era bastante frecuente. La pieza CE00470 también se expuso entonces con el número 220 (fotografiada en la lámina LXXXIII) y, asimismo, tampoco se indicaba su procedencia, ni la de otros frontales similares que participaron en ella (números 217, 218, 222, y 223).

Podemos suponer qué fue del frontal de guadamecí de A Espenuca: se fue a una exposición para nunca más volver. En el mejor de los casos andará por el Museo Nacional de Artes Decorativas, o en el British. 

domingo, 5 de enero de 2014

Bibere, beer


La cebada en la Edad Media fue empleada por los monjes gallegos fundamentalmente para hacer dos tipos de cerveza que llamaban cibaria y bibere. La diferencia entre ambas la desconozco, tal vez pueda ponerse en relación con la diferencia entre cervisia y caelia según San Isidoro (L. Wiener: Contributions Toward a History of Arabico-Gothic Culture); en la composición de esta última se utilizaba un ingrediente más, que bien podría ser el lúpulo.

El bajo-latín bibere, sustantivo femenino, tiene todos los boletos para ser el étimo de beer y de birra, pasando por la caída de la -b- intervocálica.

En el Glosario de Du Cange, en la entrada Biberis: "potio. - Ita intrantes in refectorio accipiant singulas Biberes et panem" = entrando en el comedor, recojan una birra y un pan. Un poco más abajo menciona entre las biberes nonales a la cervisia.

Que la cibaria no se veía exactamente como grano, sino como la bebida hecha con él, se deduce de la gran cantidad de veces que en la base de datos del CODOLGA aparece en coordinación con las otras bebidas a que eran aficionados los monjes, el vino y la sicera (sidra). Un dato más a tener en cuenta es que los recipientes que contienen la cibaria y la bibere son receptáculos para líquidos ("cubos cum cibaria et cubas cum bibere").

Otro ejemplo curioso del CODOLGA nos ilustra sobre la dieta a base de pan, carne y birra ("super vestra mensa ad pane et ad carne et ad bibere vos donastis et nos accepimus").

Estos datos pueden ponerse en relación con el fresco de Pombeiro, al que hace poco Manuel Gago dedicó un interesante estudio gastronómico en su blog, llamando la atención sobre las jarras de cerveza: A última cena de Pombeiro: unha fotografía dos usos gastronómicos da Galicia do século XV.

viernes, 3 de enero de 2014

Por qué Santiago lleva una vieira en el sombrero

Decía Horacio que los idus de abril, el 13 de este mes, marcaban el inicio de la temporada de la Veneris marinae. Se trata de un pasaje extraño si pensamos en la diosa Venus como acostumbramos a imaginarla. Una diosa que, por otra parte, los clásicos decían que había nacido de la espuma del mar y de la sangre de los genitales del cielo, sustentada sobre la concha de una vieira.

Se sabe que etimológicamente vieira procede de venerea, pero a partir de los versos de Horacio que señalan la importancia de abril en el biorritmo de la diosa, y teniendo en cuenta la descripción clásica de Veneris, formada de espuma y sangre, parece que entre Veneris y vieira hay algo más que una relación filológica, parece que la concha es algo más que un casual y humilde pedestal de Venus. Parece, más bien, que diosa y molusco son lo mismo, el marisco o la concha divinizada.

La naturaleza no entiende de historias, por eso abril continúa siendo el mes en que los mariscadores comienzan la extracción del delicado molusco blanco y rojo de las rías gallegas, "qui dies mensem Veneris marinae findit Aprilem".


La antigüedad del culto a la vieira Venus se atisba en la existencia de un templo dedicado a la Veneris marinae que conocemos por la descripción de las costas peninsulares de la Ora Maritima de Avieno. Un templo que bien podía haber estado decorado con conchas de vieira como la iglesia de la isla de Louxo, bajo la advocación de la Virgen del Carmen, sucesora cristiana de la Veneris marinae.

Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, Louxo - A Toxa.

Entre las aras dedicadas a la vieira Venus se encuentra el Autel de la Coquille de Fontvieille, esculpido no por azar en una cantera de fósiles marinos, que inmediatamente nos sugiere el concepto de perdurabilidad. La existencia de paleoocéanos fosilizados en lo mediterráneo, en el interior, seguramente proporcionó al ser humano desde hace miles de años la certeza de que la dimensión tiempo en que se inserta nuestra vida es vastísima, moldeadora y aniquiladora. De su fuerza destructora solo se salvan diminutos fósiles, como recuerdos.

Altar de la concha de vieira, Fontvieille. (C) J. Lucas, en aqueducsromains.

En el Neolítico, momento en que dejamos de ser cazadores-recolectores para volvernos mariscadores, la simbología de la concha de vieira o pecten se ve potenciada. Sus connotaciones funerarias vienen dadas por su aparición como ajuar en enterramientos de inhumación, "ámbito en el que se ha planteado la posibilidad de tratarse de un contenedor de alimentos para el tránsito al otro mundo" (concha de pecten hallada en el Seminario, Huelva). Ya en época romana aparece como motivo decorativo en sarcófagos ("such shells are associated with the pagan belief of the journey of the dead to the Underworld": sarcófagos britano-romanos del Museum of London), y aparece también como motivo arquitectónico en la venera de los ábsides de los nichos que cobijan las imágenes de los difuntos (lauda de Ursicinus); de hecho en italiano el nombre del molusco es nicchio. Así, el difunto Santiago con una concha de vieira por tocado es como el difunto Ursicinus bajo la venera de su nicho.

Lauda de Ursicinus. (C) Hispania Epigraphica.

Lauda sepulcral de Santa María a Nova, Noia, con motivo de vieira. (C) Emilio Valadé del Río.

A grandes trazos, la concha de vieira fue un símbolo pagano, prejacobeo, del devenir, tal vez de la perdurabilidad del difunto, como fósil, allá o en nuestro recuerdo.

Conchas de vieira en bronce. Necrópolis romana de San Xiao de Moraime.
(C) Rafael Lema, El camino secreto de Santiago. La ruta pagana de los muertos.

miércoles, 1 de enero de 2014

Adro Vello

En la orilla del mar de San Vicente do Grove, en la Praia do Carreiro, hay un castro, unas cubetas para salazón de pescado, de la misma época que el castro, y sin solución de continuidad, los restos de una villa romana reaprovechados como templo, junto al cual los mecos enterraron a los suyos durante 1700 años, hasta que el avance marítimo hizo más recomendable trasladar la iglesia de San Vicente, el Adro Novo, a su ubicación actual, unos cuantos metros al interior.

El gallego adro no equivale al castellano atrio, sino que es un eufemismo por cementerio (E. Montero, El eufemismo en Galicia). Y eso es precisamente lo que se encontró en Adro Vello, lo que ya anunciaba el microtopónimo: una imponente necrópolis con tumbas que siguen los patrones imperantes de las distintas épocas. Las hay romanas, con una tégula en cabecera y pies, o con cubiertas pétreas a base de losetas encabalgadas, hay sarcófagos monolíticos, laudas altomedievales con lo que podrían ser tamgas o marcas gremiales... Una sucesión de modas funerarias impresionante y nada habitual por la potencia temporal del estrato: nada menos que 1700 años.

Captura del yacimiento realizada con Google Earth, que permite ver que se extiende a ambos lados de la carretera y bajo las dunas.

Estos días se han estado realizando tareas de limpieza y desbroce superficiales del yacimiento, pero sería deseable que se reforzara la consolidación de algunas tumbas que se están desmoronando, así como la construcción de una pasarela que permita explorarlo sin pisarlo. No vendrían mal mantenimientos periódicos, que no supondrían una gran inversión puesto que el yacimiento está en bastante buen estado.

También sería de agradecer la publicación de algún folleto explicativo sobre el mismo, que podría estar a disposición de los visitantes en las Oficinas de Turismo de la zona para su difusión y conocimiento.
 
Tumba romana con tégulas en cabecera y pies.

Sarcófago monolítico con lauda sueva de nervadura central.

Lauda medieval con marcas gremiales o familiares.

Dice Chavarría Arnau que en Gallaecia "el fenómeno de las necrópolis instaladas sobre edificios rurales romanos es muy significativo y se relaciona con la existencia de edificios de culto [...] Sin embargo resulta muy complejo establecer la secuencia cronológica existente entre villa, necrópolis y edificio de culto. Es decir, si las sepulturas se instalan debido a la existencia de un edificio de culto, o si el edificio se construye con relación a sepulturas preexistentes" (Villas tardoantiguas en el Mediterráneo Occidental). Puede que en Adro Vello esté la respuesta.

Adro Vello durante la excavación de 1983, de la colección de Soledad Seoane, en Panoramio.

La existencia de una antigua iglesia en San Vicente se documenta por primera vez en el siglo X: "et ecclesiam Sancti Uincentii de Ogrobe cum totis suis directuris et familia [...] et in concurrencia ipsius ecclesie uilla de Antas, cautata per petras erectas et scriptas" (documento de San Martín Pinario. Fuente: CODOLGA). Aunque es un dato que no nos aclara la cronología relativa del templo y los enterramientos.

Ruibal, en Galaicos. Poder y comunidad en el Noroeste de la Península Ibérica (Brigantium, nº 19, 2006-2007) sigue el modelo rupturista que identifica el fin de la sociedad castreña con el abandono de los castros, y establece la causa en la romanización. Sánchez Pardo en Poblamiento rural tardorromano y altomedieval en Galicia plantea, en cambio, continuidad entre el fin de las villae romanas y  el periodo siguiente: "el final de las villae en Galicia tampoco puede constituir el fenómeno crucial de ruptura que marca el fin del mundo romano y el inicio del poblamiento altomedieval". Por lo que parece los arqueólogos tienen claro que hemos dejado de ser castreños porque hemos abandonado el hábitat castreño, pero no hemos dejado de ser romanos aunque no vivamos en villae.