Alberto Lorrio en "El dios celta Airón y su supervivencia en el folclore y en la toponimia" (Pasado y presente de los estudios celtas - Actas del I Congreso del Instituto de Estudios Celtas, Ortigueira, 2007, pgs. 109-136) nos informa de que hay consenso entre los expertos en que el dios indígena de la inscripción de Uclés, el espíritu denominado Deus Aironis = Airón, guarda estrecha relación con las simas y pozos profundos naturales; de hecho la toponimia del tipo Airón y variantes se aplica todavía en muchos puntos de nuestra geografía a pozos, simas y fuentes.
Salas Parrilla (v. p. ej. "Airón, dios prerromano de los pozos") ha investigado a fondo los topónimos de esta serie (Pozo Airón, Airones, Pozairón, Lairón, Airão...); y respecto a sus conclusiones Lorrio nos dice que "en un porcentaje elevado se trata de hidrónimos, vinculados con pozos, lagunas, arroyos o fuentes" aunque hay que contar "con un buen número de parajes sin aparente vinculación con puntos de agua como algunas cuevas o simas". El folclore de estas simas denominadas Airón guarda recuerdos tenebrosos y truculentos: en ellas puede morar el diablo, o ser el punto de reunión de las brujas.
Distribución de la toponimia Airón, según Salas Parrilla, artículo citado.
En la toponimia gallega la forma Eirón documentada desde el siglo XI, "ecclesie Sancti Felicis de Eiron" (San Fins de Eirón, Mazaricos) podría estar emparentada con la forma Airón estudiada por Salas Parrilla, ya que la única particularidad que presenta es la inflexión o cierre natural del primer elemento del diptongo ai en ei. En este sentido, el topónimo Cova Eirós (Triacastela, Lugo) objeto de esta breve entrada, podría encajar más que perfectamente en la serie de topónimos Airón aplicados a simas y cuevas; sería la forma en plural del singular Eirón que encontramos en Mazaricos (camión / camiós - Eirón / Eirós).
Cova Eirós, además de asentamiento humano durante una amplia cronología paleolítica que se inicia hace 118.000 años, fue un posible santuario durante el paleolítico reciente ya que en ella se han encontrado las primeras pinturas rupestres de Galicia. Es un dato suficiente para establecer ahora el paralelismo con el folklore de la toponimia Airón, por el que conocemos la creencia de que en las cuevas y simas de este nombre moraban espíritus y se practicaban ceremoniales trascendentes.
La escena conservada más completa muestra a un bóvido de cabeza desproporcionada y a un extraño zoomorfo que, según nos transmitió el codirector de las excavaciones, Arturo de Lombera, en la excelente conferencia que impartió ayer en la Fundación Luis Seoane sobre Cova Eirós, organizada por la asociación Amigos do Arqueolóxico de A Coruña, podría estar representando a un animal alanceado, con dos proyectiles de largas astas clavados en el cuello. Tema este, el del animal herido, recurrente en el arte de la prehistoria.
Pero otra posible lectura de la escena, siguiendo la propuesta de Lewis-Williams, que entiende el arte rupestre como plasmación del proceso de trance chamánico, podría explicar el extraño alargamiento de la parte anterior del animal, que presenta el cuello y las patas delanteras elongadas desproporcionadamente indicando un proceso de transformación (v. Lewis-Williams: "Estudio del caso concreto 1: arte rupestre de los san del sur de África", en La mente en la caverna). Según creo, la figura podría ser la representación de un híbrido de animal y chamán en pleno trance, una figura teriantrópica ayudada de sus bastones de baile.
Danza medicinal san, de la web del Kruger National Park.
No hay comentarios:
Publicar un comentario