En 2012 con las dataciones que ofrecían Pike y otros expertos en su estudio sobre los orígenes del arte rupestre paleolítico en Europa quedó establecido que las cuevas cantábricas presentan las manifestaciones artísticas con la cronología más antigua de Europa, superando en 7.000 años las fechas de la cueva francesa de Chauvet; es el caso, por ejemplo, de uno de los discos rojos de la Galería de la Cueva del Castillo, pintado hace más de 40.830 años (Pike y otros, "En los orígenes del arte rupestre paleolítico: dataciones por la serie del uranio en las cuevas de Altamira, El Castillo y Tito Bustillo", Monografías del Museo de Altamira, n 23).
En estas fechas nosotros, es decir, el ser humano anatómicamente moderno, llamado por otros Cro-Magnon, todavía no había pisado Europa, de hecho faltarían varios miles de años para que nuestra especie dejase su huella en el registro fósil de este continente, que por entonces estaba poblado exclusivamente por otra especie humana hoy extinta, el Neandertal (ponencias de Cabrera Valdés y Vega Toscano en las Actas de la reunión científica "Neandertales cantábricos, estado de la cuestión", Monografías del Museo de Altamira, n 20).
El Neandertal, que ahora ¡va y resulta que pintaba! A partir de los datos cruzados aportados por los estudios de Pike, Cabrera y Vega Toscano, se puede afirmar sin la menor duda que fue esa otra especie humana la que encontró o inventó una forma de expresión artística y simbólica que constituyó el punto de partida o inspiración de la nuestra. Ahora ya no podremos seguir considerándonos la cima de la evolución, ni continuar excusando nuestra abyecta maldad como especie con esas frases de autocomplacencia sensiblera en las que admitimos ser capaces de las peores atrocidades porque creemos ingenuamente que nuestra, hasta hace poco exclusiva, capacidad artística e intelectual nos redimirá de todo lo malo. Como si una sinfonía lo arreglase todo.
La Cueva del Castillo es un enclave Patrimonio de dos Humanidades porque hubo allí otra humanidad que dejó un incomprensible mensaje estampado en rojo, en forma de hileras de discos, improntas de manos, y signos tectiformes de más alto contenido simbólico que el facilmente inteligible arte figurativo posterior realizado por los Cromañones, de facies completamente distinta.
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