"En cierta ocasión San Patricio se hallaba de viaje por la costa de Hibernia y encontró en un campo una cruz clavada ante dos sepulturas.
-¿Quién está enterrado aquí? - inquirió perentoriamente desde su carro.
-Yo, que soy un hombre gentil y pagano - respondió una voz desde la tumba.
-Entonces, ¿por qué está clavada la cruz ante tu tumba? - le preguntó San Patricio.
-Porque el hombre que está enterrado junto a mí era cristiano y le pidió a su madre que pusiera una cruz junto a su tumba, pero algún idiota la puso ante la mía - dijo la voz desde el sepulcro.
Al escuchar esto Patricio descendió de su carro, quitó la cruz del túmulo del pagano y la cambió de lugar, clavándola en el sepulcro del cristiano bautizado".
Esta pequeña leyenda da cuenta del carácter pagano de la llamada cruz de los caminos, que a menudo se encontraba y se encuentra sobre antiguos túmulos prehistóricos (Cruz da Faladora). Asimismo, y a pesar de la elaboración de la historia, no logra ocultar la apropiación de este elemento por parte del cristianismo, y de una forma muy poco honesta: mediante un robo que a su vez se justifica con una mentira, achacando falsamente la colocación de la cruz en la tumba del pagano a un error o equivocación. Existen varias versiones de la leyenda (Vida tripartita; Jacobo de Voragine, Leyenda Áurea; John Colgan, Acta Sanctorum), en la de Pexenfelder la palabra error consta literalmente.
Pero antes se coge a un mentiroso que a un cojo. El cristianismo primitivo no veneraba la cruz, que consideraba un elemento pagano, concretamente, la representación antropomorfa de un dios pagano. Decía Minucio Felix en el siglo II en su diatriba contra los paganos: "nosotros [los cristianos] no adoramos ni deseamos las cruces. Vosotros sí, que consagráis dioses de madera, adoráis cruces de madera como si fuesen su representación. ¿Qué son estos símbolos, el estandarte Cántabro, y el castrense, sino cruces doradas y ornadas?".
Así pues, los ligneos deos eran ídolos cruciformes de madera que esquemáticamente representaban una figura humana, como la del dios Thor de los sami fineses, hecha con el tronco y la raíz de un abedul.
El dios leño Thor tallado en el tronco y la raíz de un abedul, con su martillo de sílex y la cabeza incrustada de fragmentos de hierro, eslabón y pedernal que producen fuego. Scheffer, Lapponia.
Lo que se viene considerando casos de túmulos cristianizados, como el de Cormoz y el que está bajo el Cristo da Faladora en Mañón, podrían no serlo si originariamente tuvieron, tal y como se deduce de la leyenda de San Patricio, una cruz o representación antropomorfa de un dios clavada sobre ellos. Esta cruz, con el paso del tiempo, se iría sustituyendo por otras más elaboradas y ya de simbología cristiana cuando hábilmente el símbolo fue escamoteado por esta religión y considerado exclusivo de ella. En una vuelta de tuerca total se cierra el círculo del perfecto engaño al hacernos creer que son cristianizaciones lo que eran auténticos símbolos del paganismo idólatra.
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