Intriga la expresión anticuada "como puta por rastrojo", que no se entiende a pesar de algún intento de explicarla por la presencia de prostitutas durante las tareas de siega en tiempos pretéritos, aprovechando la circunstancia de que habría muchos hombres en el campo entre los que elegir clientela. Pero los rastrojos de una era no son, desde luego, el lugar más apropiado para el desempeño de estas funciones.
Parece que estamos ante una confusión derivada del hecho de que el sustantivo zorra tiene varias acepciones en las lenguas peninsulares, una relativa al animal, otra a la mujer que ejerce la prostitución y otra, obsoleta, que designaba el medio de arrastre conocido también como narria, una especie de carro sin ruedas, a modo de trineo, que en otras partes se denomina también corza, jamuga, rastra, etc. Ha de entenderse, entonces, que la expresión primitiva era "como zorra (narria) por rastrojo", e indicaría una especie de zarandeo vital apresurado e incómodo, por símil con el trajín de estos medios de arrastre desplazándose inestables, en contacto directo con la tierra y el polvo durante las tareas agrícolas.
Al caer en desuso la acepción de zorra como medio de arrastre, la expresión "como zorra por rastrojo" pasó a entenderse como una alusión a las prostitutas, de ahí la versión incorrecta e incomprensible "como puta por rastrojo". La sustitución se debe al tabú que existe sobre la malsonante palabra zorra como sinónimo de prostituta.
"[...] para marcharse los domingos con Bea y Carla al Parque de Atracciones. Luego se queja porque las crías le traen como a zorra por rastrojo, y le pegan unas palizas de padre y muy señor mío" (Antonio Izquierdo, Claves para un día de febrero, 1982).
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