sábado, 12 de octubre de 2019

O Freixo

Los topónimos son marcadores territoriales que nombran el paisaje natural o artificial, muchas veces dando cuenta de las actividades antrópicas que se desarrollaron sobre él, o dando cuenta de otras actividades ejecutadas por otros seres vivos y percibidas, en todo caso, evidentemente, por el ser humano. Existe una estrecha relación entre toponimia y paisaje, un vínculo íntimo absoluto.

Este estrecho vínculo hace de la displicina toponomástica una herramienta indispensable para la caracterización histórica del paisaje (Historic Landscape Characterisation o HLC), en un sentido diacrónico que puede abarcar desde la prehistoria hasta la época actual.

Es por este motivo que debemos revisar prácticamente todas las propuestas etimológicas formuladas hasta la fecha, comprobando in situ y mediante la cartografía disponible en los visores SIG de nuestro territorio, y recurriendo a disciplinas auxiliares (historia, arqueología, etnografía, botánica, geología, agronomía, etc.), para verificar la adecuación entre la propuesta filológica y su referente real.

No exagero cuando digo "todas" ya que entre los topónimos más transparentes encontramos fósiles lingüísticos homófonos de léxico moderno que no guarda relación etimológica con ellos. Asimismo, la revisión permitirá precisar el significado exacto de topónimos aparentemente bien estudiados, como puede ser Pazo < latín palatium, "residencia señorial", orientando la investigación al tipo de asentamiento y época, y a su relación con otros topónimos del entorno. En este sentido, es modélico el estudio de Juan José Moralejo Álvarez sobre la toponimia de ganadería: "Arco(s), Busto(s), Pazo(s) ¿toponimia de ganadería?" (As tebras alumeadas: estudos filolóxicos ofrecidos en homenaxe a Ramón Lorenzo / coord. Ana Isabel Boullón Agrelo, 2005,  pgs. 219-238). En él nos descubre que los Pazos fueron apriscos de origen neolítico para el ganado. Hubschmid nos ofrece como ejemplo metodológico impecable su impresionante estudio sobre los topónimos (y léxico) derivados del latín quadrum, "mojón", en la Romania; un estudio de 1985 en el que ya utilizaba como corpus los datos cartográficos disponibles. Éstos le permitieron comprobar la deriva semántica del término, que fue utilizado como sinónimo de monte en rumano y albanés.

Por un lado, con esta revisión se evitaría que los estudios transversales o multidisciplinares que utilizan las etimologías toponímicas actualmente disponibles, carentes en su mayoría de verificación del referente paisajístico (lastradas por tradición academicista), lleguen a conclusiones erróneas. Supongamos un estudio botánico que eche mano de los datos actuales para explorar un entorno nombrado con Abelleiras, Ameixeiras, Ameneiros, Bidueiros, Bieiteiros, Castiñeiras y Freixos; concluirá que describe un paisaje exclusivamente vegetal en el que crecían ciruelos, alisos, abedules, saúcos, castaños y fresnos, y en el que se realizaba un aprovechamiento apícola.

Como hemos demostrado en varias publicaciones previas de este blog, el método etimológico sumado a una prospección in situ o mediante los visores SIG disponibles, con el recurso a las disciplinas auxiliares mencionadas anteriormente, evidencia que los topónimos Ameixeira en algún caso son corrupción del sustantivo ameixoeira, "aprisco para el ganado", un derivado del latín mansionem, "lugar de habitación"; los Ameneiro derivan del latín amnem, "río", y se encuentran todos en las riberas fluviales; los topónimos Abelleira y Bidueiro (mejor Vidueiro) se aplican a recintos pecuarios, son derivados del latín vitulum, "becerro"; probablemente Castiñeira en algún caso se aplique al recinto circular que rodea las fortificaciones castreñas; por su parte Bieiteiro podría estar indicando tierras de cultivo benditas o recintos pecuarios benditos, destinados al ganado doméstico, según concepciones etnográficas y prácticas tradicionales de bendición de tierras y ganado. Con un nuevo método de revelado la fotografía del paisaje histórico es completamente distinta al anterior, mucho más rica en matices, y mucho más parecida al paisaje actual (o de mediados del siglo pasado).

Otro ejemplo de utilidad para futuros estudios transversales en la caracterización histórica del paisaje es el trabajo de Hubschmid mencionado. A partir de él podrá comprobarse sobre el territorio la delimitación del mismo en épocas pretéritas, verificando que los topónimos del tipo Carelle o Courel, etc. se corresponden con centuriaciones o delimitaciones territoriales cuyo origen y estructura será necesario investigar en profundidad.

Pero sobre todo, con esta revisión sistemática la disciplina toponomástica será, como tenía que haber sido desde el principio, la herramienta fiable e indispensable para la comprensión y caracterización histórica del paisaje nombrado, que es el único existente, pues lo demás es un desierto o un Páramo, un territorio desprotegido sin nombres.

Círculo lítico de O Freixo (As Pontes de García Rodríguez). El círculo está en el lugar de Bidueiral en un campo de mámoas; como ya demostré en una entrada previa del blog, el topónimo no tiene relación alguna con los árboles llamados bidueiros, sino con curros para vitulos (latín vitularia > vidueira) o sea, para becerros. La adecuación del descriptor microtoponímico al paisaje antropizado pone de relieve la continuidad hasta la romanización de formas de vida basadas en la ganadería originada en el neolítico.
(C) Dolores González de la Peña, 2008.

Sobre el topónimo Freixo y derivados se pronuncia Gonzalo Navaza de forma adecuada, incluyéndolo con las suficientes reservas en su obra Fitotoponimia galega (2006). Nos remite a la propuesta que formuló el Padre Sarmiento, latín frango, "romper, quebrar". Se trata en la mayoría de los casos de parajes abruptos donde nunca hubo fresnos (latín fraxinum), o a lo mejor sí, pero de casualidad. Xosé María Ferro Formoso, de As Pontes, me indica amablemente que "polo noroeste do Cemiterio Parroquial de San Xoán do Freixo, atópase a 200 metros o Serrón de San Xoán, un terreo quebrado" que da soporte a nuestra propuesta, encajando a la perfección con la etimología facilitada por el Padre Sarmiento hace más de 200 años.

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