domingo, 18 de marzo de 2018

Filhos do vento


Asturcones galaicos en la Serra do Forgoselo. (C) Dolores González de la Peña, 2006.

Hace un mes que el caballo de Prezewalski ha perdido su título de último caballo salvaje del mundo ("Ancient genomes revisit the ancestry of domestic and Przewalski’s horses", Gaunitz et al., Science, 22 de febrero de 2018). El Prezewalski desciende, según se demuestra en el citado estudio, de un caballo doméstico que se echó al monte y se asilvestró. Desmontado el mito, ahora es la ocasión de estudiar en este sentido el genoma del asturcón gallego y asturiano para demostrar lo que muchos sospechamos, porque, por supuesto, estos investigadores del CNRS y del Museo de Historia Natural de Dinamarca no lo han incluido en su estudio, para finalmente alegar no sé qué gaps temporales (?) de las muestras, demostrando una falta total de profesionalidad.

"Ninguna de las muestras de caballos domésticos de los últimos 4.000 años desciende de los caballos de la cultura de Botai [Kazajistán], lo que entraña una implicación importante. Sugiere que durante el tercer milenio antes de Cristo, como muy tarde, otro grupo de caballos distinto llegó a ser el ancestro común de todas las poblaciones. Esto es compatible con dos escenarios. O bien en primer lugar el ancestro salvaje del caballo de Botai fue exterminado, o bien los caballos fueron domesticados con éxito en otro lugar [...]. No podemos identificar el lugar de este centro hipotético debido a un agujero temporal en nuestras muestras en torno al tercer milenio a.C. Sin embargo, ya que una de las más antiguas fue excavada en Hungría, se añade el este de Europa a otros candidatos ya sugeridos, que incluyen la Estepa Póntico-Caspiana, el este de Anatolia, la Península Ibérica, el oeste de Irán y el Levante".


Escena de monta o rapa en un petroglifo prehistórico de Campo Lameiro.

Antes de ponerles chip a los, posiblemente, últimos caballos salvajes del mundo, como quiere la Xunta para considerar esta forma de apresamiento ancestral de los animales una explotación ganadera (con vistas a imponer un tributo y por tanto, a acabar con ella) habrá que cerciorarse de que no estemos no sólo ante animales salvajes (si son salvajes no son domésticos y no se pueden considerar explotación ganadera), sino ante los últimos caballos salvajes del mundo, de los que descienden todas las especies domésticas. Entonces, más que nada, habría que protegerlos, así como la forma tradicional de rapa de estos animales sin dueño, que muy probablemente sea residuo de una interacción arcaica entre las sociedades de cazadores-recolectores y los animales.

Lo que definitivamente los hace muy especiales es el nombre de "gado do vento" (Elucidário de Viterbo), hoy en desuso en el país vecino, pero que explica la realidad de la fábula contada por Varrón, Columela y varios autores de la antigüedad respecto a que las yeguas lusitanas tenían hijos del viento. "Filho do vento" es una antiquísima metáfora lusitana que significa "sin dueño conocido"; nos permite entender la fábula de las yeguas preñadas por el viento y descubrir la existencia documentada de estos mismos caballos salvajes en nuestro territorio hace tres milenios, en la época en que se escribió la Iliada (obra en la que se mencionan por primera vez los hijos del viento: "El aire en la agronomía hispano-árabe: s. XI-XIV", Lucie Bolens).

2 comentarios:

Antonio Costa dijo...

Gostaria de saber si ha alguma analise de ADN destes cabalos para poder verificara sua orixe e a posición na liñaxe dos cabalos actuales.

Andregoto Galíndez dijo...

Está a tese de doutoramento de Jaime Lira, do ano pasado, que fai unha comparativa entre o ADN arcaico e o das razas actuais na Península Ibérica, pero non a dou atopado. Outro artigo seu do 2015 é Rastreando los orígenes de la domesticación del caballo en Iberia https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5346102