Allá por 1921 Don Federico Maciñeira y Pardo de Lama escribía con su estilo ampuloso que el romeiro que peregrinaba a San Andrés de Teixido debía volver con el ramo: "procedentes de las fragosidades de aquellas vertientes, véndense en el lugar, los días de romaxe, ramas de tejo y largas varas de avellano -de cuya naturaleza, al decir de la mitológica fábula, era también la vara con que Apolo obsequió a Mercurio (no olvidemos que arriba dejamos los amilladoiros o montones de Mercurio) sirviéndole luego de caduceo-, y los peregrinos las adquieren, atando las ornamentales ramas con largas cintas al extremo de la vara, a guisa de penacho, del cual cuelgan a su vez las metálicas efigies del Santo y algunas rosquillas de pan", y luego añadía en nota, "los romeros del norte de Galicia y de Asturias ya no llevan generalmente el ramo de tejo, pero sí la vara de avellano desprovista de todo adorno; lo cual nos indica cómo poco a poco va cayendo en desuso lo tradicional" (San Andrés de Teixido. Historia, leyendas y tradiciones, Litografía Roel, A Coruña, pg. 87-88).
Fotografía del ramo de San Andrés según la revista Galicia Terra Meiga.
Se pueden observar las ramas de tejo, la hierba de enamorar en flor y dos sanandresiños, la escalera y el clavel marino,
todo atado al extremo de la vara de avellano.
Casi un siglo más tarde la composición del ramo de San Andrés había variado un poco. En un incunable que poseo de la revista Galicia Terra Meiga. Revista de etnografía galega e o mundo celta, nº 1, mes de San Xoan, 2000, monográfico dedicado a "San Andrés de Teixido. Historias de Romeiros e Peregrinos", se describe como sigue: "el ramo de San Andrés se hace con una vara de avellano, ramas de tejo, la Herba de Namorar y los Sanandreses, que son figuritas de miga de pan elaboradas a mano por los artesanos del lugar y que hacen referencia a la vida del santo: la mano, la barca, el pez, el pensamiento, la figura del santo... y otras, ya que -como sabemos- San Andrés fue pescador" (pg. 8).
Como vemos permanecen los elementos vegetales, añadiéndose la herba de namorar, pero en cambio los dos colgantes del ramo, la efigie metálica del santo y las rosquillas (que todavía se venden para consumo engarzadas en una vara, unas blancas de azúcar y otras morenas), son sustituidas por una simbiosis de ambos elementos, los sanandreses, figuras de miga de pan que representan al santo y su vida. Entiendo que con esta sustitución se trató de abaratar costes ya que la efigie metálica podría resultar cara para el romeiro. También, o por lo menos en la fotografía del año 2000, han desaparecido las largas cintas con que se ataba el conjunto al extremo de la vara de avellano.
Me alegra conocer el importante detalle descrito por Maciñeira de que las rosquillas formaban parte del ramo, ya que emparenta al ramo de San Andrés con los espectaculares ramos asturianos, donde el pan es el auténtico protagonista.
Otro importantísimo elemento descrito por Maciñeira era la costumbre de colgar la efigie del santo en el ramo. Se trata de una tradición milenaria que, según Daniel García de la Cuesta ("Jesucristo era un madero y María era una piedra", 2018), podría remontar al culto oriental de Cibeles y Atis, introducido en Roma en el siglo II a.C.: "llevaban el tronco [que representaba a Atis] hasta el templo [...] de lo alto, entre las ramas, dejaban colgando una figurita de Atis".
Me alegra conocer el importante detalle descrito por Maciñeira de que las rosquillas formaban parte del ramo, ya que emparenta al ramo de San Andrés con los espectaculares ramos asturianos, donde el pan es el auténtico protagonista.
Ramo asturiano de la romería de los Mártires de Valdecuna.
(C) María D. Rodríguez Fernández, de su blog Harina y gasolina, 2014.
El ramo asturiano, vestido de blanco, parece que lleva incorporado el hábito del romeiro que va a San Andrés; en realidad no es un hábito, sino el blanco sudario que viste al difunto peregrino en vida. Los panes en forma de croissants son, asimismo, equiparables a la cruz de San Andrés.
Antiguo ramo dibujado por Francisco Mª de la Iglesia en Cecebre (1888): "Ramo de mazapán y frutas en dulce, rodeado de rebanadas de queso y azucarillos sobre una regueifa cortada por ambos lados que sirve de base (como en el nº 1), y adornado con dalias y frutas naturales. Este ramo lo entrega el vicario saliente al entrante" (ms. Folk-lore, archivo Galiciana Dixital).
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