Cucurbitare a un hombre fue la mayor ofensa que se le podía hacer: "iniuria magna est quem vocare cucurbita". Esto fue así porque la cucurbitatione, en el derecho feudal, consistía en el estupro de su esposa o de su hija.
"Los términos cucurbita con la acepción de 'cornudo' y cucurbitare aliquem con la de 'hacer cornudo a uno' se hallan bien documentados, a partir del s. XI, en textos latinos medievales italianos" (Bassols de Climent, Glossarium mediae Latinitatis Cataloniae). "Cucurbitare: rem veneream agere" (Glossarium eroticum lingua latina).
La expresión calabacear, "no cumplir una promesa de matrimonio", evolucionó hacia la acepción de "rechazo amoroso de un pretendiente en favor de otro", y después simplemente pasó a significar "rechazo amoroso" o "rechazo" (en un examen):
"La Duminga rabiandu está por casarse"; "Dáme celus con un paisanu que á echarle va el agua, y cun él retoza"; "La Duminga á quien quería, dióme calabazas" (Los dos cazadores, pasillo cómico-lírico en un acto y en verso, de Ricardo Caballero y Martínez, 1878, pgs. 9 y 22).
Posiblemente en época romana la calabaza tenía, entre otras, esta connotación, ya que en el enigmático título de la sátira de Séneca Apocolocyntosis divi Claudii, La calabacificación del dios Claudio, podría aludirse a las famosas infidelidades de su esposa Mesalina: "Muger de un grande emperador de Roma, Que al adulterio la mejor se inclina" (Quevedo).
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