domingo, 21 de octubre de 2018

El milagro de la suela de la sandalia de San Gonzalo

La versión más antigua conservada sobre el carácter milagroso de la sandalia de San Gonzalo, obispo santo, y sobre el poder del santo para hundir las naves normandas que asolaron Galicia, la encontramos en un manuscrito del s. XVII redactado por Mauricio Caniego, canónigo y maestrescuela de Mondoñedo (Papeles varios de topografía española, MSS/18225 de la BNE, f. 121). Transcribiré las dos, por lo que aclaran sobre el tipo de milagro que se operaba en la fuente de A Zapata, y la ubicación del antiguo ex-voto mariñeiro pintado con la escena del hundimiento de las naves normandas.

"San Gonzalo fue obispo por este tiempo de Mondoñedo, donde en San Martín es venerado por santo su cuerpo, que está en un sepulcro y encima un altar. No se sabe al cierto qué año fue obispo, ni de dónde era, como todos los demás, sino que los vecinos de San Martín de Mondoñedo le veneran, y de una sandalia suya o suela del zapato con que celebraba de pontifical, según se debe creer, toman reliquias, y de todas enfermedades se curan metiendo la zapata en una fuente en donde bebía el santo, que está junto a la iglesia, y se ven maravillosos efectos de salud que cobran muchos, y es remedio de que usan todos los circunvecinos. Muéveme a que este santo era obispo por los años de 968 ver que en salapilla deste santo está pintado un milagro que obró Nuestra Señora por su medio, y fue que como los nortmandos, conque ya por este tiempo eran cristianos, infestasen las costas de Galicia, y en esta de San Martín de Mondoñedo temiesen de su crueldad, acudieron a valerse del santo obispo los moradores vecinos, y él subió a un alto que está instante de la iglesia camino del mar, donde se descubre mucho, y descubrió las naves. Postrado en tierra hizo oración, y cada vez que levantaba las manos, como otro Moisés los brazos, se iba una nave a pique, y tantas, que sólo quedó una, y libre la tierra de estos enemigos. Este milagro está pintado, y con esta memoria [...] Por cuanto fue este santo obispo de San Martín de Mondoñedo, no pudo ser en tiempo del rey D. Ramiro primero, que fue la primera vez que los normandos se fuesen en España, año de 747".

Fuente de la Zapata, San Martiño de Mondoñedo (O Caritel, Foz).
(C) Dolores González de la Peña, 2018.

Evidentemente podemos ofrecer algunas conclusiones, como que el santo no hizo brotar una fuente arrojando su sandalia, tal y como se cree en la actualidad, sino que su sandalia era una reliquia de la que se arrancaban pequeños fragmentos (hoy no quedará nada) y además se sumergía en la fuente de A Zapata para, a continuación, beber esa agua curativa. El nombre de la fuente parece estar relacionado con la suela o sandalia milagrosa.

Respecto al prodigio del hundimiento de las naves normandas, comprobamos que no fue realizado por Dios a petición del santo (como se cuenta en las versiones actuales del milagro), sino por la Virgen Nuestra Señora (la antigua divinidad dueña del clima).

Lauda de estola (representación del difunto en actitud postrada y orante) del museo de la basílica de San Martiño de Mondoñedo.
(C) Dolores González de la Peña, 2018.

El texto tiene algunos errores de escritura, en particular ese "salapilla" donde estaba pintada la escena del hundimiento de las naves normandas. Caniego pudo haber querido escribir "la capilla" o bien "la lapilla", es decir, la propia lauda o lápida de su sepulcro, o quizá el frontal. En las pinturas restauradas que se conservan en las capillas de la basílica no quedan restos de ninguna composición marina de estas características, por ello me inclino por esta última posibilidad, por una lauda sepulcral pintada con figuraciones de barcos (o un solo barco, que es el que queda en la pintura según la descripción de Caniego) y una representación del difunto postrado con los brazos elevados (lauda de estola), motivos propios de la iconografía funeraria celto-atlántica y sueva.

Repostería local en forma de sandalia o zapata de San Gonzalo; el relleno es tipo tarta de Mondoñedo. Si ya no podemos arrancar trocitos de sus sandalias, por lo menos podemos comerlas.
(C) Dolores González de la Peña, 2018.

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